Valencianos oran por un cambio de gobierno durante la procesión del Nazareno

Nazareno

¿Sabes no es fácil vivir en una Venezuela como esta? Pido al Nazareno por mis hijos. Mi hijo mayor tiene dos muchachos y ayer me llamó que no tenía nada en la nevera. Un muchacho que ha trabajado tanto y ahora sus ahorritos se le fueron y… ¿De quién es la culpa? De que mi hijo no encuentre trabajo, no la culpa es de Maduro.

Valencia. “Chávez y Maduro mataron a este país ahora le toca a nuestro señor Jesús Cristo resucitar a Venezuela”. Fue el comentario que dijo una mujer mayor vestida de Nazareno, se llama Gladiola Verdugo y tiene 70 años de edad. Vino caminando desde la carretera vieja Valencia Tocuyito.

“Salí tempranito, pero estoy muy triste porque una amiga mía iba a venir y se le hizo tarde ahora ya estamos aquí y no sé dónde está, tampoco cómo comunicarme con ella”.

Verdugo va apurada, sostiene una estampita del Nazareno y llegó a la Catedral de Valencia a las 10:30 a.m. para escuchar la misa ya empezada y participar en la procesión del Cristo. Viste unas sandalias de estilo misionera y jadea, parece apurada. Sabe que no va a escuchar la misa por completo y que tampoco podrá sentarse en algún puesto, pero llegó eso es lo que le importa.

Tenía que venir a orar, a pedirle a Dios por mi país. Este hombre nos ha quitado todo nos han hecho algo muy feo y solo mi señor Jesús puede librarnos de esto. Yo estoy cansada de sufrir, de pasar penurias. Me duelen los pies, me duelen porque no hay transporte público y eso ¿Por qué? Porque esta gente nos mató, nos mató la esperanza y yo estoy rota por dentro por eso vengo y me arrodillo, me arrodillo por mi país”.

Nazareno
Foto: Armando Díaz.

Verdugo intenta arrodillarse y unos hombres al verla la sostienen para que no se lastime y se adentra en la catedral.

Victoria Salas es otra creyente. Está justo al frente del Nazareno es viuda y está rodeada de muchas personas que sostienen velitas. Le salen lágrimas de los ojos y parece estar concentrada en la oración, al fondo se escucha la voz del párroco, pero ella no lo escucha, está inmersa en sus pensamientos hasta que abre los ojos.

“¿Sabes no es fácil vivir en una Venezuela como está? Pido por mis hijos. Mi hijo mayor tiene dos muchachos y ayer me llamó que no tenía nada en la nevera. Un muchacho que ha trabajado tanto y ahora sus ahorritos se le fueron y… ¿De quién es la culpa de que mi hijo no encuentre trabajo? La culpa es de Maduro”.

Más allá de estar en la iglesia y las lágrimas corriéndole por el rostro, la mujer parece enfadarse. “Si, si estoy molesta, estoy molesta porque no tengo para arreglar el carro, estoy molesta porque pensar en el fin de mes no es lo mismo que como se pensaba hasta hace 20 años. Yo vine acá no solo a pedirle al Nazareno que nos quite esta cruz, sino también a perdonarme, porque si yo digo lo que siento y lo que pienso en la casa de Dios no soy digna de recibir la ostia y ese derecho no puede quitármelo nadie, ni permitir que lo hagan”.

Salas rompe en llanto y se arrodilla sosteniendo la vela que chorrea algo de esperma y le quema las manos y por eso acomoda la velita. Salas inhala y exhala.

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Foto: Armando Díaz.

Hijo, para mi venir a misa es sanar. Sanar mucho, sanar mis pecados, soltar mis culpas, porque todos tenemos un poco de culpa por lo que vivimos en el país. Quizá no hemos actuado como se debe, pero quiénes somos para criticar si estamos tan cansados”.

Sentado en uno de los bancos de la iglesia está Emilio Calderón. Él también pide por su país, pero cuando se le pregunta sobre la situación sin pensarlo dos veces menciona al gobernador de Carabobo, Rafael Lacava.

“Yo vengo aquí a agradecer, porque si hay algo que agradecer es por ese hombre que está en Quinta Carabobo, mira ese es un hombre tan humano. Es alguien que por fin se ha dignado a mirar a los valencianos. Aquí desde la época de Paco Cabrera no había llegado alguien que hiciera tanto por nuestro estado, por eso voté por él, porque creo en él además es un hombre de Dios”.

A pesar de “ser un hombre de Dios”, el gobernador Lacava y sus alcaldes o al menos el de Valencia, Julio Fuenmayor, no están presentes en la Catedral como es costumbre ante un evento de esa índole.

“Si, es extraño que no venga a esta misa, pero es un hombre ocupado yo creo en mi gobernador, así como creo en Dios”, exclama Salas quien mueve su estampilla del Cristo y se ve en su camisa el logo del Saime.

A diferencia de otros años, en la misa no se hizo mención a la situación política del país, si sobre la situación en Ucrania, muchos otros feligreses también coinciden en incluir al país europeo en sus oraciones.

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Foto: Armando Díaz.

Margarita Vals es una de esas. “Yo recuerdo la solidaridad que tuvieron los ucranianos cuando nosotros en 2014 entramos en las guarimbas. Ese pueblo también estaba sufriendo y vi muchas cosas en la prensa. No podía dejar de retribuirles eso en oración. Ellos no lo sabrán, pero el de arriba que lo sabe todo sí. Porque aquí también vivimos una guerra, una guerra entre hermanos y no la económica que nos dice el Maduro ese”.

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Foto: Armando Díaz.

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