En nueve meses de pandemia, el Sistema de Orquestas ha atendido de manera virtual entre 92.000 y 115.000 niños de una población de 1.012.000. En medio de las dificultades, la creatividad y el ímpetu en los núcleos han sido parte del antídoto para resistir al confinamiento.

Caracas. El Sistema de Orquestas no ha querido dejar de cantar y luchar en pandemia. Empujan una gran nota de silencio, entre el COVID-19 y la crisis económica, que quiere confinarlos a una pausa. Jesús Morín, director sectorial de formación académica de la Fundación Musical Simón Bolívar, conocida como El Sistema de Orquestas, cuenta que crearon un plan para continuar.

El plan prioriza la capacitación del personal en herramientas digitales, la atención de los niños en los núcleos y en estados y poblaciones con flexibilización, y la llamada telefónica para mantener el vínculo con las zonas donde las fallas de luz e internet no han permitido el proceso formativo. En estos nueve meses, desde el decreto de cuarentena, de manera virtual han atendido entre  92.000 y 115.000 niños de una población de 1.012.000. 

En medio de las dificultades, la creatividad y el ímpetu en los núcleos de El Sistema, como dice Morín, han sido parte del antídoto para resistir al confinamiento. Cuenta el testimonio de un director del núcleo quien cada 15 días visitaba casa por casa a sus niños para afinarles el cuatro y dejarles nuevas asignaciones en el cuaderno. “No vamos a decir que los profesores que empezaron con ímpetu, no hay un día que no suspendan la clase porque tienen que hacer la cola del gas. Sobre esa dinámica, que conoce el director con el equipo de profesores, se ha montado esto”, dice Morín. 

Usted decía justo hace un año que El Sistema no estaba en una burbuja ante la complejidad del país. ¿Qué ha sido de El Sistema en estos 12 meses y ahora en pandemia?

—Tenemos que dividirlos en dos etapas: antes de la pandemia veníamos con un buen impulso, aunque con las mismas dificultades porque la situación del país no había cambiado. Luego vino una etapa de cuarentena con una pausa de un mes que nos dio estudiar el panorama. Iniciamos un proceso de diagnóstico y consulta en los estados del país, pero también de sensibilizarnos con la gente y ver de qué manera podíamos ayudar a afrontar la situación que se nos venía.

¿Qué arrojó ese diagnóstico?

—Ese diagnóstico nos dio para saber cuántos chamos podíamos atender. Recordando que El Sistema tiene una población grandísima: el Programa Simón Bolívar en las escuelas que atiende a más de 600.000 niños, pero nuestro vínculo primario es con la directora, luego la maestra y después con el niño. El primer análisis fue cómo seguíamos formando a los niños en los núcleos porque es donde se tiene una injerencia directa, y lo segundo cómo atendemos el programa Simón Bolívar, ahí empezamos a encontrarnos con las dificultades. El diagnóstico no fue nada sencillo: estados donde solo el 10 % del personal tenía acceso a Internet, en otros era 95 % la conectividad. Había que estructurar planes específicos para cada estado. Aquí nos encontramos con la imposibilidad de atender al total de los chamos que hacen vida en El Sistema y esa es una realidad. 

Ante esa realidad, ¿cómo hicieron un plan específico para cada estado?

—Tuvimos que empezar a priorizar. Lo primero fue que un 70 % de los profesores tenían WhatsApp y teléfonos. Entonces comenzamos a capacitar en un mes a la gente. Lo segundo fue atender a los niños de los núcleos que tuviesen herramientas tecnológicas. Lo tercero fueron estados y poblaciones donde no había cuarentena, ahí empezó la creatividad de directores de núcleos. Un caso de una población llamada Guardatinajas en Guárico: al director del núcleo le preocupaba que los niños no sabían afinar bien el cuatro, entonces hacía un recorrido casa por casa y le afinaba el instrumento desde afuera, le anotaba las asignaciones en el cuaderno y a los 15 días regresaba. Cada director comenzó a ingeniársela para llegarle a los niños, no de forma obligatoria. Por último, mantener el vínculo con las zonas rurales, en lugares donde no había luz, internet. El proceso formativo ahí no podía continuar, pero se mantuvo la llamada telefónica. 

El Sistema
Foto: Luis Morillo

¿Cuántos niños se quedaron atrás, que no pudieron continuar el proceso formativo?

—Logramos atender de manera virtual entre  92.000 y 115.000 niños. 

¿De una población de cuántos?

— De 1.012.000 niños. La última priorización que hicimos fueron los niños de las escuelas públicas, del Programa Simón Bolívar. Los niños y las escuelas estaban bastante ocupados y colapsados con su proceso académico. Sabemos que ellos también enfrentaron una dificultad donde habrán dejado de ver contenido. Lo que decidimos fue generar un vínculo con las directoras y maestras, dentro de las asignaciones escolares, se pedía repasar las canciones en el cuatro y el canto. No contabilizamos esto como una formación directa porque es solo tratar de mantener un vínculo y que no se aparten de la música. No había forma de llegarle a esos más de 600.000 niños. 

Usted me hablaba en otra entrevista de que al Sistema le ha tocado una “readaptación”. Me hablaba de un profesor que camina para llegar al núcleo, de ir tres veces al núcleo por falta de transporte o pasaje. En la pandemia ¿cómo se trabaja? Un profesor que no tenga luz, internet, ¿cómo ha logrado esa “adaptación”?

—Cada núcleo con su equipo de trabajo ha tomado las riendas. Emanamos unas líneas, pero cada quien ha desarrollado su forma y manera. No lo voy a negar, hay núcleos, entre 35 y 40, en que la actividad ha sido mínima porque las condiciones han sido supercomplejas, tema agua, luz, gas, conectividad, a eso te enfrentas. No vamos a decir que los profesores que empezaron con ímpetu, no hay un día que no suspendan la clase porque tienen que hacer la cola del gas. Sobre esa dinámica, que conoce el director con el equipo de profesores, se ha montado esto. En Zulia, dentro de la terrible dificultad, sobre todo con la luz, es increíble lo que han hecho. Hasta un programa de formación para directores orquestales y de núcleos con un maestro polaco. Una de las directoras tenía que estudiar la partitura de todos los instrumentos y no tenía ni el dinero para imprimirla y la transcribió. ¡Dibujó todos los pentagramas!  

El testimonio de la directora es que se aprendió la obra de memoria porque escribió nota por nota. Eso es El Sistema. Ah, esa no es la totalidad, hay gente que ha dicho que no puede, que no tiene cómo dar clases. Hemos enviado algunos equipos y hemos hecho recargas telefónicas. 

El Sistema
Foto: Luis Morillo

Sé de algunos profesores que no están dando clases porque no tienen equipos ni las condiciones o porque están molestos con el salario. ¿Cómo sobreviven con un dólar al mes? ¿Qué le toca hacer a un profesor o a un músico?

—La situación salarial no ha variado. Quizá ha empeorado. Quizá en un aumento salarial llegó a cinco dólares y quizá al mes siguiente ya está en un dólar otra vez. Ni con cinco ni con un dólar nadie vive. El trabajador de El Sistema de Orquestas no vive de su salario, está haciendo múltiples cosas para sobrevivir. Lo que sí ha cambiado es la estructura de autogestión. Ya tenemos autorización del Estado para que El Sistema empiece un proceso de autofinanciamiento. Desde el año pasado, por la crisis económica tan compleja, el mismo Ejecutivo entendió que debemos producir recursos. En el mundo entero las orquestas profesionales sobreviven con la venta de tickets. Esto lleva un tiempo, después de tantos años con un público que viene a disfrutar de un altísimo nivel de manera gratuita ahora toca crear una cultura de que eso tiene un costo. 

¿Qué va a suponer este plan de autofinanciamiento? ¿Cuánto podría costar un ticket y si será en dólares?

—Antes de la pandemia este proceso de prueba había empezado, ya estábamos vendiendo los tickets. Eran unas pruebas en bolívares y nos dimos cuenta de que bajó la asistencia del público. Era una entrada que nunca estuvo por encima del costo de una entrada al cine. Lo que se quiere es que la entrada pueda ayudar al artista, así como las colaboraciones y alianzas con privados.  En los núcleos ya se viene dando esto. En San Juan de Colón, en Táchira, los padres se dieron cuenta de que los profesores estaban dejando de asistir por el costo del pasaje. Se organizaron para recaudar, entre ellos y con los comercios, y pagan los pasajes de la semana a los profesores. Sabemos que no es la solución, porque el trabajador debe tener un salario suficiente para que él viva como fue en el pasado. 

Quizá han hecho falta actividades para las personas durante el confinamiento, conociendo a Venezuela como un país orquestado. ¿Se ha planteado El Sistema que sus músicos toquen y canten en un homenaje a los médicos? 

—Al comienzo de la pandemia muchos de nuestros niños tenían sus conciertos en sus comunidades. En los pasillos de sus edificios; claro, ninguno se hizo viral como los que vimos en Italia. Pero se hicieron. Lo que pasa es que el país está sumergido en otras cosas que quizás a nivel comunicacional estas pasan por debajo de la mesa, pero en la institución no. No hemos ofrecido conciertos en centros de salud, lo hemos hablado, pero ese concierto va. Hay que rendirle un homenaje a esos héroes. Estuve leyendo que un buen porcentaje de médicos en Mérida estaban en cuarentena. El Sistema no dejará que eso pase por debajo de la mesa.

Fotos: Luis Morillo


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