Los oficios de enterrar, limpiar y cuidar tumbas son el sustento de muchos en el Cementerio General del Sur

Cementerio

Pablo cobra entre 1 y 5 dólares mensuales por la limpieza de una tumba en el Cementerio General del Sur, todo depende de lo que pidan los familiares de los fallecidos. Por un entierro cobra entre 15 y 20 dólares.

Caracas. Enterrar muertos también es un oficio. De eso vive Pablo Guerrero desde hace más de 30 años, cuando llegó a Caracas de su natal Maracaibo, estado Zulia. Desde aquel momento se instaló a vivir en el callejón La Quinta, un pequeño caserío perteneciente a la Cota 905, cercano al Cementerio General el Sur, el más grande y antiguo camposanto de Caracas.

Ya hoy me salió un trabajito, contó Pablo mientras caminaba entre las tumbas, como todos los días. Por ese entierro iba a cobrar 20 dólares, lo equivalente a 89,8 bolívares, mucho más de lo cobra una persona que gana un sueldo mínimo de apenas 7 bolívares. Sin embargo, con ese dinero no podrá comprar muchos alimentos para llevar a su casa, donde vive con su esposa, un hijo, una nuera y dos nietos.

Foto: Gleybert Asencio

El Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores (Cenda) calculó el costo de la canasta básica de alimentos en 1009,31 bolívares durante  septiembre, lo que es equivalente a 225 dólares aproximadamente.

Este 2 de noviembre se conmemoró el Día de los Muertos, una fecha en la que muchos familiares acuden a los cementerios a visitar a sus difuntos, por lo que podía ser un buen día de trabajo para Pablo y los más de 100 cuidadores de tumbas y sepultureros independientes que trabajan en el Cementerio del Sur.

Foto: Gleybert Asencio

Pablo cobra entre 1 y 5 dólares mensuales por la limpieza de una tumba. Todo depende de lo que pidan los familiares de los fallecidos: barrido, desmalezamiento, pintura o lija. Esa tarifa también incluye la seguridad. Pablo hace a diario un recorrido por los sepulcros de sus clientes para vigilar que no sean profanadas, una práctica que desde hace más de 10 años se ha vuelto común dentro del Cementerio del Sur.

No hay data oficial de cuántas tumbas fueron profanadas por todo el terreno, pero a simple vista se observan infinidad de tumbas abiertas y sin lápidas. Incluso algunas tienen escritas frases como ya fue profanada. Pablo aseguró que durante los años en que la banda criminal liderada por Carlos Luis Revete, apodado El Coqui, controló la zona, las profanaciones estaban prohibidas dentro del cementerio.

Foto: Gleybert Asencio

Al que encontraban en eso, le daban lo suyo. Ahora volvieron otra vez. Donde veas tres o cuatro personas juntas con una cabilla en la mano, es que andan profanando. Eso lo hacen mucho por cuestiones religiosas o para buscar piezas de oro dentro de las tumbas, relató Pablo. Desde julio de este año los miembros de la banda de El Coqui abandonaron la Cota 905 luego de varios enfrentamientos con funcionarios policiales.

La primera vez que Pablo limpió una tumba sintió miedo. Fue a inicios de los años noventa cuando decidió mudarse a Caracas con su familia en busca de una mejor calidad de vida. Al recordar sus inicios se sonrió y era posible ver esa expresión en su cara porque no tenía tapaboca.

Ya yo estoy vacunado, contestó sobre el tema de la pandemia por la COVID-19, la cual aseguró no limitó demasiado su trabajo durante los meses más duros de la cuarentena en Venezuela.

Foto: Gleybert Asencio

Pablo caminaba entre las tumbas sin dejar de señalar y explicar dónde están aquellas que son de personajes conocidos dentro de la historia y la cultura venezolana. Sabe dónde está la llamada Corte Malandra, el mausoleo del militar y político Joaquín Crespo, la antigua tumba del Dr. José Gregorio Hernández, el santuario de María Francia y el barón del cementerio, entre otras tantas figuras conocidas. Durante su andar también recuerda pasar por la tumba de su hermana.

Ella murió a los 35 años de cáncer en los ovarios, explicó Pablo luego quitarse la gorra y persignarse frente a la tumba de su hermana.

Entre los cuidadores de tumbas también está Carmen Rangel, quien heredó el oficio de su esposo hace 15 años, luego de que él sufriera una caída mientras trabajaba en el cementerio. Este accidente lo dejó en silla de ruedas, por lo que Carmen asumió la responsabilidad de limpiar y cuidar todas las tumbas que estaban a cargo de su esposo.

Cementerio General del Sur
Foto: Gleybert Asencio

Ella, al igual que Pablo, vive en la calle La Quinta de la Cota 905. Su casa es de las pocas en la zona que aún no tiene tuberías ni de agua potable ni de aguas servidas. No tiene servicio telefónico. Solo tiene luz gracias a una conexión improvisada con la casa de un vecino.

Yo quiero salir de ahí. Hace años me inscribí en la Misión Vivienda, pero nada pasó, expresó Carmen sobre los intentos que ha realizado por obtener una casa o un apartamento a través del principal programa de asignación de viviendas del gobierno de Nicolás Maduro, que inició previamente durante las gestiones de Hugo Chávez.

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Foto: Gleybert Asencio

Gente teniendo relaciones sexuales es lo más curioso que Carmen ha visto durante los más de veinte años que tiene viviendo frente al Cementerio General del Sur, su sitio de trabajo y su ruta camino a casa. Yo camino por aquí todos los días. He pasado por aquí a las 2:00 a. m. He visto a personas robando las tumbas, añadió Carmen.

Yo limpio tumbas no solo por el dinero, también por no estar encerrada en mi casa, explicó Carmen, quien a su vez es pensionada por el Ministerio de Educación, donde trabajó como obrera. Lo que gana limpiando y cuidando tumbas apenas le da para cubrir sus gastos de alimentos. Ella vive sola desde que su esposo falleció hace más de dos años y sus tres hijos cada uno formó su familia.

El detalle es que no todos los clientes pagan. Tengo una familia que no me paga desde hace dos años. Se olvidaron de su familiar. Yo igual sigo limpiando la tumba porque si no lo agradecen ellos, lo agradece el muerto, expresó Carmen, luego de trabajar por algunas horas de la mañana de este martes, un día en que el cementerio estuvo concurrido de familiares.


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