Tuberculosis, VIH y desnutrición amenazan a 100 familias waraos que viven en botaderos de basura

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Las familias que viven en el vertedero de basura presentan cuadros alarmantes de malnutrición, enfermedades de la piel, diarreas, vómitos y otros brotes endémicos característicos de las condiciones de insalubridad en las que viven. En Amazonas murieron dos niñas por desnutrición.

Delta Amacuro. Sonia Moreno vive con sus tres hijos en el vertedero de Tucupita, estado Delta Amacuro. Desconoce su edad y no sabe leer ni escribir. De acuerdo con el observatorio indígena Kapé Kapé, ella es una de las 100 familias waraos que viven entre la basura.

Todos los días, Sonia recuerda la pérdida de sus cinco hijos, que fallecieron entre 2016 y 2018, tras presentar diarrea y desnutrición. Con los otros tres va diariamente al vertedero a buscar ropa y restos de comida para el día a día.

Estas familias waraos son marginadas por los entes gubernamentales. No disfrutan de programas sociales, ni siquiera por el carnet de la Patria del que tanto se vanagloria el gobierno de Nicolás Maduro.

Las familias que viven en el vertedero de basura presentan cuadros alarmantes de malnutrición, enfermedades de la piel, diarreas, vómitos y otros brotes endémicos característicos de las condiciones de insalubridad en las que viven, advierte Kapé Kapé.

Dos muertes

La desnutrición no solo afecta a quienes viven en el vertedero de Tucupita, también a otras comunidades indígenas. En julio se registraron dos muertes de niñas indígenas por este motivo.

El observatorio indígena precisa que en el caso de Joenni Hindermari Rodríguez Chipiaje, de 2 años de edad, de la etnia Jivi en la comunidad Platanillal, el parte médico indicó que la niña presentó desnutrición, falla multiorgánica, síndrome diarreico y deshidratación grave.

Tras varias semanas enferma pudieron trasladarla de la comunidad hasta el hospital de Puerto Ayacucho, estado Amazonas, donde  falleció tres días después.

La otra víctima fue una niña indígena del pueblo Yanomami, en el municipio Alto Orinoco, identificada como Lisamar Taatawue, de un año de edad. Presentó también falla multiorgánica, deshidratación severa y síndrome febril prolongado, acotó la organización.

Otro agravante fue lo tardío del traslado a un centro de salud, a donde llegaron con diagnóstico reservado por la descompensación por la falta de un sistema de transporte eficiente desde y hacia las comunidades indígenas. El caso más grave es el de Alto Orinoco, donde abundan comunidades indígenas ubicadas en zonas inhóspitas que solo tienen acceso vía aérea. La situación evidencia también la carencia y fallas de infraestructura, insumos y personal médico en las comunidades indígenas, con lo cual no hay atención primaria de salud, ni promoción de medidas que se pueden aplicar para evitar enfermedades que comprometan la vida de los habitantes de pueblos y comunidades indígenas, denunció el observatorio.

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El vertedero de basura es su hábitat. Foto: Cortesía
Tuberculosis al acecho

Otra muestra de lo que viven las comunidades waraos se aprecia en las parroquias Padre Barral y Manuel Renauld del municipio Antonio Díaz, en Delta Amacuro.

Diarrea, desnutrición y hasta tuberculosis y VIH hacen estragos entre los waraos del estado Delta Amacuro.

La población de las comunidades de Merejina, Jobure, Tekoburojo, Bonoina, Korokoina, Mujabaina de Bonoina, Nabasanuka, Morichito, Winikina y los caseríos ubicados en la zona baja de los caños del Delta del Orinoco son las más afectadas por tuberculosis.

Para final de 2018, en la comunidad de San Francisco de Guayo, la prevalencia en niños menores de 15 años era de hasta 60 % de tuberculosis pulmonar, de acuerdo con la Revista Venezolana de Salud Pública.

La falta de tratamiento en las comunidades es uno de los factores que limita la recuperación, no hay medicina ni tratamientos para la tuberculosis, aquellos pacientes que tienen la oportunidad de trasladarse hasta el centro de salud en San Francisco de Guayo son los que reciben su tratamiento, destaca Kapé Kapé.

Abel Ávila fue testigo de la muerte reciente de una joven warao de 24 años de edad, a causa de una extraña enfermedad pulmonar que nunca fue diagnosticada, ni recibió atención primaria por el aislamiento al que se encuentran sometidos los caseríos del Delta del Orinoco.

Jesús Jiménez, médico warao, manifestó su preocupación por la falta de asistencia sanitaria adecuada en las comunidades waraos, falta de especialistas y equipos médicos que controlen la propagación de las enfermedades crónicas en una población estimada de 35.000 habitantes.

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Los waraos carecen de asistencia sanitaria. Foto: Cortesía.

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