Por el bienestar y la pronta recuperación de sus seres queridos, los parientes más cercanos de los enfermos con el virus internos en instituciones sanitarias públicas sacrifican su salud física y mental. Para llegar de Guarenas a Los Teques, y llevar a su mamá las tres comidas, medicinas y hasta pañales, Yusmary Regalado debe levantarse todos los días a las 3:00 a. m.

Los Teques. El 12 de febrero la rutina diaria de Yusmary Regalado dio un giro inesperado. Ese día, su madre fue ingresada en la Unidad de Cuidados Moderados de pacientes COVID-19 del Hospital Victorino Santaella Ruiz. Ahora se despierta a las 3:00 a. m. para iniciar su carrera contra el reloj. Tiene dos horas para preparar las comidas del día y alistarse, un minuto más implicaría un “gran retraso”.

Desde Guarenas hasta Los Teques, Yusmary carga consigo dos bolsos grandes, cada uno con un peso aproximado de cinco kilogramos. En ellos lleva medicamentos, sábanas, ropa, pañales, comida y mínimo dos litros de agua. Como no tiene recursos económicos para quedarse en un hotel, se traslada en camionetica, en Metro y hasta a pie.

Como esta joven, son cientos los familiares de pacientes con COVID-19 hospitalizados en centros asistenciales públicos que “hacen hasta lo imposible” por el bienestar de sus seres queridos, así lo afirma un empleado de seguridad del hospital centinela de los Altos Mirandinos. Asegura que, diariamente, observa y escucha historias “impresionantes”.

Hasta el pasado jueves 25 de marzo, el gobierno de Nicolás Maduro contabilizaba un total de 154.165 casos de COVID-19, de los cuales unos 142.909, que equivalen a 93 %, se han recuperado de la enfermedad. El total de fallecidos llegó a 1552.

Foto: Omarela Depablos

Por su parte, el lunes 22 de marzo, la ONG Monitor Salud, a través de su coordinador general, Mauro Zambrano, reportó 544 pacientes con COVID-19 ingresados en 12 hospitales de Caracas y Miranda. La entidad afirma que los hospitales centinela del estado Miranda están al borde de su capacidad.

Yusmary ya ha probado todas las opciones y rutas de transporte público posibles. Por la Línea 3 del Metro de Caracas puede tardar hasta tres horas en llegar, y en autobús implica un gasto de aproximadamente 3 millones de bolívares diarios.

“Todos los días tomo un autobús de Guarenas hasta Parque Miranda. Luego, el Metro hasta Plaza Venezuela, y de allí tengo tres opciones; transferencia en Metro desde Zona Rental y dos rutas de autobús”, indica.

El cuerpo le pesa, pero se mantiene firme y alerta para su madre. Entre las 8:00 y las 9:00 a. m., Yusmary entrega el desayuno. Se queda hasta la tarde para entregar almuerzo, cena y recibir el informe médico diario.

Foto: Omarela Depablos

 

Casi varados durante semana radical

Dos largas filas de parientes de hospitalizados con COVID-19 se extienden en el pasillo del piso 9 del Victorino Santaella. Freddy Azuaje está de primero en una; espera tener suerte para recibir el parte médico de su padre a tiempo y después solicitar la información de su hermano, que está en el piso 2, también con el virus.

Más tarde repartirá volantes de la Funeraria San Felipe Neri, ubicada frente al recinto; a cambio los dueños le ofrecieron la cola hasta su hogar en la Cortada del Guayabo, a 30 km del hospital. Desde el pasado 8 de marzo, el transporte público trabaja hasta las 2:00 p. m., la medida fue decretada por el gobierno de Nicolas Maduro ante el repunte de casos de coronavirus.

Por su parte, Yusmary no consigue ningún aventón. “Con los ojos aguarapados” y sin saber sobre la evolución clínica de su mamá, se retira del hospital a la 1:30 p. m. Es eso o quedarse varada, pues el ministro de Transporte, Hipólito Abreu, también suspendió el transporte interurbano en el estado Miranda.

“Los regresos siempre han sido más traumáticos; a veces me tocaba quedarme hasta las 4:00 de la tarde. Casi no llegaba a mi casa. Y, desde que se pusieron estrictos con la radicalización, los autobuseros que van hasta Guarenas te quieren cobrar hasta un dólar”, relata.

También perjudicados por la COVID-19

“Son tantas cosas que uno se olvida de uno mismo”. Aunque Freddy afirma que está lleno de energía y fuerza, la tristeza hace de las suyas, pues hace una semanas perdió a su madre por la enfermedad. No solo debe atender todas las diligencias pertinentes al caso de su padre y su hermano hospitalizados, sino también los trámites funerarios de su mamá.

Hace lo posible por mantenerse sano, aunque a veces por el estrés olvida comer. Además, toma parte del tratamiento que reciben sus familiares, como vitamina C, vitamina D y ácido fólico, “por si acaso”.

“He sido afortunado. Gracias a Dios el hospital brinda el tratamiento médico; solo he mandado a hacer exámenes. También he recibido apoyo económico de familiares para las comidas”, comenta.

Foto: Omarela Depablos

 

 

La psicóloga Yorelis Acosta explica que la preocupación excesiva, la sensación de perder el control emocional, los trastornos de sueño, ansiedad y miedos son los problemas más frecuentes en hijos, padres y pareja del paciente con COVID-19. Estos trastornos pueden persistir incluso después de que los enfermos son dados de alta.

Según la especialista, si el paciente fallece, los parientes experimentan sentimientos de tristeza profunda, culpa, miedos a que pueda repetirse la tragedia y duelo patológico.

“En el duelo patológico te quedas en el dolor y, aunque pase el tiempo, te sigues sintiendo afectado como si la muerte hubiese sido ayer. Es el caso de muchas personas, porque todos los días o con mucha frecuencia nos estamos enterando de personas que han perdido la vida por la enfermedad”, señala.

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