Los vecinos que habitan cerca de estas vías se sienten frustrados por la inacción de la alcaldía de Vargas y la gobernación de La Guaira, respectivamente. Denuncian que el vertido ilegal de escombros y basura es un negocio que interesa a activistas del partido de gobierno.

La Guaira. Aunque suceda en zonas distantes del cono urbano del Litoral Central, no resulta imperceptible. Los habitantes de las parroquias Carayaca (oeste), Caraballeda y Naiguatá (este) así lo constatan y no dejan de preocuparse por la contaminación y el riesgo de la propagación de enfermedades, por el constante bote de escombros y basura que hacen camiones en las vías de estas poblaciones .

Quienes viven en las comunidades de Las Tunitas y Paraíso Azul, en la carretera nacional que conduce hacia Carayaca, han denunciado el asunto a través de distintas redes sociales, pero la alcaldía del municipio Vargas (a la que le compete por ley la recolección de desechos) ha hecho caso omiso.

Emeterio González, vocero de la zona, comentó que los conductores de camiones de volteo y otras unidades de carga “llegan al colmo de detener el tráfico en la vía, al atravesarse en los dos canales, para botar los escombros en orillas y voladeros de la carretera”.

escombros
Los escombros y basura en la vía son un foco de contaminación que preocupa a las comunidades. Foto: Cortesía.

En varias ocasiones del año pasado y principios de este 2022, González, obrero jubilado del puerto de La Guaira, consignó la respectiva denuncia ante el consejo comunal en Paraíso Azul. Respaldó sus argumentos con la Ley Penal del Ambiente, la Ley de Convivencia Ciudadana y distintas gráficas captadas con su móvil celular. Pero, no ha recibido respuestas.

La reforma parcial de la Ley de Convivencia Ciudadana, publicada el 2 de febrero de 2021 en la Gaceta Oficial Nº 1.534,establece en su artículo 26 que los que lancen escombros y basura en las vías serán multados con 60 bolívares o con la realización de un trabajo comunitario.

Es una mafia muy grande, en la que están involucrados activistas del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y otros peces gordos. Por eso, se hacen de la vista gorda; todo se sabe en este pueblo”, aseveró.

La cantidad, indeterminada, pero abundante, de escombros en las carreteras hacia Carayaca y Naiguatá, respectivamente, contribuye con la erosión de las fallas de borde y las escasas defensas viales, mientras que los botes de otro tipo de basura también han generado malos olores y la proliferación de roedores, zamuros, gatos y perros, lo que podría afectar la salud de mujeres, ancianos, niños y adolescentes.

Sin control

En los 10,4 kilómetros de la carretera entre Tanaguarena y Naiguatá, sus moradores atestiguan el vertido indiscriminado de escombros y otros materiales en playas, riacheulos, montañas y la vegetación xerófila, predominante en ese paraje costero.

Ya no parece un despropósito avistar a decenas de indigentes y otras personas en situación de pobreza, acercarse para escarbar el residuo abandonado.

Lo peor es que se ven muchos más camiones haciendo eso, sin control; ningún policía dice nada. Es un espectáculo dantesco”, sostuvo Omaira Pérez, que esperaba un bus en la parada de la localidad de El Tigrillo, ubicada a dos kilómetros de Naiguatá.

En medio de la denuncia ciudadana, el servicio de recolección de basura no satisface a la población, a pesar de que circulan diariamente unas cinco compactadoras y otros siete camiones para despejar los desechos sólidos y líquidos en barriadas y urbanizaciones de esta entidad federal.

“Aquí siempre pierde el pueblo: Cuando no es la luz, es el agua, cuando no es el agua es la basura y los escombros que los echan en cualquier sitio. Nadie dice un carajo ni hace nada”, agregó Carmen Sucre, residente del barrio San Antonio, en la parte alta de Naiguatá.


Participa en la conversación