Estado venezolano carece de interés para preservar yacimiento precolombino y prehispánico en Falcón 

yacimiento precolombino

El interés de preservación del yacimiento ha sido más de parte de la comunidad que de las propias autoridades venezolanas. Curiosos y pseudoinvestigadores se han llevado piezas, monedas, vasijas y hasta fragmentos de osamenta. Nadie ha respondido por el cuidado del cementerio indígena.

San Pablo/Falcón. Caminar por la zona de San Pablo en Falcón, donde está el yacimiento, significa transitar por encima de esqueletos, artesanía y funerarias precolombinas y prehispánicas que hasta ahora no han recibido la atención que merecen por parte del Estado venezolano.

Más de dos décadas han pasado desde el descubrimiento y no hay investigación, solo saqueo de objetos históricos y antropológicos que bien pueden explicar el origen de los falconianos y el papel que esta región jugó en el poblamiento del continente.

El yacimiento está ubicado en la población rural de San Pablo a 18 minutos de Puerto Cumarebo, capital del municipio Zamora al este de Falcón y a unos 57 kilómetros de Coro, ciudad capital. La conexión se hace por la troncal 003 Morón-Coro.

yacimiento precolombino
Del yacimiento han saqueado objetos históricos y antropológicos. Foto: Joanne López.

En julio de 2001, investigadores de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (Unefm) descubrieron este lugar donde se encuentran restos arqueológicos precolombinos y prehispánicos, que hoy se pierden por la intervención humana y el descuido institucional.

Con el transcurrir de los años y desde que se hizo pública su existencia han desfilado por la comunidad, integrada por siete familias y no más de 40 personas, cualquier cantidad de seudoinvestigadores y/o curiosos para  hacerse de piezas de artesanía y de restos humanos que afloran con simples movimientos de tierra.

Simón Romero, un guardián del yacimiento cuya tarea heredó de su padre, relató que siempre iba con su papá a esas tierras a buscar agua. Era más o menos entre los años 1968 y 1970. “Él me decía, ‘hijo, esto es un cementerio de indios’”.

Para esa época ya existía la promesa de construir un museo. Los organismos involucrados eran la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Unefm.

“Se quedó en promesas, porque no ha llegado nadie”, dijo Romero, al tiempo que exclama: “Esos indios eran seres humanos por qué los tienen tan olvidados”.

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Simón Romero se ha convertido en guardián del yacimiento al que llama cementerio de indios. Foto: Joanne López.

En 1998, Simón se fue a vivir a San Pablo y se ha convertido en el mayor defensor del cementerio. Aunque la necesidad es evidente en el lugar.

Los primeros hallazgos ocurrieron cuando comenzó a construir su casa en 1998. Desde entonces guarda con celo cada pieza de hueso o utensilio.

Estudié hasta sexto grado y veo los libros con los que me tocó aprender y me doy cuenta de que aquí hay piezas como esas”.

Con motivo de cumplirse más de dos décadas del descubrimiento de este yacimiento, un grupo de investigadores visitó el lugar junto con el equipo de Crónica.Uno.

Autoridades sin interés

San Pablo fue el motor para que Coro fuera nombrado Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.

Felipe Torrealba, explorador, hizo el descubrimiento hace 20 años cuando era parte del Centro de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas de la Unefm. Retornó a la zona, que catalogó como: “Muy intervenida por la acción humana con alteración de la información arqueológica del lugar”.

Torrealba comentó a Crónica.Uno que durante su descubrimiento se podían apreciar dos culturas: la neoindia o precolombina y la presencia de la indohispana.

Se trata de arqueología de contacto porque se aprecian cerámicas europeas, de las Antillas y quizá de la parte centroamericana.

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Los investigadores señalan que la zona ha sido muy intervenida y, por lo tanto, hay alteración de la información arqueológica. Foto: Joanne López.

Miguel Zavala, investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, coincide en afirmar que el lugar está muy intervenido, pero que es necesario realizar investigaciones y pesquisas para determinar con exactitud el tiempo de ocupación, que hasta ahora indica la época Dabajuroide.

La era Dabajuroide data de hace 2800 años. Se extendió desde Coro hacia otras zonas de Venezuela, como Lara, Apure, Yaracuy y oriente del país, así como hacia las Antillas holandesas. Se reporta por primera vez en la población de Dabajuro, de donde proviene su nombre.

Los restos de utensilios hallados, así como collares de cuentas, datan de unos 900 años.

Torrealba enfatiza que los indígenas de la zona de San Pablo habitaron hace unos 1000 y 1500 años, aproximadamente.

Zavala, que también es historiador, llama la atención de los organismos inherentes del cuidado y protección a este espacio:

Estamos perdiendo nuestro pasado y nuestra identidad como pueblo, como venezolanos”.

Ambos sostienen que en los restos encontrados en la zona podría estar el origen del pueblo venezolano. “No podemos fragmentar la historia colocando solamente que es importante lo que está escrito”.

Zavala resalta que se debe estudiar el contexto y los vestigios para que den el sustento de lo que realmente ocurrió. “Hay que promover investigaciones reales” para determinar el valor arqueológico e histórico de San Pablo en Falcón.

Los investigadores presentarán un informe a la Alcaldía de Zamora con el fin de procurar la protección del yacimiento.

San Pablo uno de los yacimientos más grandes de Venezuela 

Torrealba,  en calidad de profesor jubilado de la Unefm y activo investigador, afirma que se puede estar ante “uno de los yacimientos más grandes de Venezuela”. Por vista satelital a través de Google Maps se apreció una extensión de más de una hectárea.

Más allá de su descubrimiento, las autoridades académicas, de patrimonio y de cultura no se han preocupado por explorar más la zona. Menos aún las municipales.

Durante la visita en la cual participó Crónica.Uno se evidenciaron restos humanos y se presenció la excavación para desenterrar una vasija precolombina en la que se guardaban los cadáveres.

Zavala detalló que uno de los especímenes podría pertenecer a un hombre, de gran estatura y consumidor de fósforo (pescado) en grandes cantidades debido a la conservación ósea que aún mantiene.

Ángela Martino, del Centro de Investigaciones de Zonas Áridas de la Unefm, dijo que con las pruebas antropométricas se podía determinar el género y la edad.

De pueblo de contrabandistas a cuna de yacimiento y relevancia histórica

San Pablo pertenece a la parroquia Pueblo Cumarebo del municipio Zamora. Allí se asentó hasta el 17 de mayo de 1845 lo que se llamó el Cantón Pueblo Cumarebo, pues no existían las figuras jurídicas de municipio ni  de alcaldía y en esa época el Cantón era como decir el centro del poder político de toda esta zona del este falconiano.

William Navarro, periodista y defensor del yacimiento, explica que desde 1845 el Congreso Nacional decide por decreto del Senado trasladar la cabecera del Cantón Pueblo Cumarebo hacia Puerto Cumarebo, porque ya en ese tiempo había un gran movimiento económico. Desde entonces pasa a ser la capital del Cantón, es decir, la sede administrativa del Poder Ejecutivo hasta nuestros días.

Juan González, cronista, en uno de sus escritos describe que Puerto Cumarebo no tuvo fundadores sino que fue formándose como pueblo con la llegada a estas tierras de contrabandistas y corsarios venidos desde Curazao.

Ya en 1810, Puerto Cumarebo era una población regular que mantenía relaciones comerciales con las Antillas Holandesas.

Desde 2001, se le considera cuna del yacimiento indígena más grande de Falcón y el segundo de la entidad luego de Tarima-Taima en el municipio Colina. Y desde 2005, engrosa la lista de bienes patrimoniales de Venezuela.

Con todo, hoy día los moradores de San Pablo claman por el museo, por la protección de la zona y por ser atendidos no solo con bolsas CLAP, sino con un ambulatorio, transporte y escuelas. También solicitan que se les preste atención a otras tantas deficiencias que tienen.

Las familias crecen y con ello la necesidad de viviendas. De no ser atendidas por el Gobierno, estas siete familias seguirán construyendo casas sobre la historia y sus vestigios.

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