El deceso este martes de la niña Emilys Leonett Romero, de 13 años, mantiene el dolor en la comunidad que el pasado 28 de diciembre vivió horas de terror cuando explotaron 161 cilindros de GLP destinados a la venta. Familiares de los heridos en el siniestro aseguran que estos han estado lejos de contar con los cuidados adecuados para superar las quemaduras en su cuerpo.

Desde el pasado 28 de diciembre la tragedia ha perseguido a los habitantes de la comunidad Caño de los Becerros, en el municipio Piar de Monagas. La explosión de 161 cilindros de GLP dejó a más de 40 personas heridas con quemaduras de diferentes grados. De esa cantidad de heridos, tres han fallecido, dos niñas de 13 y 5 años, respectivamente, y una mujer de 28 años.

“Queremos que se pongan la mano en el corazón”, son las primeras palabras de Francisco Marcano al hablar con el equipo de Crónica.Uno. Cuenta que en Caño de los Becerros todos son familia, aunque no tengan parentesco directo; son muchos los años que han convivido siendo vecinos y eso ha generado lazos de entre cada uno de los habitantes. El dolor que siente hoy por la pérdida de tres personas se propaga por toda la comunidad.

Aunado al dolor de perder a tres personas, los habitantes de Caño de los Becerros deben lidiar con un sinfín de situaciones en los hospitales donde está recluido el resto de sus familiares. Marcano denuncia que desde que los pacientes fueron trasladados hasta el Hospital Central de Ciudad Bolívar, el pasado 2 de enero, el escenario para ellos se ha tornado cada vez más negro. 

Yo tengo familiares allá que me dicen que la situación está crítica, que está peor que en el hospital de aquí de Maturín. Me dicen que los atendieron bien el primer día, pero después la atención fue pésima. Ayer comieron como a las 3:00 p. m. y les dieron un pancito que estaba casi mohoso. Ellos me dicen que el hospital de aquí está mucho mejor”, puntualiza Marcano.

Desde que ocurrió la tragedia en Caño de los Becerros, los familiares no han hecho más que exigir una atención médica digna para los pacientes, además de los cuidados necesarios. Siete de los 27 heridos recluidos en el Hospital Universitario Manuel Núñez Tovar fueron trasladados a clínicas privadas, mientras que en el Hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar se encontraban dos adultos y las dos niñas de 13 y 5 años que fallecieron entre lunes y martes.

Otra víctima de la explosión de bombonas 

Este martes en horas de la mañana se confirmó el deceso de Emilys Leonett Romero, de 13 años, quien presentaba quemaduras de tercer grado en 75 % de su cuerpo. Emilys había sido una de las menores trasladas hasta Ciudad Bolívar por su complicado estado de salud. El equipo de Crónica.Uno intentó establecer contacto con sus padres pero no fue posible concretar la comunicación.

“No nos trasladaron a Zulia por negligencia”

En Venezuela el único centro de salud que reúne las condiciones necesarias para tratar a pacientes con quemaduras críticas se encuentra en la ciudad de Maracaibo, estado Zulia. El Hospital Coromoto cuenta con camas para pacientes críticos y pacientes con quemaduras intermedias. Los familiares de los heridos en Caño de los Becerros sostienen que los pacientes no han sido trasladados hasta allá por negligencia.

No entendemos por qué nuestros familiares no han sido trasladados hasta Maracaibo. Nosotros sabemos que allá hay un área especial para tratarlos. Eso hubiese resultado mejor que trasladarlos de Maturín a Ciudad Bolívar. Ellos tardaron en llegar allá entre cinco y seis horas, y estamos hablando de pacientes con quemaduras graves, expuestos en una carretera. En un avión de aquí a Maracaibo son minutos”, subraya Marcano.

Tres fallecidos de la misma familia

Laura Figuera, de 28 años, falleció el 1° de enero de 2021. Sus familiares aseguran que fue la falta de oxígeno la causa de su deceso; el 2 de enero su hija Xabielis Sofia Figuera Gil, de 5 años, fue trasladada hasta el Hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar y falleció el 4 de enero. El dolor para sus familiares no ha cesado, y ahora lloran la partida de Emilys Leonett, prima de las dos fallecidas (Laura y Xabielis).

“Para nosotros es un dolor muy grande, son tres fallecidos de la misma familia. Todos tenemos un familiar en esta situación porque todos crecimos juntos. Si no es un tío, es un primo, si no, el abuelo o el papá, pero todos tenemos por lo menos un afectado en algún centro de salud. Yo tengo seis. Todavía estamos esperando los cuerpos para darles sepultura. A Xabielis no la habían querido trasladar no sé por qué, y ahora dicen que las van a trasladar juntas (Emilys y Xabielis). A Laura se le dio cristiana sepultura hace días porque ella falleció aquí en Maturín”, refiere Marcano.

Unidad de Quemados colapsada en 80 %

El vicepresidente del Colegio de Enfermería de Ciudad Bolívar, Camilo Torres, denuncia que la tragedia para las víctimas del suceso en Caño de los Becerros en Monagas continuó incluso después de su traslado a la Unidad de Quemados del Complejo Universitario Hospitalario Ruiz y Páez, en Ciudad Bolívar. 

Allí llevaron a cuatro pacientes, dos niñas y dos adultos. El primer riesgo desde que los bajaron de la ambulancia fue llevarlos precisamente hasta la Unidad de Quemados.

La Unidad de Quemados queda en el sexto piso del hospital y hubo que subir a los pacientes por las escaleras, a riesgo de que pudieran caerse y poner en peligro sus vidas. El Ruiz y Páez tiene más de un año sin ascensor”, denuncia Torres.

Recuerda Torres que la referida unidad no solo atiende a pacientes del estado Bolívar, sino también de Amazonas, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro. Incluso pueden llegar personas de otras entidades para ser atendidas.

“Hay 80 % de déficit de material para atender a los pacientes. Lo que más necesitan son exámenes de laboratorio, que se deben realizar todos los días para mantener el control de electrolitos, y todos se tienen que hacer en centros privados porque desde hace más de un año no hay disponibilidad en el laboratorio del hospital”, agrega.

Sin insumos básicos

A ello se suma la poca disponibilidad de insumos básicos para realizar las curas diarias especializadas a los pacientes.

“Un paciente con quemaduras de segundo y tercer grado necesita entre tres y cuatro curas a la semana. Son curas especializadas que requieren de un anestesiólogo, porque las heridas son profundas y dolorosas. En cada paciente se van unos 20 pares de guantes para realizar una cura y hay escasez en el hospital”, explica Torres.

La Unidad de Quemados del Ruiz y Páez tampoco cuenta con suficiente dotación de gasas, de las que se requieren unas 40 por cura; ni las 10 vendas por cada curación.

“Si no se les practican esas curas, no se garantiza el restablecimiento de su salud. Los familiares de los pacientes tienen que estar comprando todo. Para el tratamiento tampoco hay antibióticos ni analgésicos. En las farmacias una ampolla puede costar 20 millones de bolívares, y un paciente puede gastar 50 millones de bolívares diarios en tratamiento”, destaca.

El vicepresidente del Colegio de Enfermería de Ciudad Bolívar reiteró que la institución no está en óptimas condiciones para salvar la vida de todos los pacientes que llegan a la Unidad de Quemados del Ruiz y Páez.


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