Jesús Armas: La oferta que hoy estamos haciendo desde la oposición es inexistente  

Jesus Armas_ oposición

El exconcejal de Caracas considera que en las comunidades se está construyendo un tejido social “en torno a la crisis de los servicios públicos”, pero que la gente no percibe que la propuesta de la oposición represente una “ruta de esperanza real” ante la situación del país.

Caracas. Para el exconcejal Jesús Armas la COVID-19 y la crisis económica han tenido distintos efectos políticos, a veces hasta paradójicos, en las comunidades de Caracas. Explica que, si bien la pandemia es usada por el Gobierno para acentuar el control social en los sectores populares, también ha generado mayor interacción entre los vecinos, los partidos y las ONG. “Hay una construcción de tejido social en torno a la crisis de los servicios públicos”.

En entrevista con Crónica.Uno el dirigente de Primero Justicia (PJ) analizó de forma descarnada la realidad de la oposición en las comunidades caraqueñas. Señala que temas como la pandemia, la falta de recursos, la persecución contra dirigentes políticos, la salida del país de dirigentes jóvenes y la propia incapacidad de la oposición para presentar una “ruta de esperanza real” dificultan el trabajo de los líderes en los barrios. “La oferta que hoy estamos haciendo desde la oposición es inexistente”, admite.

Considera necesario que la oposición consiga que sus aliados internacionales presionen al Gobierno para que permita la entrada de las vacunas contra la COVID-19 y que, además, logre construir una “amenaza real” que permita acuerdos en torno a unas elecciones libres en Venezuela.

Diez partidos de la oposición anunciaron el martes una reconfiguración de la alianza opositora y la búsqueda de un encuentro con la sociedad civil. ¿Cómo se está dando la articulación con la sociedad civil en este momento?

—Poco a poco, sobre todo en los sectores populares, esa línea que existe entre los partidos se está desdibujando. He visto mucho que uno monta una actividad con PJ en un barrio y va la gente de Un Nuevo Tiempo y la de AD y hay mucha más solidaridad. Siento que las condiciones son tan precarias y las dificultades son tales que han hecho, sobre todo en los barrios, que la gente tenga un acercamiento más profundo, más sincero y en el fondo más eficiente.

A eso lo ha impulsado las iniciativas de organizaciones sociales. Los comedores que tenemos nosotros han servido mucho, porque han permitido que, por ejemplo, dos personas que son adeptas al chavismo tengan a chamos en los comedores de Primero Justicia, o en los de la oposición, o en los de las ONG que son “sospechosas” para el gobierno y eso ha hecho que haya mayor acercamiento entre los coordinadores de los comedores, las ONG y personas de distintas visiones o tendencias políticas. Eso es un ejercicio de construcción de tejido social interesante.

Empieza a desdibujarse la línea divisoria que había entre los opositores y los consejos comunales, en algunos sectores, en otros se ha radicalizado. En algunas comunidades los problemas como el agua han hecho que la gente tenga que ser muy solidaria los unos con los otros. Si no llega el agua a los sitios más altos, las personas de ahí dependen de que los vecinos que están más abajo en el barrio les lancen una manguera o les presten un rato la casa para buscar agua.

Esa solidaridad, y la falta de respuesta del Gobierno en general, ha hecho que mucha gente, incluso en el chavismo, se acerque y creen tejido y creen redes de confianza con los opositores. Eso ha sido muy bueno. En otros lugares, sobre todo en temas como el gas, ha causado el efecto contrario, porque el consejo comunal al controlar la distribución del gas ha sido muy ineficiente, igual que PDVSA GAS. Eso ha hecho que más bien se tracen unas diferencias muy profundas y muy personales entre opositores y consejos comunales, y la gente en general, porque ya mucha gente no está metida en el esquema de oposición-gobierno sino en el de la supervivencia. Hay una construcción de tejido social en torno a la crisis de los servicios públicos.

¿Qué dificultades les ha creado el tema económico y social en lo organizativo?

—Las estructuras siguen funcionando, sobre todo con los planes sociales que llevamos. Sin embargo, por supuesto que es un impedimento. El mejor amigo del autoritarismo es la pandemia y creo que eso es parte de la motivación de por qué Maduro no quiere que entren las vacunas al país. Mientras puedan mantener a la gente en su casa y nosotros los dirigentes no podamos tocar puertas, no podamos hablar con la gente, más allá de Zoom o WhatsApp, que es mínima la población que tiene acceso a estos recursos, estamos muy mal. La mayoría de la dirigencia joven no está en el país y mucha de la dirigencia que queda es muy mayor. Evidentemente es población más vulnerable, se tienen que cuidar más y eso ha hecho que la alianza de los partidos esté en su casa, lamentablemente. Todos estos impedimentos de la conectividad a internet y el hecho de que muchos no saben cómo usarlo, el mismo hecho de que la gente sea muy mayor, a veces se les hace difícil usar estas herramientas.

Los partidos hemos tenido golpes duros. Por la misma edad de nuestros dirigentes hemos tenido muchas pérdidas. Hace poco se murió la concejal Liris Loreto. Se han muerto varios dirigentes comunitarios, de los mayores del partido, y eso ha causado una frustración porque lamentablemente los partidos tienen una capacidad muy escasa, más allá de pasar un gofundme por redes sociales, es muy duro.

El dirigente de Antímano, “Chegoyo” Ochoa, hizo una crítica señalando que la oposición no pensaba mucho en la organización política en los barrios y los sectores de los barrios. ¿Considera que eso es cierto?

—En el caso de Primero Justicia en el municipio Libertador todo nuestro esfuerzo es a eso. Lo que pasa es que es un esfuerzo muy limitado porque la mitad de nuestra dirigencia nacional está fuera del país. Nada más en el municipio Libertador están afuera Ramón López, José Guerra, Jorge Millán y Tomás Guanipa. Los que nos hemos quedado aquí hemos tenido que asumir responsabilidades múltiples tratando de llenar los espacios de todos los demás. Eso no es sencillo. Por otro lado, también está el tema del recurso económico, porque lamentablemente frente a la crisis económica la política se ha vuelto muy clientelar.

Tú puedes llevar los programas sociales, los comedores, pero eso tiene un límite. Es una gota de agua en el mar. No representa casi nada, a pesar de los esfuerzos y de las ganas que se tienen. No es suficiente, deberíamos hacer mucho más, pero no tenemos los recursos económicos y a veces ni siquiera el capital humano para llevar esto adelante

¿Hay un ambiente de apatía y resignación en las comunidades?

—Creo que no hemos llegado a la apatía. Cuando visitamos las comunidades la gente todavía nos abre las puertas. Cuando llegamos a la calle 13 de El Valle, en la parte más alta donde hay piso de tierra, casas de tablas y lo más precario que te puedas imaginar, en una de las casas una señora me dijo: “Que bueno que están aquí”. La gente todavía tiene esperanza ahí, pero evidentemente tiene un cúmulo de frustraciones que hace que intente alejarse de la política. También está el hecho de que las personas están tratando de resolver el día a día, es muy duro. Un día a la semana hacen cola para comprar la bombona y tienen que llegar a las 4:00 o 5:00 de la mañana, están ahí hasta las 2:00 o 3:00 de la tarde. Luego tienen que cargar agua y eso son dos o tres horas al día. Luego tienen que caminar un montón porque no llega el transporte. Si se combinan todos estos males, eso tiene una repercusión en la cantidad de tiempo que la gente puede dedicar a pensar en libertad y en democracia. Es difícil, pero no creo que la gente haya perdido del todo la esperanza o esté del todo apática. Lo que pasa es que la oferta que hoy estamos haciendo desde la oposición es inexistente. Cuando nosotros ofrecemos un camino la gente siempre ha respondido, siempre. Estoy seguro de que si nosotros ofrecemos un camino que tenga sentido, la gente va a responder. El tema hoy es que nuestra propuesta es vacía. Es la nada.

¿Qué explicación le da a ese vacío en la propuesta de la oposición?

—Lamentablemente esto se ha combinado con el momento de mayor fortaleza del totalitarismo, en términos de que debilitó a los partidos de oposición, los mandó al exilio, a la cárcel y asesinó liderazgos. Logró establecer el miedo como una política de Estado efectiva. Por otro lado, la pandemia que los ayuda a mantener el control social y la debilidad que tiene la sociedad por la pobreza. No es fácil movilizar a la gente por la pandemia, pero además no tienen para pagar un pasaje o a lo mejor ni siquiera hay una ruta de autobús para invitarlos a una movilización.

Luego de las fortalezas del Gobierno, también está nuestra propia incapacidad para plantearle una ruta al país que tenga que ver con una esperanza real. Lamentablemente nosotros no tenemos hoy la suficiente fuerza, lo veo desde distintos puntos de vista, para ser una amenaza para la dictadura que conlleve a una negociación y eventualmente a unas elecciones libres. Mientras no tengamos esa amenaza real no tenemos nada claro que ofrecerle país.

¿Qué es urgente corregir para que esta propuesta llegue a la población y responda a sus expectativas?

—Lo primero que deberíamos hacer, y en eso nos tenemos que enfocar, y tratar de lograr que nuestros aliados internacionales ayuden a meter presión para eso, es conseguir el tema de la vacunación. Hacer campaña en medio de un pico de COVID es muy difícil, movilizar a la gente para protestar en medio de un pico de COVID es una profunda irresponsabilidad. Luego de eso encontrar un mecanismo para conseguir una amenaza real que nos lleve a unas elecciones libres eventualmente. ¿Cómo se hace eso? No lo sé. Creo que esa es una pregunta que se hacen todos los opositores y que no hemos podido responder hasta el momento.

¿Cómo ve el tema electoral, que decisión tomará la oposición sobre las regionales?

—En lo primero que tenemos que estar claros es que, participemos o no, eso no va a democratizar el país. Eso no va a lograr una salida de Nicolás Maduro. Luego la siguiente pregunta que tenemos que hacernos como sociedad es: ¿qué nos acerca más a esa posible salida? Si es no participar o hacerlo. Yo hoy creo que participar sería bueno porque nos permitiría movilizar a los partidos, tener algunos espacios de poder, crear unos nuevos liderazgos, pero siempre y cuando eso no implique ningún daño, ni para el gobierno interino ni para la Asamblea Nacional, en términos de legitimidad y de reconocimiento de la comunidad internacional. Si eso va a implicar el más mínimo daño, mejor es no participar y encontraremos otro mecanismo para generar nuevos liderazgos y tener la movilización y la protesta dentro del país. Esas elecciones están ahí. Eso va a pasar este año y no hay manera detenerlo. Todo va a pasar por la capacidad que tengamos en las próximas semanas de negociar con el régimen una representación dentro del CNE. Gente que sea de valores, que represente confianza para los partidos de oposición y para el país y que eso se pueda lograr en los próximos meses o en las próximas semanas, debería ser a finales de abril que se conozca eso. Pero si no se puede lograr eso y además la comunidad internacional ve con malos ojos una elección, sencillamente habrá que construir un camino alternativo.

Foto: Luis Morillo/Archivo


Participa en la conversación