En las principales tiendas de electrodomésticos y artículos del hogar la inflación y la caída del consumo todavía se percibe. Aunque reconocen que ha aumentado el flujo, todavía la rotación de productos es baja y los clientes, generalmente, van directo a comprar lo que necesitan.

Caracas. En casa de Beatriz Pineda reponer ciertos electrodomésticos y artículos del hogar cada tres o cuatro años era un proceso tan seguro como que el sol sale por el este. Con tres sueldos aceptables, créditos con cómodas cuotas para los productos más costosos y variedad, su única preocupación era encontrar los mejores precios y menos bululú de gente.

Pero esa costumbre quedó atrás hace, al menos, seis años. Su microondas se fue dañando de tantos bajones y reparaciones “parapeteadas” ante la imposibilidad de comprar uno nuevo y lo mismo ocurrió con la licuadora y la lavadora que “a duras penas” siguen funcionando, aunque sea a media máquina.

En menos de diez años sus ingresos y los de su esposo, ambos trabajadores de la administración pública que pasaron a retiro durante la recesión económica, se fueron a menos. “Yo me puse a vender helados y jugos en el apartamento, mi esposo hace trabajos de plomería y ahí vamos, poco a poco, comprando lo que se puede”, exclama Beatriz.

La firma Ecoanalítica calcula que en los últimos ocho años la caída del Producto Interno Bruto (PIB) es de, al menos, 79 %, lapso en el que el país además entró por primera vez en su historia en hiperinflación y los ingresos petroleros cayeron 80 % producto de la crisis del sector y años de desinversión y desfalco.

Y según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV), entre 2014 y 2020 los precios al consumidor aumentaron, en promedio, 39.043.181.456,88 %, un índice de inflación que pulverizó por completo los ingresos y la capacidad de ahorro de los venezolanos, restringiendo aún más el acceso a bienes y servicios como electrodomésticos y artículos del hogar.

Si bien en esos seis años la inflación del rubro de equipamiento del hogar fue poco más de un tercio de la general (14.298.365.080,96 %, según el BCV), desde 2019 –cuando se relajaron los controles de cambio y precios, y el Gobierno le dio carta blanca a las importaciones– la variación de esos productos sí ha superado al promedio.

El Observatorio Venezolano de Finanzas, que ante la opacidad y retardo del BCV calcula y publica mensualmente un índice propio, estima que en julio de este año los precios de bienes de equipamiento del hogar fueron los que más aumentaron después del rubro educación, con 31,6 %.

Cuando empezamos a recuperar ingresos, vendiendo helados o reparando cosas, fuimos guardando dinero para reponer lo que hacía falta reponer, pero cuando íbamos a la tienda ya se había agotado el producto o había aumentado de precio”, exclama Beatriz.

En su caso, cuenta que tres meses después de haber visto un microondas que le gustó ya el precio había pasado de $80 a $100 en la misma tienda. “Son 20 dólares que nos cuesta ganar y que tuvimos que ‘parir’ unas semanas más para completar”, asegura.

Aunque la liberación de precios ha ido de la mano con la dolarización informal de la economía, tanto compradores como vendedores coinciden en que, incluso, los precios en dólares de electrodomésticos y artículos del hogar tienden a aumentar en divisas, fenómeno que especialistas atribuyen a la presión inflacionaria que avanza más rápido que la variación del tipo de cambio.

En efecto, Crónica.Uno comprobó que las principales redes y tiendas de electrodomésticos y artículos del hogar muestran precios en dólares, buena parte de ellos de difícil acceso para una población con alta informalidad laboral e ingresos promedio que no superan los $60 en el sector privado y $10 en el público.

Entre los electrodomésticos, las planchas de ropa y las licuadoras son los productos de menor precio en tiendas como Daka, Multimax, Damasco y Beco. Las primeras se consiguen por el orden de los 15 dólares y llegan hasta 30 dólares dependiendo de la marca y el material de fabricación.

Las licuadoras, por su parte, van de $25 a $65 y son “de los productos que más se llevan”, contó a Crónica.Uno una trabajadora de Daka que pidió no ser nombrada. La empleada aseguró que las compras, por lo general, son para reposición “ya que hay personas que tienen licuadoras descontinuadas o de marcas que son difíciles de conseguir repuestos”.

En la tienda Multimax de Los Símbolos, un joven detallaba, sin disimular su impresión, los precios de las neveras, que a diferencia de otros años pudo ver en altas cantidades y con variedad de marcas, “el problema es el precio”, aseguró. La más económica, allí y en otros establecimientos, no baja de los 250 dólares, tiene capacidad mínima y es escarchada.

En contraste, en algunas tiendas las neveras más avanzadas y sofisticadas pueden costar entre 3000 y 5000 dólares. “Da la impresión de que es un monto inalcanzable porque ahora todo se paga ‘chín-chín’, no hay forma de pedir financiamiento como antes”, cuenta uno de los proveedores de una marca reconocida del país, con más de dos décadas en el sector.

Desde finales de 2018, con el fin de contener el tipo de cambio y la inflación, el Gobierno y el Banco Central de Venezuela (BCV) mantienen el encaje legal en máximos históricos de más de 90 % de los depósitos bancarios, lo que le impide a las instituciones otorgar créditos personales y comerciales a personas naturales y jurídicas.

Ello, sumado la crisis económica, la falta de productividad y la caída de ingresos fiscales mantiene el consumo por el suelo, aunque las colas a las afueras de los establecimientos y el gentío en los centros comerciales pareciera mostrar lo contrario. “Ahorita sí estamos vendiendo más, pero solo si lo comparamos con el inicio de la pandemia”, exclama Ángel Villegas, encargado de una tienda Beco.

La gente no se lleva grandes cantidades, no como hace diez años, salvo clientes puntuales. Solo los sábados se ve bastante movimiento porque es un día comercial de por sí, aunque la rotación de productos no está ni cerca de lo que era”, asegura.

Mientras que Cristina*, encargada de una tienda Damasco, cuenta que, en su caso, nota que las personas por lo general ya saben lo que van a comprar y se ajustan a ese presupuesto. “No es muy común que compren más de dos o tres productos, menos si son de alto costo, aunque sí ocurre y eso no se puede negar”, afirma.

Según el sondeo de Crónica.Uno por las principales tiendas del sector, los juegos de vajillas tienen precios a partir de $40; los de sábanas desde $20 y varían según cantidad de hilos y tamaño; los juegos de cubiertos van de $18 a $50; los juegos de ollas no bajan de los $40; las lavadoras semiautomáticas se consiguen en $160 y el aire acondicionado tipo split más económico tiene un precio de $200.


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