Dólar y relajación de controles de precios dan algo de respiro a los consumidores

dólar y relajación de controles

Francisco Allen, gerente de la Unidad de Análisis Económico y Consultoría de Datanálisis, explica que el uso de divisas, la oleada de importaciones y la relajación de los controles de precios han permitido una mayor oferta de bienes y servicios. Sin embargo, estima que 25 % de la población está en situación crítica, pues su ingreso se deprecia día tras día y no tiene acceso a divisas.

Caracas. La pandemia de COVID-19 trajo consigo nuevas formas de adquirir bienes y servicios. Las restricciones a la movilidad aceleraron la dependencia de plataformas digitales. Pero en Venezuela, donde la economía lleva siete años de contracción económica y la desigualdad y la pobreza se han exacerbado, el consumo venía contraído mucho antes de la crisis sanitaria. En el último año la gente sigue afectada por la hiperinflación y la emergencia humanitaria, sin embargo, algunos cambios en la política económica han aliviado de alguna forma el acceso a alimentos.

En 2014 empezó a regir la Ley Orgánica de Precios Justos. Desde entonces el gobierno ha adoptado políticas de controles de precios y fiscalizaciones, que han sido rechazadas de manera tajante por el sector privado. En 2019 hubo una relajación en los controles de precios, lo que ha derivado en una mayor oferta de alimentos. Al menos así lo evidencian los anaqueles, que cada vez están más abastecidos y en especial con marcas importadas. La entrada de productos del exterior también viene generada por la exoneración de impuestos decretada en julio de 2018 en Gaceta Oficial 41446; Decreto N.° 3547.

A diferencia de 2014, 2015 y 2016, cuando los anaqueles estaban vacíos y la gente hacía largas colas para adquirir productos regulados, hoy los supermercados en Caracas muestran una amplia oferta de alimentos. Los bodegones, que llevan en el país menos de tres años, también son una opción para adquirir artículos de higiene o comida, aunque en estos últimos abundan las exquisiteces, golosinas o licores dirigidos a un público más puntual y con mayor poder adquisitivo.

El economista Francisco Allen, gerente de la Unidad de Análisis Económico y Consultoría de Datanálisis, dice en entrevista a Crónica.Uno que la pandemia ha afectado los patrones de consumo en muchos aspectos. Sin embargo, afirma que en Venezuela es complejo diferenciar cuál de los dos elementos, si la prolongada crisis económica o la pandemia, tiene más o menor peso en la manera en que la población hace sus compras. Ambos sucesos definen cuánto puede comprar la gente, con qué frecuencia y los canales de compra.

¿Ha mejorado o empeorado el consumo? Para Allen la respuesta es ambigua. “Ha mejorado en algunos aspectos y ha empeorado en otros. Hace tres años había problemas de desabastecimiento en diversas categorías de consumo masivo, ligados a férreos controles de precios; de un tiempo para acá el gobierno se hace un poco la vista gorda ante esos controles y esa misma dinámica ha hecho que las empresas puedan vender productos con algo de rentabilidad. Eso ayudó a mejorar el abastecimiento de productos”, indica.

La despenalización del uso del dólar y la hiperinflación llevaron a la población a asumir esa moneda en el día a día. El acceso a divisas también ha hecho que la gente pueda adquirir con más facilidad algunos artículos de consumo masivo, como pasta, harinas de maíz, champú, detergentes, entre otros. No obstante, el especialista apunta que eso no significa que la gente pueda cubrir todas sus necesidades o que compre en grandes cantidades, lo que ha logrado es que se dinamice un poco más la economía.

En medio de la crisis se han profundizado las desigualdades: quienes tienen acceso a dólares y quienes no. El economista explica que han observado un incremento en el número de personas que reciben divisas como medio de pago: “Ahí hay de todo, personas de distintos estratos sociales, incluso de los estratos más bajos, que se ubican en D y E, personas que de manera recurrente están recibiendo divisas. Eso ha llevado a mejorar su poder adquisitivo, aunque una buena parte de la población sigue en una situación crítica”.

Más de 70 % de las personas manifiesta recibir de manera recurrente dólares como medio de pago. Allí entran personas que reciben propina o que de manera informal cuidan los carros y eventualmente les dan algún dólar, añade Allen.

La COVID-19, que ya deja 219.864 personas contagiadas y 2465 fallecidos, según las cifras oficiales del 20 de mayo, ha generado cambios en la movilidad y acceso a bienes. Las mediciones hechas por Datanálisis reflejan que hay un incremento significativo en las compras a domicilio. Además, han surgido aplicaciones o se han popularizado algunas empresas de delivery, así como también las ventas entre condominios. Allen señala que los mismos comercios han adoptado ventas digitales de manera directa a través de Whatsapp o Instagram.

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Foto: Luis Morillo

Evelin Antolínez, quien vive en San José del Ávila, una urbanización cerrada con nueve torres, es una de las que dejó de hacer compras en la calle para evitar el contagio. Dice que en su zona el acceso a alimentos no es fácil, pues no hay supermercados cerca. La llegada de la pandemia llevó a los vecinos a ofrecer cada vez más productos. “Aquí se vende desde pan caliente las 24 horas del día hasta licores. Con bombos, sin combos, con dólares, pago móvil, como la gente quiera”, cuenta vía Whatsapp. Para la mujer la diferencia de precios entre su condominio y la calle no es tanta, incluso, dice que entre sus vecinos puede encontrar cosas más baratas.

La exoneración de aranceles trajo una oleada de importaciones de nuevos socios comerciales. En el mercado hay presencia de productos chinos, de Oriente Medio, Turquía e iraníes. “Hay una oferta muy amplia de diversas partes del mundo que compiten con los productos nacionales, ahí sí ha habido una mejora; sigue habiendo escasez puntual en algunos momentos y rubros, pero hay mayor oferta de productos, presentaciones, marcas y empaques”, explica Francisco Allen.

La maestra Davilena Simoza, quien hace compras cada 15 días en un nuevo supermercado en Caracas: Forum, en ese establecimiento indica: “Hay bastante cantidad de artículos para comprar y variedad”. Apunta que este mes percibe que los precios han aumentado mucho más rápido que los anteriores.

La prolongada crisis económica, la emergencia humanitaria compleja y ahora la pandemia han elevado la vulnerabilidad de las familias. Organismos como el Programa Mundial de Alimentos estiman que este año se sobrepase la cifra de 9,3 millones de venezolanos en inseguridad alimentaria que había sido calculado hace dos años.

Datanálisis estima que 25 % de la población está en situación crítica, pues su ingreso se deprecia día tras día y no tiene acceso a divisas. En el otro 75 %, donde convergen personas de todos los estratos, hay gente que tiene garantizadas todas sus necesidades, pero llegan a fin de mes justo.

Dónde compra la gente

Los estudios de Datanálisis muestran que la mayoría elige comprar en lugares tradicionales, como los supermercados independientes, los abastos o bodegas. Pero la aparición de los bodegones, que ya son más de 600 en todo el país, empieza a manifestarse en las encuestas. Los bodegones no son el primer lugar de compra, pero sí viene creciendo la tendencia de quienes acuden allí: las estadísticas muestran que 15 % manifiesta comprar en estos lugares.

Para Allen las compras en bodegones son puntuales y se manifiestan en forma de indulgencia, ejemplo: Quiero darme un premio, una chuchería, una botella de vino o un helado importado. Los alimentos del día a día la gente los sigue adquiriendo en supermercados.

Las marcas nacionales ya no son mayoría en los anaqueles. Las industrias expresan que la competencia con los productos importados es “desleal” y que no hay incentivos por parte de las autoridades. Además, las fallas constantes de los servicios y la escasez de combustible también atentan contra la productividad. “Éramos un mercado mucho más de producto local. Cuando querías un producto importado uno viajaba a Margarita y lo traías de allá. Las marcas locales tenían un peso importante. Creo que van a perder relevancia porque es una competencia muy fuerte que tienen. Las mismas ineficiencias de las políticas hacen que producir sea más costoso. Va a costar que se mantengan”, advierte. 

Lilian Gluck es una de las que todavía elige comprar marcas nacionales por encima de las importadas. La mayoría de las compras las hace en los mercados tradicionales. Cuenta que en los bodegones adquiere cosas específicas. A su juicio los establecimientos están bien abastecidos, pero considera que la variación de precios es muy alta de un sitio a otro. “El dólar es manejado a veces con criterios que no se basan en parámetros de oferta y demanda”, señala.

La recreación en la pandemia

En los primeros meses de confinamiento las plataformas digitales jugaron un papel crucial para acercar a la gente. Algo que analizan los expertos es que el entretenimiento al aire libre toma más relevancia, al igual que el uso de la bicicleta, este último no solo para mitigar contagiarse, sino también por las fallas de transporte. Francisco Allen indica que las empresas han comenzado a leer esa información, así como los microemprendimientos, que empiezan a importar equipos para hacer ejercicios, bicicletas, patines, entre otros.

Se sinceran las tarifas 

Otro cambio en el mercado es que se sinceran las tarifas con respecto al mercado global. El especialista cuenta que muchos honorarios se han ido regularizando: “Hace tres años un médico cobraba en bolívares y al hacer la conversión el monto era ridículo con respecto a otros países, eso ya se ha ido sincerando. Es un golpe para el paciente, pero está ajustado a la realidad de esa profesión, por ejemplo, ya hay doctores que cobran entre $30 a $50 o más. Un plomero, un técnico da sus tarifa en dólares o piden que les paguen a la tasa del día. Eso ha mejorado la economía de algunos grupos, otros siguen en situación grave”.


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