Abandonado desde la tragedia de Vargas, el Hotel Miramar es un patrimonio cultural casi en ruinas. Por estos días, se inició un proceso de limpieza y desmalezamiento de sus áreas internas y externas con la intención de materializar su rescate.
La Guaira. El 25 de abril de 1935, dos meses antes de morir en un accidente de aviación en Medellín (Colombia), Carlos Gardel, el máximo referente del tango, arribó a Venezuela por el Puerto de La Guaira y antes de presentarse en Caño Amarillo (Caracas), descansó por dos horas en el Hotel Miramar, una joya arquitectónica en el balneario playero del Paseo de Macuto.
A ese lugar de alojamiento, en el que no cantó sus éxitos “Volver” y “Por una cabeza”, lo siguió una legión de admiradores, que luego se trasladaría a la ciudad capital.
El Miramar fue declarado Monumento Histórico Nacional en la Gaceta Oficial Nº 35.441, publicada el 15 de abril de 1994. Dos años antes, lo hizo el Concejo Municipal de Vargas y en 2005, fue considerado como un bien de interés cultural de la región. Pero, su abandono y falta de mantenimiento ha sido directamente proporcional al efecto corrosivo del salitre marino circundante.
En medio del desplome técnico de su infraestructura, el presidente de la Cámara de la Construcción en La Guaira, Mario Lieghio, informó que en la actualidad se despejan los escombros y otros obstáculos de sus pasillos, escalinatas, salones, caminerías externas y 90 habitaciones.
Paralelamente, se ha iniciado un estudio técnico de factibilidad para su rescate bajo los protocolos internacionales de refacción, que, de acuerdo con especialistas de la materia, han sido ignorados por décadas por el Instituto de Patrimonio Cultural.
Alianza pública y privada
Lieghio destacó que los trabajos de limpieza y desmalezamiento, permitirán que se allane el camino hacia una alianza pública y privada que finalmente logre la restauración parcial o total del inmueble, inaugurado en 1928 y diseñado por el arquitecto Alejandro Chataing.
Con la supervisión de arquitectos especialistas en patrimonio e ingenieros estructurales, se inició la limpieza y el desmalezamiento del área interna del hotel, con mucho cuidado porque nos hemos encontrado con árboles entrelazados a la estructura”, señaló quien hace una década participara en las rehabilitaciones del casco histórico de Caracas.
En estos estudios preliminares, se busca determinar la resistencia del concreto y el nivel de oxidación de los elementos metálicos de toda la estructura en sus distintos niveles.
“Es con esa información, sumada a los levantamientos realizados previamente por los ingenieros especialistas, lo que nos permitirá conocer la adecuación de la estructura, entre otros asuntos, a las normas sísmicas vigentes”, agregó.
Ante la propuesta de rescate del Miramar, el excronista de La Guaira (1997-2001), Abilio de Oliveira, prefirió esperar los resultados del denominado estudio patológico.
No obstante, trascendió a Crónica.Uno que dicha inspección técnica arrojaría la certeza de que el edificio podrá ser recuperado y que las mayores afectaciones se hallan en las placas de techos y pisos, así como en las cúpulas frontales.
Olores nauseabundos
Cuando se hace un repaso histórico del Hotel Miramar, habría que destacar que resistió los desbordamientos de los ríos La Veguita y El Cojo durante la tragedia de Vargas del 15 y 16 de diciembre de 1999.
Muy cerca de este, el hospital Materno Infantil (el único en su estilo en la región) resultó tapiado por el lodo y las rocas del deslave de fin de milenio.
Para esa época, en los espacios del lobby, la Fundación Museo Armando Reverón, a través de un convenio con la Alcaldía del municipio Vargas, organizaba actividades culturales con estudiantes de los planteles públicos y privados del Litoral Central.
Tal iniciativa fue desdeñada luego de la tragedia, cuando la infraestructura del hotel sucumbió al abandono generalizado, aun estando bajo la custodia del Ministerio de la Cultura.
En el primer cuarto de la nueva centuria, los espacios del Miramar se convirtieron en guarida de malhechores e indigentes, que han cometido delitos contra decenas de temporadistas del Paseo de Macuto.
Lo más paradójico es que a menos de 300 metros de su fachada posterior, está una estación de la policía regional, en la que los vecinos del sector han procurado infructuosamente más vigilancia.
“Eso ya es caso perdido”, comentó al respecto Edelmira Pineda, vecina de la zona y quien evita caminar por los alrededores del hotel, cuyos olores nauseabundos también forman parte de la cotidianidad.
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