Los marabinos se ven obligados a comprar el kilo de maíz precocida colombiana en Bs. 4.687,60 por el incremento del precio no oficial del dólar.

Maracaibo. Con un salario mínimo de 27.091, ya era cuesta arriba para los marabinos la adquisición de alimentos. A pesar de la regulación de precios por parte del Estado, las importaciones de origen colombiano, efectuadas a tasa paralela, se imponen en los anaqueles de los supermercados de la ciudad como una medida para paliar los altos niveles de escasez registrados en el país.

El incremento del precio del dólar no oficial fue de 189,5 % en noviembre. Comercios de electrodomésticos y jugueterías esperan la llegada del próximo lote de mercancía para ajustar sus importes, pero en los supermercados, los usuarios ya comienzan a percibir un impacto en sus bolsillos.

Y es que para obtener un kilo de harina de maíz precocida colombiana se debe pagar 4.687,50 bolívares, para el kilo de arroz, Bs. 2.712 y para un litro de aceite vegetal, Bs. 5.625. El kilo de azúcar se cotiza en Bs. 3.460 y el de pasta de origen italiano, Bs. 3.829.

Mónica Hernández, ama de casa, compró el kilo de arroz en Bs. 1.800, la misma cantidad de pasta por Bs. 3.000 y el litro de aceite en Bs. 3.500. “No se puede, el sueldo no nos alcanza para eso. Ya no venden productos regulados y ya uno no puede comprarlos porque en los supermercados ya no venden, no hay ni para hacer colas”, expresó.

Por limpiar casas recibe aproximadamente 7.000 bolívares semanales, una cantidad de dinero que planea usar para comprar un paquete de arroz y aceite para su hogar, en el que hace vida solo con su hija de 10 años. Espera recibir la eventual ayuda de su exesposo para resolver su alimentación, pues hace tres meses recibió por primera y última vez una bolsa de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap).

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Mirla Álvarez, supervisora en una empresa, gana poco más de salario mínimo y experimenta la misma problemática. Recibió una única bolsa del programa del Gobierno hace tres meses en su casa, ubicada en el barrio Francisco de Miranda, y ahora se ve forzada a comprar los rubros colombianos para alimentar a sus dos hijos.

“Eso me tiene a mi arruinada”, afirma sobre los nuevos precios, “yo pasaré hambre porque no me alcanza para eso”. Rara vez tiene la oportunidad de hacer colas en los supermercados. Se las arregla con la compra de plátano, yuca, arroz y harina de maíz “bachaqueada”. “¿Por qué Maduro no pone a trabajar para que se produzca aquí?, cuestionó.

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