En menos de un mes, han ocurrido tres accidentes con gandolas y autobuses entre la autopista Caracas-Litoral y la avenida Soublette. La ciudadanía cree que las autoridades nacionales y regionales no han ofrecido las respuestas adecuadas en función de minimizar los riesgos humanos.
La Guaira. La tendencia a colisiones y accidentes automovilísticos en la pendiente vial de 700 metros, ubicada entre el final de la autopista Caracas-La Guaira y el comienzo de la avenida Soublette, en La Guaira, no deja de preocupar a los vecinos del oeste del Litoral Central.
“A uno le da tristeza, pero nos acecha la muerte y no hacen nada”, comentó Gilda Carreño, habitante del bloque 6 de la urbanización 10 de marzo, cuyos conjuntos residenciales bordean la franja vial de la Soublette.
Tal sensación colectiva se mantiene luego del accidente del pasado 31 de agosto, cuando una gandola sin frenos impactó a cuatro vehículos, un camión del aseo urbano una moto y dejó saldo de cinco muertos y nueve heridos.
Entre los fallecidos, se cuentan dos trabajadores de la empresa recolectora de basura y el conductor de la unidad, proveniente del estado Bolívar.
La conmoción por el siniestro obligó al gobernador de La Guaira, José Alejandro Terán, a implementar medidas regulatorias para el control de la carga pesada, así como la revisión de los sistemas de frenos de las gandolas en dirección al puerto marítimo de La Guaira y la Aduana Aérea de Maiquetía, respectivamente.
También informó sobre la construcción de una pasarela entre la esquina de la calle Nueva (cerca del bloque 6) y el acceso hacia el sector Mare Abajo, a un costado del Polideportivo José María Vargas.
Dicha pasarela, de 40 metros de longitud y a 5,50 metros de altura en relación con el asfalto, terminará con el semáforo de la zona, tramo en el que una buena cantidad de vehículos han sido embestidos por gandolas sin frenos, en el momento en que los conductores esperan por el respectivo cambio de luces.
Estamos tomando estas medidas para reducir los accidentes que ponen en peligro la vida y la integridad física de la gente de la zona”, dijo Terán.
Ni una semana
Sin embargo, los controles no duraron una semana después del accidente. El Ministerio de Transporte Terrestre apenas convocó a los gandoleros a un censo para determinar el movimiento de carga, del cual no han trascendido los resultados oficiales.
Nadie reparó en la exigencia vecinal de que un conductor en esas situaciones de emergencia utilice la rampa de frenado, ubicada en el kilómetro 16 de la autopista Caracas-La Guaira.
Emigdio Palumbo, presidente de la Cámara de Transporte Pesado, insistió en que decenas de choferes no conocen el trayecto y cuando están sin frenos, no visualizan el ingreso a la rampa por una montaña previa a la misma.
En dos notas de Crónica.Uno, publicadas en septiembre de 2022 y de este año, se ha mencionado la situación, sin olvidar las deficiencias de mantenimiento en el terraplén, las cuales corresponden solventar al Ministerio de Transporte Terrestre.
No revisan nada, no les importa que la gente se muera en un choque o en volcamiento y dejan pasar a las gandolas, que tampoco cumplen los horarios de circulación”, señaló Horacio Luis Rivas, vecino del bloque uno.
12 días después del siniestro en el que murieron cinco personas en la avenida Soublette, el conductor de otra gandola, en ascenso hacia Caracas, colisionó contra el separador vial de concreto y la pasarela del coso deportivo, al desprenderse el contenedor. No hubo heridos, pero los ocupantes de dos carros particulares tuvieron que hacer malabares para resguardar sus vidas.
Película de terror
Como si de una película de terror se tratara, el domingo 17 de septiembre, un autobús con pasajeros de las playas del Litoral Central, se volcó en una cuneta del kilómetro 3 de la autopista, accidente que dejó 20 heridos, entre ellos cinco niños que tuvieron que ser atendidos de emergencia en el hospital Periférico de Pariata, en Maiquetía.
Un día antes, una camioneta con cinco personas fue a dar al vacío a la altura del kilómetro 7 del mencionado corredor vial. En el hecho, murió un niño.
“Es una guillotina y las autoridades no saben qué hacer, son incapaces de evitar este tipo de accidentes. Dios nos cuide”, agregó Carreño, enfermera jubilada del hospital José María Vargas de La Guaira.
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