“En un año no solamente se han perdido condiciones de vida, sino personas y afectos producto de situaciones asociadas a la pandemia”, asegura la psicóloga Marisol Ramírez. La incertidumbre de no saber si se retomará la rutina previa a la COVID-19 genera situaciones de duelo constante, afirman especialistas.

Caracas. Suena el despertador, de allí va al baño, luego a la cocina a hacer café y termina en la oficina improvisada que está en su sala. En un año, la rutina de Elisa Zambrano dio un giro de 180º y, aunque al principio le pareció cómodo no tener que lidiar con el tráfico y el bululú caraqueño, en la actualidad añora los momentos más simples que vivía en su día a día prepandemia.

Elisa cuenta que tan solo seis meses después de la aparición de la COVID-19 en Venezuela fue que pudo encontrarse personalmente con algunos familiares y compañeros de trabajo. “De lejitos porque hay población de riesgo en mi casa”, señala, aunque afirma que a la mayoría tiene doce meses sin ver más allá de videollamadas o reuniones por Zoom.

Es difícil porque tenía más de 15 años con la misma rutina y, por más tedioso que nos pareciera, era algo que me hacía sentir cómoda. Echar cuentos con el portero del colegio de mi hija, tomar café antes de empezar a trabajar, una que otra cerveza los viernes por la tarde. Todo eso ya no pasa, dice Elisa.

Situación de duelo constante

De por sí, la incertidumbre se volvió algo común en la vida diaria del venezolano desde que comenzó la emergencia humanitaria compleja, que provocó cambios económicos en los hogares y una adaptación continua a las circunstancias.

Sin embargo, “en un año no solamente se han perdido condiciones de vida, sino personas y afectos producto de situaciones asociadas a la pandemia”, indica a Crónica.Uno la psicóloga y especialista en Planificación de Políticas de Salud del Centro de Estudios Para el Desarrollo (Cendes UCV), Marisol Ramírez.

Ella está viviendo un duelo porque vivía y tenía una condición laboral con comunicación y encuentro que se perdió. Cada vez que tienes una pérdida, entras en duelo, porque dejaste una condición y un espacio para tomar otro, explica Ramírez.

La especialista, quien también es presidenta de la asociación civil Psicólogos sin Fronteras (PSF), destaca que el proceso de confinamiento, que en Venezuela se alterna con una flexibilización cada dos semanas, “trae de la mano una situación de duelo constante” que impide superarlo al no saber cuándo se podrán retomar esas condiciones perdidas.

Identificarlo y trabajar en ello

La organización especializada Mayo Clinic señala que el duelo puede hacer sentir a las personas paralizadas, vacías, enojadas o incapaces de sentir alegría o tristeza. “Yo a veces me siento como en modo automático, como un robot. Siempre he trabajado casi todos los días y me relacionaba, principalmente, en el trabajo”, resalta Brando Monsalve, encargado de redes en una cadena de tiendas por departamento y quien también trabaja por su cuenta a destajo.

Brando cuenta que su nueva rutina puede ser incluso más agobiante que la anterior porque no hace pausas que, en su oficina, eran parte del día a día cuando iba a buscar o preguntar algo a otro piso o departamento. “Siento que pasan días, meses, y esa extrañeza permanece, no logro acostumbrarme”, dice.

Ante ello, la psicóloga Marisol Ramírez señala que “no es el tiempo el que quita el dolor, es el proceso natural del duelo”. Aunque. debido a que este duelo es sostenido y complejo, recomienda buscar, en el ahora, respuestas adecuadas que permitan adaptarse a las circunstancias, “lo que puedo hacer, controlar”.

MayoClinic, por su parte, indica que es necesario que se preste atención a lo que se siente, reconocerlo, y pensar en las fortalezas y capacidades de afrontar situaciones difíciles para seguir adelante. “No deje que el distanciamiento social le impida obtener el apoyo que necesita. Manténgase en contacto con familiares y amigos, así como con personas que estén en la misma situación”.

Adaptarse, no acostumbrarse

El doctor Gilberto Aldana, presidente de la Sociedad Venezolana de Psicología de la Salud, señala que algunas de las consecuencias de la pandemia en la salud mental, han sido la añoranza y la nostalgia, debido en gran parte al grado de incertidumbre que gira alrededor de las cuarentenas, el impacto económico y las relaciones sociales entre seres humanos.

La incertidumbre es una de las cosas que más impacta a los seres humanos desde el punto de vista psicológico. Hay que evitar, en la medida de lo posible, de añorar y adaptarnos a la nueva realidad. Claro que hay momentos en los que se puede añorar, pero si nos enfrascamos en eso, vamos a sufrir, señala.

Adaptar la rutina es otra de las recomendaciones que expone MayoClinic para “mantener una sensación de orden y propósito a pesar de todo lo que puede haber cambiado”. Hacer ejercicio, practicar su religión o tener un pasatiempo pueden ser algunas actividades que ayuden a sobrellevar la situación del cambio.

Marisol Ramírez, de Psicólogos Sin Fronteras, expone que, lo que no se puede controlar o modificar, genera angustia, por lo que es necesario adecuarse, y no acostumbrarse, para seguir adelante. “Si no lo hacemos, aparecen alteraciones del ánimo y la salud mental”, indica la especialista.

¿Qué hacer si no se logra adaptar?

“Es el momento de la psicología”, afirma Gilberto Aldana, quien también dice que, como consecuencia de lo que se ha vivido en el último año, el mundo tendrá que lidiar con un gran número de personas que sufren niveles altos de depresión y ansiedad “que van a quedar con esos problemas”.

Es por ello que resalta que, si una persona no logra adaptar la rutina a la nueva realidad por sí misma, “es importante la búsqueda de ayuda psicológica (…) No hay necesidad de pasar sufrimiento solo. Es necesario que la gente aprenda, sienta, identifique”.

Entre las opciones que hay para la población se encuentra el Programa de Formación y Asistencia Psicosocial “Acompañando en el Dolor”, una alianza creada en 2017 entre PSF y el Grupo Social Cesap, compuesta por 20 profesionales de la salud mental, que ofrece acompañamiento gratuito de psicoterapia breve de urgencias o emergencias.

rutina

Las consultas las hacen a distancia y Marisol Ramírez, quien es su coordinadora, resalta que una de las ventajas es que el acompañamiento es continuo y no se limita a una sola sesión. “En 2020 el promedio fue de dos citas, pero algunos casos pueden requerir hasta cinco sesiones”.

Otras iniciativas disponibles, y a distancia, son las de la Federación de Psicólogos de Venezuela (FPV), la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, la Red de Apoyo Psicológico de la UCV, Psicomóvil UCAB, entre otras.

En cifras

Una investigación hecha por la revista médica Journal of Affective Disorders reveló que hasta mayo de 2020, como consecuencia de la pandemia, hubo altas tasas de ansiedad (de 6,33 % a 50,9 %), depresión (14,6 % a 48,3 %), estrés postraumático (7 % a 53,8 %), trastorno psicológico (34,43 % a 38 %) y estrés (8,1 % a 81,9 %).

“Mitigar los efectos peligrosos de la COVID-19 en la salud mental es una prioridad de salud pública internacional”, sugirió la revista, cuyos datos corresponden a estudios en las poblaciones de China, Dinamarca, España, Estados Unidos, Irán, Italia, Nepal y Turquía.

En octubre de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló la pandemia “ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales de 93 % de los países del mundo”, así como a 60 % de los servicios destinados a personas vulnerables como niños y adolescentes, personas mayores y mujeres antes y después del parto.

En Venezuela no hay cifras oficiales sobre servicios de salud mental del Estado. Marisol Ramírez, sin embargo, señala que en 2020 en los programas de Psicólogos Sin Fronteras se triplicó el número de personas atendidas comparado con 2019.

El promedio fue de dos citas por personas, con excepciones que podían reducir o aumentar ese número. Los principales motivos de consulta psicológica fueron: trastornos de adaptación (dificultad para sentirse cómodo con el cambio de rutina), trastorno mixto ansioso-depresivo, violencia de género y doméstica, trastornos de ansiedad generalizada (problemas de sueño, alimentario o relacionales) y episodios depresivos (que advierten que puedes desarrollar una enfermedad como la depresión).


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