Hoteles y restaurantes de Apure se van a pique entre crisis y pandemia

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Cuando comenzó la cuarentena por la COVID-19 en Venezuela, ya la ocupación de los 32 hoteles de San Fernando, la capital del estado Apure; y Biruaca, municipio vecino, había disminuido a 15 % debido a la crisis económica. Transcurridos siete meses, la ocupación no supera 4 % y sobreviven gracias al tiempo compartido. Los ingeniosos delivery tampoco han detenido el camino a la quiebra de 20 restaurantes de comida criolla, nacional e internacional de San Fernando.

San Fernando de Apure. Primero la crisis, luego la COVID-19 y, más recientemente, el desabastecimiento de combustible, han provocado un cierre técnico de los hoteles en el estado Apure, confirma Omar Haydar, presidente de la Cámara Hotelera del Estado Apure (CHEA).

“Estamos en emergencia, no tenemos ocupación, la ocupación está en mínimo. Ya tenemos más de siete meses que no recibimos clientes y estamos muy mal”, sostiene.

Si bien la ocupación hotelera de Apure nunca ha sido de 100% debido a que el estado llanero es un destino de turismo de aventura por sus sabanas y médanos, Haydar explica que la ocupación de paso o eventual daba para mantenerse en pie dignamente y prestar un servicio de calidad.

Nosotros con 50 % o 60 % de ocupación estábamos completamente rentables y las empresas en crecimiento; antes de la cuarentena estábamos a 15 %, fue bajando a raíz de todos los problemas económicos que ya conocemos y ahorita estamos en 4 % máximo de ocupación”, explica.

Relata que antes de la cuarentena, ya la crisis se había encargado de reducir más de 60 % del personal hotelero de la capital llanera.

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Omar Haydar, presidente de la Cámara Hotelera del Estado Apure, declaró al sector en emergencia. Foto: Sulay García.

La crisis del país empeoró tanto que nosotros ni siquiera tuvimos necesidad de despedir personal. Los trabajadores renunciaron para migrar a otros países a pesar de que nosotros pagamos 20 veces el salario mínimo estipulado y muchos, aunque no estamos obligados, pagamos bonos de transporte a nuestros empleados.

Esta reducción de mano de obra también supuso otros reacomodos, asegura el empresario hotelero.

Nos quedamos con lo poquito de ahorro que teníamos y en buena parte de los casos, con mano de obra de nuestros propios familiares, tratamos de mantener la estructura, la cual no se puede reutilizar para otros negocios porque está concebida para el alojamiento, indica.

Sin turismo, sin gasolina y con más crisis

En Apure no hay hoteles categorizados por estrellas, ya que hace más de ocho años no se hace este tipo de clasificación en el país, sin embargo, por los servicios que prestan, las instalaciones de la región se pueden considerar de tipo A, B y C, “esto solo para que lo entiendan los lectores porque no es una clasificación formal que tengamos en el estado”, aclara Haydar.

Los primeros se orientan a la atención familiar y a eventos con salones de conferencia, piscina y restaurantes; los segundos para personas de negocios, vendedores y viajeros con servicio de restaurante y los terceros, de tiempo compartido para parejas, denominados moteles.

Señala el presidente de la CHEA, que, si bien la cuarentena paralizó el turismo que se producía por vacaciones y eventos como fiestas patronales, rallys, campeonatos de toros coleados, concursos de pesca y otros, con los que se mantenían los hoteles tipo A, también, la prohibición de circulación por el territorio nacional y la escasez de gasolina disminuyó la clientela de los tipo B y en general de todos los tipos de hospedaje.

Por otro lado, problemas como la inseguridad también han incidido en la reducción de la oferta “han cerrado sus puertas dos moteles: uno que fue robado y su propietario no tuvo capacidad económica para su reacondicionamiento y reactivación, y otro que no pudo sostenerse más con la situación económica”, informa.

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Hoteleros no tuvieron que despedir personal porque este migró a otros países. Foto: Sulay García.

Detalla con mayor precisión la situación de los moteles, la mayoría ubicados en el municipio Biruaca, pero dependientes de la clientela sanfernandina.

Los moteles están muy mal, sólo están guapeando, las instalaciones están muy deterioradas y ahora, con la prohibición del paso entre los municipios durante la semana radical, están peor”.

La escasez de gasolina también está golpeando duramente a estos negocios, ya que, por estar ubicados en zonas perimetrales a la ciudad, son distantes y de difícil acceso peatonal a donde se llega únicamente en vehículos, asevera Haydar.

De hoteles a moteles

La clientela de tiempo compartido que durante la semana radical y por escasez de gasolina no puede usar los moteles, es la que está sosteniendo en estos últimos meses a los hoteles de San Fernando.

“Una nueva modalidad que se está implementando es la de tiempo compartido en la que hay clientes que se les cobra por horas para usar las instalaciones y eso es lo que en realidad nos ha mantenido un poco a flote porque no hay turismo”, comenta el presidente de la CHEA.

El mantenimiento de las instalaciones, en la mayoría de los casos también ha dejado de realizarse por turnos o guardias debido a que la disponibilidad de habitaciones es muy alta.

Como hay tanta desocupación, siempre hay habitaciones limpias, por eso ya no se necesitan turnos de camareras, más bien al poco personal que va quedando se le paga un poquito más para que asuma el trabajo. Todavía hay hoteles que hacemos mantenimiento a diario, pero hay tanta disponibilidad que, incluso, hay negocios que lo realizan eventual”.

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Los dueños de los establecimientos no tienen recursos para reparar las habitaciones que se dañan. Foto: Sulay García.

Aunque, no tienen prohibición de cerrar sus puertas por la cuarentena, los hoteles de San Fernando de Apure “técnicamente estamos cerrados, a la habitación que se le daña el aire acondicionado no hay plata para arreglarlo y se va cerrando poco a poco, habitación tras habitación”, sentencia Haydar.

Ocupación mínima y restaurantes cerrados
Al menos 20 restaurantes de comida criolla, nacional e internacional de San Fernando, de los cuales 50 % es de los hoteles, han tenido que despedir a su personal de cocina y mesoneros y no tienen expectativas de reapertura. El sistema de entrega a domicilio no detuvo el camino de la quiebra.

El Hotel Restaurant Acuario, propiedad de Nadia y Pedro Mujica, con más de 20 años de tradición en la capital llanera por su céntrica ubicación, excelente comida y precios accesibles, es uno de los afectados.

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Pedro Mujica dueño del hotel Acuario tuvo que cerrar el restaurant.  Foto: Sulay García.

Como lo afirma el presidente de la CHEA, este hotel tipo B se está manteniendo con la ocupación a tiempo compartido, pero su restaurante no ha corrido con la misma suerte a pesar del ingenio de sus propietarios para no dejarlo morir.

El incremento de la crisis nos ha afectado bastante, yo diría que fácil más de 70 % la ocupación y el restaurant lo tengo cerrado por la situación del coronavirus”, expresa Pedro.

El propietario del Zitius Café, Bar & Bistro del hotel Acuario cuenta los esfuerzos que él y su esposa Nadia han hecho para no abandonar su tradicional clientela ni darles la espalda a sus empleados, lo cual finalmente ocurrió.

“Nos ingeniamos un poquito en nuestra casa y preparamos comida para llevar, pero hecha por uno mismo, tequeños, torta, comida casera y otros tipos de alimentos, pero finalmente el personal del restaurant tuvimos que retirarlo porque no hubo otra forma. No podíamos seguir pagándoles salarios sin poder sustentarlos”.

Los esposos Mujica reciben la noticia de reapertura con cierta cautela “hay que ver cómo evolucionan las cosas. Me imagino que este año continuamos con lo mismo, el mismo plan de 7×7, cerradas las calles, cerrados los negocios durante la semana radical y nosotros, tratando de seguir subsistiendo”, concluye Pedro.

De acuerdo con el presidente de la CHEA, en los hoteles del estado Apure, actualmente hay 80 % de las habitaciones cerradas porque no se pueden mantener y 1200 trabajadores del sector, casi 70 % de mano de obra calificada, han dejado sus puestos de trabajo.

Haydar aguarda un milagro para Venezuela y asegura que seguirán resistiendo, pero no cifra sus esperanzas en promesas de reactivación. “Las medidas tomadas por el Gobierno recientemente se flexibiliza un poquito más, esperamos que la gente reaccione a eso, pero sabemos que es un problema de fondo más complicado”, finaliza.


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