Tres asfixiados por gases lacrimógenos y un herido deja represión de la PNB en la UCV

cascos naranjas

Tres horas después de la asamblea de universitarios convocada en la plaza del Rectorado, los voluntarios de los Cascos Naranjas, una organización de paramédicos de la UCV, reportaban al menos tres asfixiados y una persona herida. Se trata de una estudiante de Ciencias Políticas a quien le rebotó una bomba lacrimógena en el rostro. La joven fue trasladada al Clínico Universitario.

Caracas. Una metralla de lacrimógena rompió la quietud y los estudiantes corrieron en sentido opuesto. Fue, tal vez, la primera de una salva de bombas en contra de los universitarios. De inmediato, el humo estalló en el ambiente, la comezón eclipsó algunas miradas agitadas, cómplices,  y los estudiantes de la primera línea de protesta se estrujaron los ojos. Se escurrían, sin saberlo exactamente así, las primeras lágrimas de una manifestación desenvuelta, que inició de manera espontánea, sin mayor pretensión que la de pedir auxilio económico para su academia: la Universidad Central de Venezuela (UCV).

La petición parecía cobrar mayor sentido, pues no era un día cualquiera. Era, con todo lo desfavorable, el Día del Estudiante Universitario. Lo que este miércoles se inició como una convocatoria en la plaza del Rectorado para desgranar el drama de las universidades, terminó en una reyerta. La Policía Nacional Bolivariana (PNB) negó la salida a los jóvenes que pretendían marchar hasta el Ministerio de Educación Superior. Poco después del mediodía, los estudiantes estaban todos aglutinados en el acceso de la Minerva, que conduce al Clínico Universitario, detenidos solo por el grumo de funcionarios de la PNB y de la Guardia Nacional que obstaculizaron el tránsito.

Tres horas después de la asamblea de universitarios convocada en la Plaza del Rectorado, los voluntarios de los Cascos Naranjas, una organización de paramédicos de la UCV, reportaban al menos tres asfixiados y una persona herida. Se trata de una estudiante de Ciencias Políticas a quien le rebotó una bomba lacrimógena en el rostro. Con una lista cada vez más grande de estudiantes ligeramente afectados por los gases, las advertencias parecían multiplicarse.

—Mosca, mosca, no los lleven al hospital porque allá están los colectivos y nos quieren linchar— voceaba, atemorizado, un estudiante que socorría a la joven herida en la cara, cuyo nombre quiso mantener en reserva.

Alfredo García, presidente adjunto de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, dijo que se mantendrán en las calles hasta que el Gobierno reivindique al estudiantado y a los profesores universitarios. Con la reconversión monetaria, aseguran los afectados, las becas quedaron en 4 bolívares. El monto no les alcanza ni para pagar un pasaje urbano, cuya tarifa se ubica en 10 bolívares en algunas zonas de la ciudad.

Dentro del cuadro de abandono gubernamental existe un brazo de la universidad que está prácticamente inmovilizado por la falta de recursos. Y es precisamente la Dirección de Bienestar Estudiantil. Solo en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV, existen 200 becados, jóvenes de escasos recursos que tienen dificultades para acudir al campus y cumplir con las asignaciones académicas. Piden ser escuchados. Nibia Pineda, trabajadora social y empleada de la Dirección de Bienestar Estudiantil, asegura que los estudiantes han quedado aislados frente a la opacidad gubernamental.

Durante todo 2018 el comedor ha estado inhabilitado, no hay unidades de transporte urbano ni extraurbano para trasladar a los alumnos y profesores y la inseguridad ronda por los pasillos, dice.

El panorama se torna lúgubre para una institución que ha ganado mérito por su audacia e intrepidez.

A juicio de los voceros de la FCU, la protesta de este miércoles inaugura una nueva fase del conflicto universitario que suma por lo menos un año en el país y que también caló en las protestas políticas iniciadas en abril de 2017. Quienes apuestan por la lucha callejera, sostienen que existe una nueva generación de relevo que intenta capitalizar el descontento de sus compañeros. Hay que salir a la calle, para defender lo que nos merecemos, lo que por lay nos ha dado la Constitución, voceaba Omar Peraza, un estudiante del segundo semestre de Derecho en la UCV.

Movidos por el furor de las aulas cerradas por falta de profesores, hubo quienes intentaron negociar con la PNB, pero todo el esfuerzo resultó estéril. A los reclamos, la policía respondía insistente, cegada y sinrazón, con gases lacrimógenos.

Balance de heridos

La confrontación dejó secuelas, incluso para quienes estaban al margen del conflicto universitario. Es el caso de Anyelis Guerra, una joven de Barcelona, estado Anzoátegui, quien se desplomó en el piso por los gases lacrimógenos. Con una estenosis aórtica subvalvular, Anyelis tiene el corazón impedido, su capacidad respiratoria es cada vez menor y parecía empeorar por los efectos de los gases. La joven quedó atrapada en la reyerta después de salir de una cita en el Clínico Universitario, a donde tuvo que retornar pero esta vez en los brazos de los estudiantes que la socorrieron. “Me sugirieron bañarme para sacarme el químico de los gases pero no había agua en el hospital”, contó la paciente de 19 años, quien aspira estudiar Psicología en la UCV.

A propósito de lo ocurrido, Provea alertó sobre la presencia de 200 funcionarios de PNB y GNB en Av. Los Ilustres, quienes instalaron sendos piquetes para dispersar a los manifestantes. En su balance preliminar sobre la jornada, Provea contabilizó al menos 7 lesionados, de los cuales seis resultaron afectados por asfixia y otra persona resultó herida por un objeto contundente.

Fotos: Cortesía


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