Escenarios de temperaturas más elevadas y aumento de precipitaciones en la región andina podrían disminuir su productividad entre 12 % y 50 % a mediados de siglo. En Mérida las áreas aptas para el cultivo de plátano se reducirían 50 % y el cultivo de cacao podría desaparecer en 2050.

Mérida / Enviado especial. Sin información ni data sobre los efectos que está produciendo el cambio climático en el ecosistema venezolano, las proyecciones en líneas generales no son alentadoras y la agricultura venezolana no escapa de ello.

De acuerdo con cálculos científicos independientes, el sistema alimentario mundial es responsable de alrededor de 26 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, aquellos que están presentes de forma natural en la atmósfera para absorber algunos rayos del sol y distribuirlos, pero cuya alta concentración aumenta la temperatura media del planeta.

Se estima que, del total de emisiones producidas por el sistema alimentario, 27 % se da en la producción de cultivos (como la liberación de óxido nitroso por la aplicación de fertilizantes y estiércol y dióxido de carbono de la maquinaria agrícola) y 24 % por el uso de la tierra (16 % para ganadería y 8 % para cultivos para consumo humano) por fenómenos como la expansión agrícola.

Los problemas y efectos del cambio climático van a convertirse en retorno ambiental para la agricultura y en Venezuela estamos ‘detrás de la ambulancia’ en cuanto a información sobre cuánto estamos contribuyendo a ese fenómeno y qué se puede hacer, asegura el ingeniero agrónomo y especialista ambiental del Grupo Orinoco, Pedro García Montero.

El experto destacó que la variabilidad climática se está profundizando año tras año y se expresa en fenómenos de inundaciones y sequías que afectan la producción agrícola.

Ello en un país en el que 94 % del aprovechamiento agrícola de las tierras se realiza bajo las condiciones naturales del clima, pero que en las últimas dos décadas ha sufrido los embates de fenómenos naturales como El Niño y La Niña. El ingeniero Montero detalló además que los Andes tropicales han experimentado un calentamiento prolongado a lo largo del siglo XXI y a finales de siglo podrían aumentar su temperatura entre 4,5 °C y 5°C, ocasionando pérdida de cultivos como los hortalizas. 

El riesgo del cambio climático en esa zona del país, a corto plazo, es un cambio en la distribución de las estaciones o períodos de siembra/cosecha y en la regularidad del suministro del agua, así como incremento de lluvias en ocasiones a destiempo. Escenarios de temperaturas más elevadas y aumento de precipitaciones en la región andina podrían disminuir su productividad entre 12 % y 50 % a mediados de siglo.

Las proyecciones

Investigaciones académicas citadas por el ingeniero Pedro García Montero, del Grupo Orinoco, revelan que en un escenario moderado en el que los países implementen medianamente medidas para mitigar el cambio climático, para 2039 la temperatura aumentará alrededor de 1°C y la precipitación sobre los Andes aumentará alrededor de 10 %.

Mientras que un escenario extremo de poco o nulo enfoque en el cambio climático aumentaría hasta 3°C la temperatura, aumentando así los requerimientos de agua para la producción de cultivos y la demanda de agua para riego. De esa forma, señala García, en Venezuela 19 de los 25 cultivos más comunes en los Andes perderían aptitud climática para 2050 de la siguiente forma:

  • 72 % del área potencial de café perdería aptitud climática y su capacidad para ofrecer rendimiento.
  • 83 % del área de frijol.
  • 64 % del área de papa.
  • 79 % del área de tomate.

Para 2050, asegura el experto, 68 % de la superficie productiva del estado Portuguesa podría pasar a ser zona seca y afectar rubros importantes como el maíz; las áreas aptas para el cultivo de plátano en el estado Mérida se reducirían más de 50 % ante mayor temperatura y menor precipitación; y las áreas potencialmente aptas para ese rubro en el sur del Lago de Maracaibo podrían desaparecer.

Opciones

El ingeniero García detalla que los cambios y mejoras instituciones y de investigación deben ir de la mano y a la vanguardia para mitigar los efectos del cambio climático en la agricultura venezolana, mediante la generación y divulgación de información sobre la materia, la conservación de cuencas y la cooperación técnica nacional e internacional.

De igual forma, los productores y agricultores deben innovar e implementar prácticas agrícolas sostenibles que conserven suelos y aguas, usen eficientemente el agua de riego y hagan un manejo integral de la fertilización. 

La agricultura de precisión y la diversificación de cultivos, tal y como señalaron previamente expertos en temas agrícolas, no solo permitirán reducir los costos y evitar pérdidas en las unidades de producción, sino que le darán mejor uso y aprovechamiento a la tierra.

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