La escasez, las colas y la crisis económica tienen abatido al venezolano

Expertos aseguran que la situación del país ha hecho mella en el carácter amable y cordial que la población solía tener, aunque también resaltan el surgimiento de gestos de cooperación hacia los más necesitados.

Caracas. “Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas, ay yo no olvido al año viejo”…ese coro de la canción del colombiano Crescencio Salcedo, que suena sin cesar en las emisoras durante la época de Navidad, esta vez no cala tanto en la población, pues muchos coinciden en que este 2016 lo que les está dejando es angustia, desespero, estrés, desánimo, escasez y bolsillos vacíos.

No es inusual ir a una tienda y al consultar por las características o la calidad de cualquier producto recibir una respuesta seca, desanimada, que por lo general va acompañada de una expresión de molestia y fastidio en el rostro del vendedor.

Tampoco es poco frecuente observar en el Metro a jóvenes que les ceden el puesto a los ancianos o encontrar que, al abrirse las puertas del ascensor, algún caballero haga una seña y permita el paso de las damas, a quienes también en ocasiones se les sostiene la puerta al salir o entrar a cualquier edificio.

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Todos esos síntomas que se manifiestan en las relaciones personales y en el colectivo, en el de a pie, son consecuencia de la crisis económica, política y social que atraviesa el país. Eso ha hecho que el carácter afable del venezolano quede en entredicho, pues lo que se ve ahora es que los ciudadanos “están abatidos”, tal como expresó el sociólogo Agustín Blanco Muñoz, quien explicó que el país no se está deteriorando, sino que vive una condición social formada por la angustia, el desencanto, la desesperación y eso conduce precisamente a este panorama desalentador.

EL DATO 

El  20 de diciembre se celebró el Día Internacional de la Solidaridad Humana, según la proclamación de la Organización de las Naciones Unidas del 22 de diciembre de 2005.

“Y en consecuencia tiene un comportamiento alterado, no es amable. Creo que este es el momento más difícil que le ha tocado vivir al venezolano en los últimos 20 años. Ni siquiera en los procesos de guerra se había llegado a niveles de desesperanza como los actuales y que está permeando la vida del colectivo”, comentó.

Todos estos episodios que narró Blanco Muñoz van secundados por la incertidumbre que sienten las personas: “Por la crisis actual no pueden hacer proyecciones ni planes a futuro y, por tanto, se generan situaciones de tensión y eso está empujando a los venezolanos a migrar: hay dos millones en otros países”.

Entonces la tensión promovida por la escasez y la precariedad favorecen un ánimo muy alterado en la población que, en palabras del sociólogo, está muy manipulado por las políticas del Gobierno y afectado por los desatinos de los partidos de oposición. “Simplemente la gente está sobreviviendo”.

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La amabilidad  y su lucha por existir

El también sociólogo Amalio Belmonte indicó que en el venezolano siempre ha predominado una cierta informalidad en el establecimiento de relaciones, que en otros países cercanos, como Colombia, se dificulta porque no resulta sencillo “ser tan directo y horizontal en el trato”.

“Aquí somos proclives a conocer extraños y eso nos diferencia de otras sociedades. El clima también influye porque no tenemos el cielo gris por meses como pasa en otros países. Es la combinación de factores. La informalidad con la horizontalidad de las relaciones. No obstante, la magnitud de la crisis venezolana ha hecho mella en el carácter afable de la población y sus secuelas se extienden hasta en las relaciones más cercanas. La satisfacción en el nivel de vida de las personas incide en la afabilidad”, destacó.

Además, señaló, la polarización del país afecta las relaciones de amistad porque la política está omnipresente en cualquier reunión y ese factor puede restar afabilidad y cordialidad.

Para Belmonte, los puntos de encuentro se han reducido y los venezolanos sienten que están siendo burlados y engañados. “Un factor que genera frustración y también modifica la conducta”.

Nuevas formas de solidaridad

En la misma línea de Belmonte, la doctora en Sociología, Isabel Pereira, también apeló al factor crisis para justificar las variaciones que ha sufrido el carácter de los ciudadanos: “Las políticas del Gobierno actual, como por ejemplo, la que dejó a la gente sin medios de pago, causan mucha molestia, pero la parte positiva de todo este tiempo es el nacimiento de la solidaridad”.

Al ahondar en este último punto, Pereira desglosó el lado positivo de la coyuntura política, económica y social que permea a todos los sectores que hacen vida en el territorio nacional:

“La gente está más consciente de los problemas del otro porque todos compartimos las mismas dificultades. Lo vemos en las escuelas con los padres y los maestros que ayudan a los niños que tienen menos recursos y también lo vemos en el caso de profesionales que trabajan prácticamente sin cobrar, como los propios docentes y los médicos. Esta solidaridad se da pese a que hay muestras de irritación derivada de los conflictos cotidianos”, admitió.

Su colega en los estudios sociológicos llamó la atención sobre lo que puede ocurrir con las mencionadas “nuevas formas de solidaridad” si la situación del país no mejora a corto y mediano plazo.

“Si la crisis sigue extendiéndose puede surgir una característica que no es propia del venezolano que es el individualismo. La solidaridad puede verse afectada porque se tienen que defender las necesidades básicas propias como la alimentación”, puntualizó Belmonte y su razonamiento dejó entrever nuevamente que el afable venezolano no ha muerto, pero la situación país lo pone a prueba constantemente.

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Opiniones encontradas

En la calle, el ciudadano de a pie está dividido en cuanto a la supervivencia del venezolano afable. El estudiante de publicidad y mercadeo Álvaro Russi consideró que esa especie se extinguió hace tiempo: “Creo que las personas en Venezuela ya no son afables. Toda la gente está muy agresiva, al estilo de ‘quítate de mi camino’ y responden muchas veces con groserías. Las personas son violentas y cualquier cosa puede desencadenar en un hecho indeseable”.

De hecho, se ven disputas en las camionetas por el cobro de los Bs. 100 por el pasaje urbano. En la cola del Buscaracas, para entrar al ferrocarril de Los Valles del Tuy e incluso con los mismos abuelitos que se enfrenta y se insultan cuando están cobrando la pensión.

Pero el diseñador Gunther Rodríguez no está de acuerdo con esa posición. “El venezolano a pesar de la situación sigue siendo afable. Esa es una característica intrínseca de la gente de aquí y me parece que se va a mantener. Sí están más amargados que hace un año, pero siguen siendo afables”, reiteró.

Por su parte, Hugo Contreras, quiosquero peruano de larga data en el país, sostuvo que los ciudadanos son afables, “lo que pasa es que la crisis y la magnitud nos tiene a todos un poquito estresados”.

Al margen de las opiniones de cada quien, los habitantes del país aún conservan una opinión favorable de sí mismos, según indica el sociólogo Amalio Belmonte: “El ciudadano de aquí todavía tiene una buena imagen de sí mismo. Primero por la forma en la que se recibieron en el país a todos los extranjeros que vinieron. Aquí no ha habido xenofobia nunca, sino simples brotes. El venezolano se ve como alguien que no es triste, pero también se percibe que convive en una sociedad de frustración, que le robaron el futuro y que tiene mucha incertidumbre”.

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Esa incertidumbre a veces es un disparador de hechos violentos como los recientes saqueos en el estado Bolívar, aunque Isabel Pereira descarta que esos episodios caractericen el comportamiento general del nacido en estas tierras.

“Hay brotes de violencia, pero hay que educar a la opinión pública en casos como los saqueos que se vivieron en el estado Bolívar porque los comerciantes no son culpables de nada”, sostuvo.

Al final Agustín Blanco Muñoz consideró que ante este panorama, el problema es que la gente no sabe a qué se va a enfrentar el día siguiente. “Solo si decide empoderarse de su yo colectivo, si decide cambiar como pueblo y toma conciencia de su cultura social es que puede salir de la actual situación social”.

Foto referencial: Miguel González


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