La principal fuente de agua dulce de la zona norte del estado oriental sufre los embates de la contaminación producida por el crecimiento sin control de la ciudad de Barcelona. Integrantes de organizaciones ambientales sostienen que en la actualidad el río Neverí es un gran pozo séptico que fallece ante la indolencia de las autoridades encargadas de su preservación.

Barcelona. “Se nos muere el Neverí y nadie hace algo para poder rescatarlo”, la afirmación pertenece a Martín Contreras, un ingeniero eléctrico que creció en las riberas del río que divide a Barcelona en dos. Asegura que en sus 38 años de vida, nunca había visto el afluente en la situación actual.

En condiciones naturales el agua del torrente se torna marrón; sin embargo, quienes a diario transitan por la capital de Anzoátegui aseguran que “en lugar de un río parece un gran estanque de aguas residuales”, por el color negruzco que se observa a simple vista.

Luis Rodríguez tiene una venta de repuestos automotrices en la avenida Fuerzas Armadas cercana al puente Monagas, en los márgenes del río y corrobora la versión de los barceloneses al indicar que a diferencia de otros años, “el río se observa sin corriente. La maleza parece habérselo tragado y el agua se estancó en el río”.

Rodríguez desconoce que el torrente recibe más de 40 desagües de aguas residuales desde la zona industrial Los Montones hasta su desembocadura en el sector Maurica de Barcelona (cuenca baja). A esto se suman los desechos que arrojan comunidades asentadas en sus riberas, que atraviesan parte de las zonas rurales y urbanas de Sotillo y Barcelona. En el Neverí se han encontrado hasta cadáveres.

Los ambientalistas lanzan un llamado de auxilio para rescatar el símbolo de la capital anzoatiguense y no dudan en catalogar el afluente como el pozo séptico más grande del oriente venezolano.

Uno de ellos es Antonio de Oteyza, que a principios de año declaró a un canal de televisión nacional que su contaminación es de vieja data y esta se debe en gran medida al crecimiento sin planificación de la ciudad.

El río presenta muchos años de contaminación grave. Es un pozo séptico y ahora más que nunca que no hay lluvia y el agua no corre, es desagüe de residencias e industrias, botes de basura, plástico. Nosotros hemos realizado varios operativos, sobre todo en las cabeceras, y la cantidad de plástico que hemos sacado no tiene comparación, sostuvo.

Planes olvidados

Un informe presentado por la Sociedad Botánica de Venezuela, seccional Oriente, en 2016, indica que en 2009 el Ministerio de Ambiente inició las actividades de saneamiento de las riberas del río Neverí, que incluye la extracción de bora o lirio de agua (Eichhornia crassipes), en una extensión de 1,5 kilómetros del cauce en los espacios ubicados entre los puentes Monagas y Hierro de Barcelona, además de la recuperación y limpieza de 5 kilómetros adicionales del cauce.

Este proyecto se abandonó sin razón alguna al año siguiente y el río sigue contaminado, sobre todo en Barcelona, donde la transparencia del agua es mínima, incidida además por el escurrimiento de las aguas servidas en sectores como Los Montones, Naricual, Pica del Neverí, La Margarita, Aragüita y Ojo de Agua.

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La situación del río tras la publicación de ese informe no ha cambiado mucho y así lo corrobora Rodolfo Gil, director de la Fundación Agua Para Todos, que no solo batalla porque el cauce recupere su naturaleza de antaño, sino porque la ciudadanía reciba agua de calidad en sus casas.

Y es que no solo la contaminación por desechos y aguas residuales azota al Neverí, la tala, quema y extracción de madera sin control que se da en la cuenca alta afecta los niveles del espejo de agua. Esta deforestación origina cambios bruscos en el ciclo hidrológico, lo que deriva en una reducción de sus niveles.

“En la fundación no entendemos por qué el Ministerio del Ambiente y sobre todo la Alcaldía de Barcelona no le meten el ojo al río. El ministerio y la Guardia Nacional Bolivariana son los principales garantes en la protección de este espacio y no están haciendo su trabajo, y, por ello, el afluente sufre. Barcelona no tiene una planta de tratamiento y las aguas contaminadas caen directamente al río afectando la vida de peces y crustáceos que allí habitan. El agua se torna putrefacta y se contamina”, explica Gil.

La Sociedad Botánica de Venezuela recomendó en el citado informe que en el delta del Neverí (desembocadura de Maurica), había que realizar un dragado para que el río fluyese en niveles óptimos. Gil afirma que ese dragado se debe hacer de manera interanual y eso hace muchos años que no se realiza, por ende, el agua no corre al mar, lo que provoca su putrefacción y la proliferación de la bora.

Pese a las recomendaciones, en plena mitad del año 2020, las autoridades municipales y el Ministerio de Ecosocialismo –que sustituyó al Ministerio del Ambiente desde 2015–, solo se han limitado a informar que en este período limpiarán una parte del río como antesala a la temporada de lluvias.

Comunidades en riesgo

De llegar a producirse una crecida de grandes proporciones, los principales afectados serían los habitantes de la ranchería de pescadores de Caño Salao y Fernández Padilla, afirma Rodolfo Gil. Se ha permitido el crecimiento de una población que no debería estar en esos lugares por ser zona inundable, además de que no existen los servicios públicos. El estado de insalubridad es terrible y los desechos que originan ambas comunidades van directamente al río.

Varias agrupaciones ambientalistas creamos una unidad verde en Anzoátegui para luchar y exigir con estudios y pruebas en mano que las autoridades competentes cumplan su trabajo de preservar este espacio estratégico para la ciudad, porque es su principal fuente de agua dulce y hoy está en riesgo total.

Además del Neverí, los ambientalistas afirman que batallarán para que los focos de contaminación producidos en el Canal de Caratal, la emanación de polvillo por parte de la antigua Cemex, la contaminación de la laguna del Maguey y la destrucción del parque Valles de Guantar lleguen a su fin.

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Los canales de navegación del río son prácticamente inexistentes / Foto: José Camacho

Las agrupaciones que conforman la Unidad Verde Anzoátegui coinciden en que los organismos competentes decreten una emergencia sanitaria en la zona norte porque no es solo el Neverí, los desechos que circulan por los drenajes de Puerto La Cruz que van directo al mar, la contaminación de las lagunas El Maguey y Rómulo Gallegos, y los canales del Complejo Turístico El Morro contribuyen a que el área urbana sea el espacio poblacional más contaminado de Anzoátegui, asegura Gil

El artículo 127 de la Constitución nacional reza que los ciudadanos “deben proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí mismos y del mundo futuro” y el Plan de la Patria promulgado por Hugo Chávez y hecho ley de la República tiene como su sexto objetivo histórico “contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana”.

En la zona norte de Anzoátegui, a juicio de los ambientalistas, estos textos prácticamente son letra muerta porque los focos de contaminación existentes en los cuatro costados de la zona norte revelan una escasa política ambiental del Ejecutivo nacional.


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