Están aumentando los casos de desnutrición en niños y en adultos. En el J. M. de Los Ríos, hasta septiembre, vieron 162 casos. De los cuales 70 son graves. En estos tiempos aumentó la dependencia de las cajas Clap, comida de muy baja calidad.

Caracas. “Fíjate si los perros de la comunidad están flacos”. Parecía extraña esa recomendación. Pero a los minutos Maritza Landaeta, experta en el tema nutricional, aclaró: si están con aspecto esquelético, eso quiere decir que en el barrio ya no hay sobras de comida.

Ocho meses de pandemia. Ocho meses que impactaron exponencialmente en la salud. No es la COVID-19 la que amenaza, son la mala alimentación, la desnutrición, la falta de acceso a los servicios, a las medicinas y a una atención directa asistencial, los factores que hacen estragos en el sistema inmune de los venezolanos.

Esos son los ingredientes del plato fuerte que se sirve en la mesa del venezolano, un plato con menos de 1300 calorías, de las 2000 que requiere una persona al día.

El Reporte Mundial sobre las Crisis Alimentarias 2020 incluyó a Venezuela como la cuarta peor crisis alimentaria del mundo, calificándola en un estatus peor que el descrito para Etiopía, Sudán, Nigeria, Siria y Haití.

La aparición de Venezuela por primera vez en este informe no significa que de la noche a la mañana más de 9 millones de venezolanos entraron en inseguridad alimentaria en el 2019, sino que, por primera vez durante años de deterioro, las instituciones con el mandato de generar información sobre la situación del país, la hicieron finalmente visible, aunque cualitativamente estaba delante de los ojos de todo el territorio nacional.

Maritza Landaeta, coordinadora de Investigación y Docencia en Fundación Bengoa, explicó que, en una familia de cinco miembros que solo se alimenta de la caja Clap, si se preparan tres comidas con estos alimentos, cada persona consumiría unas 1300 Kcal/día y alcanzaría para alimentarse solo cinco días, por eso ya no hay sobras.

¿Cómo se alimentan los demás días? Evidentemente, esta estrategia mantiene a la población vulnerable sumida en hambre crónica. Por eso la recomendación de mirar el entorno y de ver hasta el estado de los perros callejeros. “Si no hay sobras, hasta estos animales pasan hambre”, comentó.

Realmente no hay cifras, lo que hay es lo que reporta Cáritas, pero la situación está muy crítica. A raíz de la COVID-19 todo se agravó, se suspendieron las clases y los niños no pueden recibir, mal que bien, los alimentos que les daban en las escuelas.

A entender de Landaeta, las familias quedaron desasistidas y la gente que trabaja día a día no puede generar ingresos. “El Clap también se vino a menos y sigue bajando en calidad. Arroz con gusanos y pasta muy mala”.

comedores solidarios

Hambre y pandemia

 

En este camino tortuoso que se convirtió alimentarse en Venezuela, los estómagos más golpeados son los de los niños.

Katherine Martínez, directora de la organización Prepara Familia, describió ese impacto cuando hizo referencia a los casos que están viendo en el hospital de niños J. M. de Los Ríos y en el servicio de Pediatría del hospital El Algodonal.

Es un tema que hemos denunciado desde 2015, principalmente la nutrición hospitalaria, que está disminuida y no cumple con los parámetros de calidad y cantidad que necesita un niño hospitalizado, con una patología distinta. Lamentablemente, lo que se les está entregando del año 2015 para acá es la misma alimentación, la misma dieta, por ejemplo, una arepa o pan, pero sin relleno, y al mediodía o en la noche, granos, lentejas. El problema es que no tiene nutrientes, entonces no se los comen.

En las unidades pediátricas hay pacientes con síndromes nefróticos, cáncer, diabetes, problemas gastrointestinales y no pueden comer granos. En el caso de los que sufren síndrome nefrótico no pueden ingerir sopa.

Toda la vida, dijo, en el área de nutrición del J. M. se cumplía con las dietas, pero ahora no hay ni fórmulas, solo las que llegan por donación.

Este viernes 13 de noviembre Prepara Familia llevó 180 cartones de huevos que recibió en donación. Por lo menos con ese insumo pueden completar para las proteínas.

sobras de comida
Así es la comida que dan en el J. M. de Los Ríos

sobras de comida

No obstante, ese no es el único de los problemas, pues en ese centro también faltan los suplementos nutricionales y las fórmulas terapéuticas que administran a los niños con desnutrición severa.

Martínez destacó que esos tratamientos los estaba llevando Unicef; sin embargo, desde hace como dos meses las doctoras han manifestado que no tienen nada que entregar a los pacientes y señalaron que están viendo niveles de desnutrición como nunca.

En estos momentos hay una cifra importante de niños hospitalizados con desnutrición, inclusive, llegan casos con edemas*, kwashiorkor*, patologías que no estaban viendo porque solo atendían niños con COVID-19.

Ahora no se puede hacer una comparación con otros años, porque el número de niños que se han atendido es menor, por lo mismo de la pandemia. En marzo comenzó a bajar la asistencia en el servicio de Nutrición Crecimiento y Desarrollo, donde se ven por consulta y a los hospitalizados que, en su gran mayoría, tienen una patología distinta y, por la cual, la desnutrición a veces es secundaria, no es primaria.

—Pero, ¿qué dicen las estadísticas de este servicio?
—Hasta septiembre teníamos 162 niños desnutridos.

  • 70 son graves (43 %).
  • 47 son marasmáticos (29,01 %).
  • 13 con kwashiorkor (8,02 %).
  • 23 con edemas (14,19 %).

“Por la pandemia se veían casos de los hospitalizados como tal. La consulta está reactivada y ahora es que se va a ver la realidad: muchos niños presentando desnutrición”.

Igual crisis se vive en El Algodonal, donde han aumentado los casos con edemas y kwashiorkor.

Pero hay más: en estos momentos los niños con VIH siguen sin recibir las fórmulas porque el Ministerio de Salud no las envía. Cuando se las entregan, es por donación o cuando las envía la OPS.

“¿Cuánto niños habrán muerto, eso no está documentado?”, se preguntó Martínez, quien se refirió al caso de El Algodonal, donde los niños están recibiendo una mortadela que la gente de Nutrición vuelve puré y así rellenan la arepa. “Un producto del cual no sabemos si ha tenido refrigeración. Lo mismo el tema de los frijoles chinos que son incomibles, según cuentan las madres”.

En este contexto, Maritza Landaeta aprovechó para apuntar entonces el apoyo de los comedores en las comunidades urbanas.

De alguna manera en estos sitios hay personas que, por lo menos, hacen una comida, pero eso no es suficiente, no llena los requerimientos nutricionales. Todo lo que entendemos es que el consumo de la familia se ha cada vez reducido más, por ejemplo, nos cuentan que preparan un huevo y le ponen calabacín para cuatro personas, cuando la ración es un huevo por persona. La gente está tratando de ingeniárselas, pero todo tiene un límite y creo que la flexibilización de la dieta no da para más. La falta de alimentos se agudiza porque la gente no tiene cómo obtener alimentos, eso hace que realmente no tengan cómo abastecerse. Mucha gente había puesto su esperanza en la ayuda humanitaria, pero eso tampoco está llegando.

Es una sola ecuación: Hay disponibilidad de alimentos, pero no hay cómo adquirirlos.

El salario mínimo no da para un cartón de huevos

¿Cómo se visualiza el impacto de la pandemia?

Landaeta se refirió a que ya Venezuela tenía una población que estaba muy devastada y que venía perdiendo mucho peso, “y lo que se está viendo es que los adultos mayores están perdiendo la masa muscular, tienen es el hueso con pedacitos de piel. Eso se llama emaciación*, y en esas situaciones la pérdida de peso es muy poca, pues lo que queda es una masa ósea con una epidermis que cubre”.

En medio de este panorama están los reportes de mortalidad infantil y materna:

Ahora se ven muchas mujeres embarazadas completamente desnutridas y sin control, porque con la COVID-19 se abandonó la asistencia preventiva y la vacunación. Ahora hay mayor exposición con toda esa cantidad de epidemias que circulan. Desde el punto de vista de salud pública estamos muy complicados, los niños que están naciendo tienen deficiencias desde el vientre. Todo lo que llamamos la epigenética, que tiene que ver con lo que el niño debe recibir cuando está en el vientre materno, que es lo que lo va a proteger, incluso su futuro biológico; todos esos factores que influyen en la persona, van a tener una salud comprometida no solo intelectual, sino también van a padecer enfermedades crónicas, cardiovasculares, obesidad, diabetes.

¿Qué hacer?

Como la dependencia de la caja Clap está muy marcada, al arroz que viene en el combo, por ejemplo, hay que ponerle algo de color: una ramita, una zanahoria, auyama. “No se coman ese arroz blanco”, recomendó Landaeta.

Otras recomendaciones son:

  • Otro alimento, la sardina, que es relativamente económica.
  • Hacer batidos de auyama, rico en vitamina A.
  • Comer grasas, porque el cerebro necesita grasas.

Lo que consumen de la caja Clap es menos que una comida de guerra, pues el requerimiento es de mínimo 2000 calorías. Por eso la gente está perdiendo peso y están subiendo los cuadros de anemia, se calcula que 30 % de la población, pues no hay fuente de hierro y esa harina de la caja no está enriquecida. Es muy complicado, realmente la calidad de alimentación se ha venido a menos y se está sumando al problema de hambre que ahora no hay como cocinar.

¿Hay forma de medir la desnutrición durante la pandemia?

Marianella Herrera, médico, especialista en nutrición, investigadora del Cendes-UCV e integrante del Observatorio Venezolano de la Salud y la Fundación Bengoa, dijo que sí; sobre todo desde el punto de vista cualitativo.

En consecuencia, dijo, hay un déficit de alimentos variados y aunque no tengamos el dato de la desnutrición como tal, se puede medir y a través de estos datos cualitativos te permite decir que si están comiendo arroz y pasta, no están consumiendo proteínas; entonces aquí hay una desnutrición, una falta proteica, con todas las consecuencias que eso tiene.

Para Herrera, al igual que para Martínez y Landaeta, el panorama es dramático porque además del montón de factores, que coinciden y que representan obstáculos para el acceso de los alimentos durante la pandemia, han visto gente que ha perdido 20 kilos.

“Obviamente, no puedo hablar de un promedio porque es algo que no hemos estudiado a nivel nacional dentro de esta circunstancia. Pero hemos visto gente que ha perdido unas cantidades de kilos enormes, y en niños el aumento en la desnutrición aguda es evidente. Cada vez que uno llega a una comunidad desprotegida, cuando hemos podido pasar, llama la atención el aumento de la desnutrición aguda que responde a un estímulo puntual, es decir, no hay alimento y eso da un episodio de desnutrición aguda”.

Entonces a la desnutrición crónica que ya venía creciendo de una manera importante en este país, ahora estos niños que tienen un retardo en el crecimiento crónico, se superponen con episodios de desnutrición aguda, lo cual es difícil de recuperar en tanto no se mantengan las medidas adecuadas para su recuperación, no hay agua, no hay luz, alimento, gas. Estamos alimentando el círculo vicioso de la malnutrición y la pobreza”.

Dijo la especialista que la mortalidad materna e infantil siempre ha sido difícil y más ahora cuando la mortalidad o la causa de muerte puede darse por diferentes factores. “Se corre el riesgo de que la desnutrición quede subyacente y oculta tras capas de otras causas que asocian a la mortalidad, por ejemplo, la neumonía con repetición. Si un niño padece esa infección y fallece, puede quedar como esa la causa del deceso, pero quizás estaba desnutrido, con su inmunidad comprometida”.

Tanto Prepara Familia como la Fundación Bengoa tienen programas de atención al niño y a la familia. En el tema de la nutrición es cuesta arriba llegar a todos en medio de la pandemia, pero están abordando los servicios hospitalarios con donaciones y aportes nutricionales para evitar que a los niños les den sobras de comida.

Definiciones

Edema: es la acumulación de líquido en los tejidos que hace que se hinchen. Suele empezar con una ligera hinchazón de los pies y no es raro que se extienda a las piernas. Más adelante, también se hinchan las manos y la cara. Para diagnosticar la presencia de edema el encargado de la atención de salud presiona con un dedo o el pulgar sobre el tobillo. Si hay presencia de edema, la depresión que se forma toma unos segundos para volver al nivel de la piel.

Kwashiorkor: es una de las formas serias de la malnutrición por falta de proteínas y energía (MPE). Se observa a menudo en niños de uno a tres años de edad (pero puede aparecer a cualquier edad) que tienen una dieta por lo general baja en energía y proteína y también en otros nutrientes. A menudo los alimentos suministrados son principalmente carbohidratos. El kwashiorkor es común que se asocie con enfermedades infecciosas, que, inclusive, lo pueden precipitar. La diarrea, infecciones respiratorias, sarampión, tos ferina, parásitos intestinales y otras entidades clínicas son causas habituales subyacentes de MPE y pueden hacer que los niños desarrollen el kwashiorkor o el marasmo nutricional. Estas infecciones por lo general producen pérdida del apetito.

Aflatoxina: son micotoxinas producidas en pequeñas concentraciones por hongos en cultivos agrícolas.

Emaciación: se trata de un adelgazamiento patológico. También conocido como síndrome consuntivo. Es la pérdida involuntaria de más del 10 % del peso corporal (particularmente de masa muscular) y de por lo menos 30 días ya sean de diarrea o de debilidad, y fiebre.

Para leer las primeras dos entregas de este especial, sigue los enlaces:

La desnutrición en Venezuela se remontó a niveles que no se veían desde 2017 (I)

Cuando comer depende de la solidaridad (II)


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