Según el informe anual 2015 del Observatorio Venezolano de Prisiones, desde agosto del año pasado hasta enero 2016 registraron 500% de hacinamiento en los calabozos.
Yohana Marra/@yohanamarra
Caracas. Hacen sus necesidades en envases plásticos y bolsas, viven entre cucarachas, no reciben sol y duermen en “aéreos”, una especie de hamaca hecha con sábanas, que guindan uno encima de otro. La comida y las medicinas dependen del bolsillo de sus familiares. Así viven los 22.000 detenidos en las comisarías del país.
De acuerdo con el informe anual 2015 del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), los calabozos se están enfrentando a una crisis muy aguda generada por el hacinamiento, la violencia, el retardo procesal penal y la violación a los derechos humanos.
Durante el año pasado 171 detenidos se escaparon de las comisarías y hubo 15 fugas. Además se registraron 12 motines, fallecieron 14 reos y 72 resultaron heridos. “Ha disminuido la violencia en las cárceles porque la responsabilidad se le ha transferido a los centros de coordinación policial, ahí es donde tenemos el mayor problema ahora. Siempre ha sido un inconveniente, pero desde el año pasado está mucho más agudo”, explicó Humberto Prado, director del OVP.
Añadió que estos centros no están diseñados para mantener a reclusos más de 48 horas, pues las celdas tienen capacidad para pocos y esto ha generado hacinamiento crítico. Entre agosto de 2015 y enero de 2016 registraron 500% de sobrepoblación.
Esta situación es causada por el retardo procesal penal, así como la demora en la autorización de traslados a las cárceles. “Ahora el director de la policía debe solicitar un cupo al Ministerio para el Servicio Penitenciario, después de que un detenido tiene la boleta de encarcelación, y no están dando cupos”.
Además el ministerio exige que las policías municipales se hagan cargo del kit (ropa, colchoneta, artículos de uso personal), que debe tener cada recluso que será llevado a una cárcel, y no cuentan con el presupuesto necesario.
“Tampoco tienen presupuesto asignado para alimentarlos y los familiares deben llevan la comida. Y los que no tienen familiares comen porque sus compañeros les dan”.
El OVP ha recibido denuncias de familiares que son sobornadas por funcionarios para que les dejen pasar alimentos. Además tienen horarios para entregarlos y no todo tipo de comida está permitida.
Enfermedades y falta de aseo personal
Como los calabozos no están capacitados para albergar a reclusos, por uno o dos años, como registró el OVP, las condiciones de salud tampoco son las apropiadas.
Enfermedades como “el carranchín” (sarna), “los nacidos” (abscesos de pus), conjuntivitis y gripe, son las más comunes. Pero también sufren de males estomacales y problemas circulatorios porque no pueden mover bien las piernas.
“Tienen que hacer sus necesidades en bolsas y botellas, y dejarlas en ese sitio hasta que el funcionario pase recogiéndolas con una bolsa”, destacó Prado.
Explicó que para ducharse cuentan con poco tiempo y no ocurre todos los días. Por ejemplo, en Polichacao tienen 15 minutos para bañarse todos, pasan por grupos.
El OVP hizo un llamado a la ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela, para que preste especial atención a la crisis. “Debe apartar la política y sentarse con los alcaldes y gobernadores. Hay que descongestionar estos centros”.
Fotos: Cheché Díaz
Infografía: Shaylim Castro
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