Cuarentena radical en Caracas se cumple en medio de fallas constantes en el suministro de agua

falta de agua

El suministro de agua potable sigue siendo irregular para caraqueños durante la cuarentena por la COVID-19. En la parte alta de La Vega tienen más de un mes sin agua. En Altagracia, Sucre y Catedral son pocas las horas que dura el servicio y prácticamente la misma historia se repite en las demás parroquias.

Caracas. Alrededor de 2200 millones de personas en todo el mundo no cuentan con servicios de agua potable gestionados de manera segura, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En esa cifra entran la mayoría de habitantes de las 22 parroquias de la ciudad de Caracas. En la actualidad, una de las zonas más afectadas es la parte alta de la parroquia La Vega, en el municipio Libertador. Allí el agua desapareció de las tuberías desde hace mes y medio.

Luego de varias protestas y denuncias por la falta de bombeo hacia las zonas más altas, el Ministerio de Ecosocialismo y Aguas convocó a un grupo de vecinos a una reunión. A partir de ese encuentro, el envío de cisternas por parte de Hidrocapital curiosamente se hizo más constante. Antes eran muy pocos los que llegaban a las zonas perjudicadas, según el párroco Alfredo Infante de la comunidad Alberto Hurtado de La Vega.

Una de las tantas protestas pacíficas en la comunidad ocurrió días antes de Semana Santa. Para ese momento un grupo de vecinos decidió salir en procesión junto con el sacerdote Infante, quien comandó la actividad simbólica con una pancarta de protesta con la frase de Jesús en la cruz “Tengo sed”. Al día siguiente ocurrió el llamado del Ministerio de Aguas, y ese mismo día fue detenido por la Policía de Caracas, el líder comunitario Jairo Pérez, por supuestamente incitar a las protestas en la parroquia. Cinco horas después fue liberado.

Pero, por más cisternas que envíe Hidrocapital, no son suficientes para todos en La Vega, y los pocos litros que logran almacenar rinden solo para unos cuantos días. Tampoco el poder adquisitivo en la comunidad es suficiente para pagar con frecuencia los servicios privados de cisternas, cuyos costos son en dólares. Además, no todos suben hasta la parte alta. Un camión de 4000 litros cuesta alrededor de10 dólares y los de 10.000 litros salen en 40 dólares.

La verdadera solución al problema es el arreglo de los motores que se encargan de bombear agua con la fuerza necesaria para que llegue hasta lo más alto de La Vega. “La comunidad quiere agua por tuberías, no por cisternas – dijo el padre Infante quien, además, solicita otra reunión con las autoridades para saber en qué estatus está el arreglo de los motores–, ya que por muchas cisternas que manden, no van a poder abastecer a toda la zona”.

El párroco recuerda que antes “por lo menos” el agua llegaba una vez por semana hasta la zona de Los Mangos, en la parte media, y hasta Las Casitas, la zona más alta, la cual conecta con el kilómetro cinco de la carretera Panamericana. Piden que, “al menos”, ese ciclo sea reactivado.

El suministro constante de agua es importante para mantener la higiene y la salud pública, y más en una situación de pandemia. Las campañas de prevención contra la COVID-19 repiten una y otra vez sobre lo fundamental que es lavarse las manos para evitar el contagio. En promedio una persona necesita de, al menos, 100 litros de agua para atender todas sus necesidades, incluyendo las higiénicas, según la OMS.

En la actualidad, Venezuela vive una segunda ola de contagios de la COVID-19, los cuales se han incrementado a diario desde comienzos de marzo. Esta semana se cumplen tres semanas continuas de cuarentena radical. Y solo este lunes 5 de abril se reportaron 1425 nuevos contagios en el territorio nacional y 16 fallecidos en las últimas 24 horas.

Las otras parroquias de Caracas

En la casa de Isaac González, en Catia, parroquia Sucre de Caracas, aún tienen el privilegio de que el agua llegue dos días a la semana, pero, desde hace casi cuatro años, no es bombeada con la suficiente presión para lograr llenar el tanque de 100 litros que tienen en casa. Su salvación ha sido la bondad de un vecino que, al ser dueño de un colegio privado de la zona, les permite pasar agua desde el plantel para llenar el tanque, esto gracias a que en sus instalaciones cuenta con el alivio de tener bombas propias.

Pero Isaac recuerda que comenzando la cuarentena en 2020, por su casa duraron unos cuatro meses sin agua por tuberías. Esa vez fue un familiar quien los auxilió llevándoles bidones de agua en vehículo, los cuales llenaba en un bote de aguas blancas, en la carretera vieja Caracas–La Guaira. En la zona, el miedo a los colectivos armados, simpatizantes del gobierno de Nicolás Maduro, limita sus posibilidades de protestar sin amedrentamiento.

En la parroquia Altagracia la situación es que no hay ni siquiera un ciclo establecido de racionamiento. Al edificio donde vive José Ascencio, el agua está llegando solo los viernes con la presión suficiente para llenar el tanque que está en la azotea del edificio y ya para el sábado en la tarde, el suministro del servicio es historia.

Antes de la primera semana de abril, los vecinos cercanos del Palacio de Miraflores tenían más de una semana que no les llegaba agua por tuberías y cuando llegaba, venía tan sucia que era como si no hubiera.

No existe un patrón de que todos los viernes llegue o todos los sábados. Solo en diciembre llegó entre semanas. Pero en promedio, nosotros contamos con agua un día y medio cada siete u ocho días, o de once a doce días, explica José.

En la parroquia ha habido protestas por las fallas en el servicio. José cuenta que en dos oportunidades, luego de dos semanas sin agua y nada de reserva en los tanques, los encargados del consejo comunal del edificio les solicitaron el carnet de la patria para poder abastecerse a través de cisternas que ellos habían gestionado. Así ha ocurrido con la venta de alimentos y servicios médicos subsidiados por el Estado.

Los botes de agua son otro problema. José recuerda que hace tres meses avisaron a Hidrocapital sobre un bote de agua en plena avenida Baralt que estaba empezando a socavar el asfalto. La única respuesta que recibieron fue: “que lo resuelvan los vecinos”. Y al no tener solución por parte de las autoridades competentes, no les quedó otra alternativa.

El dueño de una ferretería de la zona pidió colaboración y entre varios vecinos rompimos la calle y, efectivamente, había una tubería rota. Esa tubería se arregló de manera improvisada con tubos PVC y tirro.

Desde la ONG Faro Comunitario estiman que entre 15 % y 20 % del agua que se bombea a la Gran Caracas se pierde en botes de agua.

Los cortes de agua se repiten en las 22 parroquias de Caracas, la diferencia es los días en que llega o se interrumpe el servicio y en las horas que dura activo. O al igual que en la parte alta de La Vega, tienen meses sin que el agua corra por las tuberías, como es el caso de Cotiza, donde los vecinos tuvieron que improvisar un sistema de abastecimiento a través de un pozo que existe dentro de un túnel abandonado en lo que sería la unión de la Cota Mil con la autopista Caracas-La Guaira, una de las tantas obras inconclusas del gobierno desde el mandato de Hugo Chávez.

Monitor Ciudad realizó una investigación en 100 zonas de Caracas con 500 informantes, en la que se pudo determinar que, para junio de 2019, las personas tuvieron en promedio 46 horas de agua de las168 horas que tiene una semana.

El trabajo también determinó que el método complementario de abastecimiento que usan los caraqueños es acarrear agua (49 %), seguido del uso de cisternas (13 %). El método menos usado fue la opción del pozos (3 %), debido a que contratar un servicio de perforación de pozos tiene un costo aproximado de entre 15.000 y 20.000 dólares.

Para 2019, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró 1777 protestas por falta de agua. Y en 2020 contabilizó 8193 manifestaciones para exigir derechos sociales.

Durante el año 2020, y en medio de la cuarentena por la COVID-19, una explosión en la sala de bombeo del sistema Tuy II dejó sin agua a buena parte de la Gran Caracas. Néstor Reverol, ministro de Interior, Justicia y Paz, dijo que lo sucedido fue un ataque terrorista y la solución fue la llegada al país de 252 camiones cisternas de China (de las 1000 que supuestamente fueron compradas) y que serían incorporadas al llamado Plan Nacional de Abastecimiento de Agua.

De hecho, este martes vecinos de la avenida Universidad, parroquia Catedral, protestaron ante las constantes fallas en el suministro de agua. En el lugar hubo presencia de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) –según los reportes publicados a través de Twitter –, y posteriormente enviaron una cisternas a la zona.


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