Pedir créditos es la opción de los padres para pagarle los estudios a sus chamos

Aunque los estudiantes trabajan y estudian a la vez, sus representantes se ven en la necesidad de pedir ayuda en los bancos para completar la matrícula de sus hijos.

Shaylim Castro/@ShayC_

Caracas. Cuando Morelia Manzo pidió un crédito en el banco indicó en los papeles que era para la reconstrucción de su casa, pero la realidad era otra. El banco le aprobó 200 mil bolívares y usó la plata para pagarle el semestre a su hija, Génesis Suárez, quien estudia Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

Génesis ya va por el cuarto semestre de la carrera y en su voz denota la preocupación para pagar el nuevo período que iniciará en octubre, pues no pueden pedir otro crédito.

“Delante de mí, mis padres no dicen nada. Pero cuando están con otros familiares sé que les dicen que están preocupados y estresados porque la matrícula siempre aumenta y no sabemos cómo pagarlo”, dijo la muchacha de 20 años.

A pesar de que los padres de Génesis trabajan como docentes (con sueldos entre 21 mil y 27 mil bolívares), esto apenas les da para suplir las necesidades básicas en casa, y hasta con la pensión de su abuelo se ayudaba a pagar las mensualidades en la UCAB, que llega a los 12 mil bolívares.

“Me tuve que mudar de Cagua a Los Teques para ahorrar pasaje. Eran 560 bolívares diarios que gastaba. Buscaré un trabajo porque la plata no nos alcanza. No lo hice este semestre por el choque de horario”.

Para el Doctor en Educación y Coordinador de Doctorado en la Universidad Central de Venezuela (UCV), Tulio Ramírez, esta es una situación que se veía venir por la alta inflación que se vive en el país (de 180,9 % para el 2015 según el Banco Central de Venezuela), pues las universidades aumentan las matrículas pero los sueldos no van acorde.

“Antes había una migración de estudiantes de instituciones públicas a las privadas por la calidad y el reconocimiento, lo que era un esfuerzo para muchos padres, pero ahora en una casa solo cuentan con tres salarios mínimos y las cuentas no cuadran. Ahora se revierte la situación, pues la opción que le queda a muchos es abandonar la carrera o seguir los estudios en escuela públicas”, declaró Ramírez.

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Alejandra Ramírez vive con su madre y hermana menor; aunque las tres trabajan, pagarse la carrera de Idiomas Modernos se le complica tanto que recurre a su mamá para que le complete la matrícula de 40 mil bolívares en el Instituto Universitario Tecnológico Américo Vespucio (Iutav) de Los Dos Caminos.

“Normalmente ella me ayuda con el derecho de inscripción y yo me pago las mensualidades, pero ahora pedirá un crédito en el banco para poder pagar la inscripción de mi hermana en el colegio”, relató la joven.

En ocasiones Alejandra ha tenido que decidir entre pagar sus estudios o el desayuno, pues la plata no alcanza para las dos cosas.

“La primera semana del semestre no fui a clases porque no tenía dinero para pagar un desayuno y en mi casa no había comida. No me quise arriesgar de ir así a la universidad”, completó.

Entre alimentos, transporte, guías, trabajo y un sinfín de responsabilidades, los ingresos de muchos estudiantes se van como el agua, y han tenido que restringir los gastos para no golpear el bolsillo de sus padres.

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Dejar la carrera como opción

El abandono de la carrera es un fenómeno que se comenzará a ver, según palabras del profesor Ramírez, y esto refleja para él lo complicado de la situación que muchos jóvenes viven en el país

“Se habla de abandonar la carrera cuando, por la situación económica y no poder pagar, estás obligado a dejar tus estudios aunque te guste la institución y la carrera”, también añadió que ahora muchos prefieren dejarla para irse del país.

“Esto ensombrece el panorama, porque no hay posibilidades de ahorrar y muchos se van a la aventura, a sobrevivir en otro país sin un plan. Antes éramos reconocidos por enviar emigrantes educados y preparados, pero ahora son pocos los que esperan graduarse para irse”.

Jesús Gutierrez y una de sus compañeras son ejemplo de esto, pues el joven consideró dejar su carrera, cuando la plata no le alcanzó para pagarse el semestre de 67 mil bolívares en la Universidad Santa María (USM).

“Contaba con la ayuda de una iglesia para pagarme parte del semestre, pero ya ni con eso me alcanzaba. Tenía que completar con mis ahorros, pero luego del último aumento (de 21 mil a 67 mil), consideré dejar la carrera”, explicó el joven.

Gracias a Dios, a Jesús le salió la oportunidad de beca trabajo en la universidad, y ahora suspira aliviado de poder seguir con sus estudios, aunque una de sus compañeras prefirió retirarse.

“Una de mis compañeras agarró la plata del semestre y se fue del país, ahora está en Colombia. Aquí la situación está difícil para nosotros”, relató.

Foto: Angeliana Escalona


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