Javier Agostini, de 20 años, recibió un tiro en el pecho la madrugada de este domingo, cuando un joven disparó varias veces al aire supuestamente para tratar de disolver una discusión que se formó en una fiesta llamada “sound car”.

Caracas. Jacqueline Colmenares es una morena con mucho guáramo. Acuerpada, con el cabello amarrado en una cola alta y completamente vestida de negro, demuestra su carácter fuerte. Su coraje es tal que se atrevió a señalar al joven que mató a su sobrino, la madrugada de este domingo en el sector Mamera I, como pocos se atreven a hacerlo mientras vivan en un barrio de la ciudad.

Pasadas las 2:00 a. m., la hermana de Javier Alejandro Agostini Hernández, de 20 años, llamó a la familia para avisarles que le habían dado un disparo en el pecho mientras estaban en una fiesta con sus primos.

Un joven, apodado “el Portu”, disparó varias veces presuntamente para disolver una discusión que se originó en plena calle, donde se encontraban estacionados varios carros con música a todo volumen, actividad que los vecinos conocen como “sound car”.

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Con rabia, mucha rabia, Jacqueline contó que su sobrino estaba sentado en una moto cuando el muchacho disparó. La hermana de Javier trató de jalarlo para ocultarse de las balas, pero él le dijo que no porque ya le habían dado.

En una moto lo trasladaron hasta el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Mamera, pero ingresó sin signos vitales. “Si él fuese un malandro uno lo acepta y sabe que lo mataron por andar en malos pasos, pero ese muchacho era sano, bochinchero, conmigo se la pasaba echando broma”, expresó, mientras recordaba que el viernes lo invitó a tomarse unos traguitos a su casa pero él no pasó.

El homicida, según Jacqueline, se excusó alegando que lo había matado sin culpa, pues disparó para que todos se asustaran y le dio a Javier. Pero eso no tranquiliza a la familia y por eso su tía aseguró que no descansará hasta verlo tras las rejas.

“Estoy cansada de que me maten a mi familia, ya van tres que me matan. En Mamera me mataron a mi hijo, a mi hermano y ahora a mi sobrino. Ya basta, porque a los asesinos los meten presos pero al rato salen y siguen matando, y uno queda con su dolor. Las cosas no pueden ser así, tiene que pagar por lo que hizo aunque eso no me devuelva a mi sobrino”, sostuvo.

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La justicia a veces es injusta

Y su rabia se resume en que hace cinco años la violencia le quitó a su hijo mayor, Darwin José Rodríguez, de 22 años. Recordó el día rápidamente y sin titubear: 27 de marzo de 2011, y lo llamó “la masacre de Mamera”.

En esa ocasión murieron cinco personas a manos de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la Policía del Municipio Libertador, que llegaron disparando a una fiesta vestidos de civil.

“Les dieron 10 años de pena, pero como eran policías salieron a los tres años. A veces he visto a algunos de ellos por ahí por el barrio”, destacó.

Pero incluso esta mujer con temperamento de roble se quiebra. Detrás de su coraza de madre protectora hay otra que sigue llorando después de cinco años y asegura que ya no existen la Navidad ni el Día de las Madres.

“Yo tuve que ir a psicólogos porque tenía demasiada rabia, no podía estar tranquila. Vivía asomada viendo si pasaba la familia o alguno de los que mató a mi hijo, era horrible, la rabia nunca se me va a pasar porque perdí a mi hijo, un muchacho sano”, comentó.

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Cinco meses después de este crimen, asesinaron al hermano de Jacqueline. Gabriel José Agostini, de 38 años, quien era padre de Javier Alejandro Agostini, a quien mataron el pasado domingo.

Él perdió la vida cuando se encontraba en un autolavado de Mamera III y por la parte de afuera pasó una caravana fúnebre, donde uno de los asistentes disparaba en honor al difunto. Una de esas balas lo mató.

“Él llegó muerto al Pérez Carreño. Yo estaba con mi hija cerca, nosotras hasta escuchamos los tiros pero no imaginamos que habían matado a mi hermano. Yo averigüé quien disparó y me enteré que ya lo mataron”, soltó con resignación.

No tiene miedo de seguir denunciando a los criminales de su barrio. Se atreve a hacer cosas que los demás no, porque está cansada de que los delincuentes sigan haciendo de las suyas y matando a inocentes.

“Ya estoy harta, quiero justicia por el asesinato de mi sobrino, un buen muchacho. Después del entierro estaré en el Cicpc, denunciando a quienes deba denunciar con foto, nombre y apellido”, sentenció.

Fotos: Yohana Marra


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