Los despachadores tardan entre uno y tres meses para regresar las bombonas. Hay sectores que se quejan porque no llegan completas, y por tanto duran menos de lo calculado. No están cambiando los cilindros dañados. Quienes consiguen el producto pagan entre 30 y 40 dólares.

Caracas. Ya las leñas y las cocinas eléctricas se están encareciendo, mientras lo que se avecina es una escasez en puertas del gas licuado. Pero los vecinos dicen que no están preparados para un desabastecimiento más prolongado.

La mayoría de las zonas populares en Caracas depende del Gas Comunal. De acuerdo con el Proyecto de Gasificación Nacional que desarrolla Pdvsa-Gas, 230.000 familias reciben gas directo en todo el país; de esa totalidad el mayor número se concentra en la Gran Caracas. Es una cifra que no pasa de 20 %. El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos dice que solo 18 % cuenta con el servicio por tuberías.

Más de 70 % depende de la recarga de los cilindros de propano y es ahí donde se tranca la cochina, usando una frase criolla. Ya hemos visto en publicaciones recientes que debido a la caída de la producción petrolera se han afectado otros sectores, como el químico, directamente relacionado con la fabricación de gas.

Cifras manejadas por el IESA, y publicadas por este medio en una nota de abril de este año, reflejan que entre 2018 y 2019 la producción interna de gas había caído 40 %.

A la fecha –aunque Venezuela es el octavo país del mundo con reservas probadas de gas natural y de acuerdo con la Gaceta Oficial Nº 41648 eran de 201,5 billones hasta el 2019– el país atraviesa por una escasez sin precedentes, que se traduce en el retardo de los envíos –tardan entre dos y tres meses–, en las largas colas y en el hecho de que la gente esté deforestando para cocinar a leña o coma frío.

Este lunes 2 de noviembre se registraron dos protestas en los extremos de la ciudad. Una bien temprano en la carretera vieja Caracas-La Guaira, y la otra ya al mediodía en la autopista Gran Mariscal de Ayacucho. Los vecinos apostados en plena vía reclamaban el envío del producto.

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Foto: Tairy Gamboa
Falta hacer magia

Durante el tiempo que no lo tienen pasan las de Caín, cocinan con leña, piden ayuda a los vecinos, sacan la hornilla eléctrica o comen pan con queso, como dijo un vecino de Los Teques, quien informó que en su residencia desde hace 45 días están esperando por el llenado de la bombona.

Hicimos el pago de 108.000 bolívares hace mes y medio. Todo el edificio canceló 7.128.000 bolívares y todavía nada que surten. Somos 198 familias afectadas, y cuando no hay luz nos vemos obligado a comer pan con queso, dijo Efrén Díaz.

En otra comunidad cercana a la de Efrén pagaron hace tres meses 150.000 bolívares y aún esperan los camiones surtidores. Muchos han tenido que pagar entre 10 y 15 dórales a empleados tercerizados para que les llenen los cilindros.

Pero el promedio es de entre 30 y 90 días para ver el gas licuado salir por las hornillas de sus cocinas, y el pago está entre 12.000 y 160.000 bolívares por adelantado.

En La Pastora, parroquia del norte de Caracas, al igual que en todas las zonas populares, son los consejos comunales los que coordinan el cobro y la entrega. Manejan precios de entre 60.000 y 100.000 bolívares, pero tampoco estos grupos con filiación política al gobierno que administra el país tienen ventajas o privilegios. Igual se echan su tiempo, tres y cinco semanas.

Pero lo peor es cuando llegan, no pesan lo mismo, las traen medio llenas, dijo una vecina de apellido Castro.

Muchas personas las compran a revendedores para llevárselas a familiares en el interior. Por ejemplo, compré una pequeña en cinco dólares en Ruiz Pineda para mi familia en Yaguaraparo, estado Sucre, allá cuesta 30 dólares, comentó Joel González.

Y mientras escasea el producto, las mafias hacen de las suyas. Carlos Julio Rojas, coordinador del Frente en Defensa del Norte de Caracas, señaló a los grupos de choques, colectivos armados, de estar controlando la venta: Están comerciándolas en espacios invadidos, como la torre Viasa (donde la gente llega a las 2:00 y 3:00 de la mañana), y en el estacionamiento que está de Miguelacho a Tracabordo. Estas personas tienen precios irrisorios, pero igual tardan en surtir y además es la irregularidad, pues tienen contactos con los Clap, la Alcaldía de Caracas y Pdvsa-Gas.

Otra queja de Rojas es el bachaqueo: El que no tiene y necesita paga entre 30 y 40 dólares a estas mismas personas.

La situación está extendida en toda Caracas, ya no es la burbuja, como la llaman los residentes del interior del país. En Caucagüita, en Petare, por ejemplo, hay edificios que ya ni gas directo tienen, porque no les han ido a llenar los tanques, aunque pagan 180.000 bolívares mensuales por el servicio.

Esa crisis la viven desde 2019, de acuerdo con uno de los habitantes que pidió la reserva de su identidad. Por tanto, compró bombona. El año pasado salieron en 20 dólares, en la actualidad ya muchos no pueden con los costos, pero pagan a terceros para que les hagan conexiones informales a las tuberías de gas directo. Eso reduce la oferta y genera fugas, lo que afecta el servicio para los que tienen contratos con Pdvsa-Gas.

En la parroquia La Vega no es diferente el caos. En la parte alta no hay un ciclo fijo, dos semanas, un mes, dos meses, y no llegan full. Duran 15 días y eso genera estrés en la población.

En esa zona el estado mayor les envió un comunicado en el que les decían que a partir del 2 de noviembre la bombona tendría un valor de 120.000 bolívares, pero según Jairo Pérez, vecino, lo echaron para atrás y les informaron que se mantendría en 70.000 bolívares. Sin embargo, el viacrucis es lo espaciado de las entregas.

En consecuencia, se ha incrementado el uso de la cocina a leña, en patios y estacionamientos. Pero no estamos preparados para una temporada larga de escasez, hay muchos niños y personas de la tercera edad que se verían más afectados, concretó.

Debido a la falta de reposición de los cilindros, los caraqueños, además de acarrear agua, lo hacen con las bombonas. Van de un extremo a otro buscando el producto. Les falta hacer magia para que por sus hornillas salga la llama inflamable que les permita hacer las tres comidas diarias, preparar los teteros de los chamos, calentar el agua fría que sacan de los tanques para poder bañarse y hacer remedios.


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