La falta de agua en Maracaibo compromete la salud de los niños

El colapso de los servicios básicos ha traído consecuencias para la salud que se ensañan contra los más pequeños. Hongos en la piel, infecciones estomacales y sarna se han convertido en problemas comunes en las emergencias hospitalarias, que se hacen difíciles de tratar por las malas condiciones de higiene.

Maracaibo. Las fallas eléctricas en el occidente del país han traído como consecuencia la falta de agua potable, para algunos, la más grave registrada en Maracaibo en los últimos años. Buscarla se ha convertido en el “deporte extremo” de los marabinos, quienes emplean a diario más de seis horas en cola para poder llenar algunos botellones o pimpinas.

Lavar la ropa, hacer comida y bañarse adecuadamente es casi una misión imposible para la mayoría. La falta de aseo en el hogar y la imposibilidad de cumplir con la higiene personal han traído consecuencias de salud alarmantes, sobre todo para los niños. Hongos en la piel, infecciones estomacales y escabiosis —mejor conocida como sarna— se han convertido en problemas de salud comunes en las emergencias de los hospitales, ambulatorios de la región y barrios de la ciudad.

Foto: José Núñez

Adela González sufre esa experiencia. Es madre de cuatro niños, vive en el barrio Rafael Urdaneta, en el kilómetro 18, vía a la Concepción. Aquí hace meses que no llega el agua. Como es el fondo del barrio nunca sube para acá. Lo que hago es salir con un coche y las pimpinas a llenarlas en la avenida. Ellos casi no se bañan porque tampoco tengo para comprar jabón, cuando mucho jabón azul.

Los cuatro pequeños de piel curtida también toman agua sin potabilizar y solo dos veces a la semana se ponen ropa limpia, que su madre lava solo con agua, cuentan mientras toman el almuerzo: un mango.

Para el dermatólogo Ismael Contreras, esta situación es sumamente preocupante. “Los casos de escabiosis han proliferado debido a que los niños no se asean correctamente”, dice.

El agua viene con elementos sólidos visibles que no solo provocan estas patologías sino que tapan los poros, producen manchas y cuadros diarreicos. Si bien la escabiosis siempre ha estado, sus complicaciones se han acentuado mucho más en los últimos meses. No solo porque la gente no se está bañando bien, sino por el uso de jabones no adecuados para la piel. Se bañan con detergentes o jabones alcalinos que restan humedad y barren las bacterias buenas que protegen la piel. Además, la piel de un adulto no es igual a la de un niño, y generalmente todo el grupo familiar se asea con el mismo elemento. Esto es delicado.

Para el especialista, la situación se agrava con los apagones: “Imagínate a una persona con escabiosis, a oscuras, con calor y sin poder bañarse porque no hay agua, es terrible”.

El cuadro regular de la escabiosis dura una semana, explica. Sin embargo, estas condiciones son un caldo de cultivo para los ácaros que causan la enfermedad, lo que alarga su ciclo hasta por un mes, aún con tratamiento. Los contagios son más frecuentes.

Las recomendaciones se deben seguir al pie de la letra: no automedicarse, ir al médico, bañarse con regularidad y con jabones adecuados. “Los médicos nos defendemos como podemos, con lo que tenemos porque no le podemos decir al paciente que no se va a curar y que se vaya a casa, hay que curarlo y eso hacemos, pero los cuidados vienen de casa”.

Foto: José Núñez

Sergio Castellanos vive en el barrio Rey de Reyes, muy cerca de la Circunvalación 3 de Maracaibo. Mientras hacía una cola de 64 personas para poder llenar dos botellones de agua en una toma ilegal, confesó que sus dos niños están enfermos.

Tienen sarna, su madre los baña con agua de la mata de tua tua, pero no se les quita y ya a mí se me está pegando. Dicen que es por el agua. Nosotros los bañamos una vez al día con medio tobo, solo en la noche para que se acuesten frescos y no sufran tanto cuando se va la luz, pero les da mucha picazón, los llevamos para el CDI pero no hay nada y solo tenemos para medio comer una vez al día, para las medicinas no me alcanza, dijo el albañil.

En el sector hay al menos 61 familias con escabiosis, más niños que adultos. Todos toman y se bañan con el agua amarillenta que sacan de la toma más cercana. No podemos hacer más nada, ni siquiera la podemos hervir porque no hay gas. Así nos la tomamos, en el nombre de Dios, pero hay mucha diarrea y sarna en este barrio. Nos quitan la luz hasta por dos días y cuando viene solo son tres horas. Nos iremos a podrir, porque lo que menos hay es agua, dijo Xiomara Antonia Angulo, madre de cinco niños.

Foto: José Núñez

Asistir a un centro médico para ser tratado no es una opción en Maracaibo. Este año, el Hospital General del Sur, el Hospital Central y el Hospital Chiquinquirá están parcialmente cerrados.

La médico Dora Colmenares, integrante de la junta directiva del Colegio de Médicos del estado Zulia, aseguró que la red ambulatoria también está paralizada por la falta de los servicios básicos: electricidad, agua y recolección de desechos, esto sin contar la falta de insumos médicos y medicamentos.

El sistema de salud en el Zulia fracasó. No hay electricidad, no hay gas para darle la comida a los pacientes, no recogen la basura y el agua ya casi no la conocemos. Esto es grave porque el Gobierno ha cerrado los hospitales, el recurso humano está, nosotros seguimos asistiendo, pero no hay con qué trabajar, con qué salvar vidas. Solo el Hospital Universitario está atendiendo pacientes y mantiene abierta el área de pediatría y atiende partos.

Se las ingenian

Cualquier avenida de la ciudad donde haya una toma ilegal —cañadas, tanques subterráneos de plazas y centros deportivos de la ciudad— se han convertido en llenaderos colectivos donde ya existen normas y hasta tarifas. En la Circunvalación 1, varios jóvenes ayudan a las mujeres y ancianos a subir hasta la avenida los recipientes, lo que cuesta 1000 bolívares “por viaje”, señala Jonathan González, uno de los colaboradores. “Lo hacemos porque tenemos que comer, la cosa está dura y aquí hacemos una platica. Además, meterse en el agua sucia tiene su precio”.

Foto: José Núñez

En el caso del barrio Integración Comunal, donde hay una tubería madre, seis jóvenes se las arreglan para ganarse la vida. Entre todos ayudan a llenar tanques, pipas, latas y hasta ollas. Hacen traslado y suben botellones hasta los apartamentos cercanos, piden a cambio un kilo de alimento (lentejas, arroz, harina, pasta) y los “clientes” deben anotarse en una lista para evitar “despelote”.


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