Obispo Juan Carlos Bravo: La alegría y la esperanza definen a Petare como una buena noticia

A propósito del aniversario de la parroquia, el obispo Juan Carlos Bravo conversó con Crónica.Uno sobre el primer mes que tiene como obispo de la nueva Diócesis de Petare. Destacó la sensibilidad religiosa de la gente y la organización entre sacerdotes, religiosas y laicos para levantar el gobierno pastoral.

Caracas. Para el primer obispo de Petare, Juan Carlos Bravo, saber que la popular zona tiene 401 años es una bendición que los define como un pueblo con historia, identidad, fe y de bienaventuranza. Dios nos primerea, dijo en una oportunidad el Papa Francisco y es la misma frase que usa el prelado para explicar que, antes de que existiera la nueva Diócesis, ya el Señor recorría las calles de la parroquia.

La nueva Diócesis de Petare se erigió el 16 de noviembre de 2021 por el Papa Francisco. Su Catedral es la iglesia Dulce Nombre de Jesús, ubicada en el centro histórico de la localidad. El obispo Juan Carlos Bravo pasó del gobierno pastoral de la Diócesis de Acarigua-Araure a este sector popular del municipio Sucre del estado Miranda en un acto de posesión que se hizo el 10 de enero.

Sin nunca haber visitado Petare, antes de su designación, el obispo confiesa que atendió el llamado de Dios a un mundo desconocido. Reto para el que tomó como inspiración la experiencia de los apóstoles cuando fueron llamados por Jesús a una realidad distinta, para que descubrieran su misión. Juan Carlos Bravo recorrió varios barrios en más de un mes y conoció los rasgos positivos del gentilicio, la historia, la cultura y las dificultades, que alimentaron su ilusión de ser uno más de esta populosa comunidad.

Petare sopló 401 velitas  para celebrar un nuevo aniversario de su fundación este 17 de febrero. A propósito del aniversario, el obispo Juan Carlos Bravo conversó con Crónica.Uno sobre sus primeros pasos en esta parroquia.

La nueva Diócesis coincide con el territorio civil del municipio Sucre. Tiene una extensión de 177 km2 y una población aproximada de 760.000 habitantes que anteriormente estaban bajo la jurisdicción de la Arquidiócesis de Caracas ¿Por qué se toma la decisión de crear la Diócesis y cuál es su importancia?

—Caracas es muy grande. Petare había sido atendida por el arzobispo y los obispos auxiliares. Pero creo que la iglesia debe estar mucho más cerca a la gente, y especialmente el obispo, quien está encargado de ser ministro de la unidad del pueblo y de dar dirección en cuanto a la conducción de la iglesia. Petare es un lugar muy grande, donde viven muchas personas. Es un lugar que tiene un dinamismo eclesial, social y político totalmente distinto a muchos sectores de Caracas. Creo que por eso la iglesia quería estar más presente en una estructura que responda a los nuevos retos y esperanzas del pueblo.

Foto: Gleybert Asencio

El Papa Francisco lo nombró obispo de Acarigua-Araure en 2015 y desde entonces trabajó allá ¿Qué retos suponía empezar una nueva Diócesis en Petare?

—Soy de El Pilar, en el estado Sucre, pero mi familia se mudó a Ciudad Guayana (estado Bolívar) cuando tenía 5 años. Me crié en Guayana y estuve de misionero en Guasipati durante 12 años. Era un pueblo muy desconocido y yo era un cura desconocido. De ahí me sacaron para hacerme obispo de Acarigua (Portuguesa). En ese tiempo, nos esforzamos por crear las estructuras de comunión parroquial. O sea, los consejos de pastoral parroquial, los consejos de asuntos económicos y los equipos de espiritualidad bíblica. Estaba entregado en alma, vida y corazón cuando me llamaron para decirme que el Papa me nombró obispo de Petare. Yo sin conocer Petare, ni conocer los retos, pero así es el llamado de Dios y lo importante es dejarse sorprender por el Señor.

Creo que esa también fue la experiencia de los apóstoles, quienes fueron llamados por Jesús desde un mundo desconocido en el que ellos vivían siendo débiles, pecadores o con otras profesiones, pero los lanzó a descubrir la presencia de Dios y su misión.

El 10 de enero de 2022 fue nombrado como primer obispo de Petare en un acto de posesión que lideró el cardenal Baltazar Porras. A partir de ese momento comenzó su trabajo en la parroquia ¿Qué fue lo primero que consiguió?

—La Diócesis abarca todo el municipio Sucre. En este tiempo hemos hecho visitas fraternales para conocer a la gente, dónde viven, cómo viven y que sepan que el obispo tiene un rostro. Estuve en San Blas, La Dolorita, El Carmen y Guaicoco. En ese dinamismo entendí que la cantidad de gente que vive en esos sectores es incalculable. La iglesia en Petare es una inclusión de niños, jóvenes, trabajo social y evangelizador demasiado grande y fuerte. Para comenzar la Diócesis creamos una estructura, no solo en el ambiente físico, sino también humano. Nos reunimos con un equipo inicial de espiritualidad comunitaria, de estudio y de discernimiento. En este año, que la iglesia nos llama a vivir sinodalmente, el obispo puede tener una idea de cómo hacer las cosas, pero creo que lo más importante es cómo hacerlo juntos.

El obispo detalló que su equipo de trabajo está integrado por más de 30 personas entre sacerdotes, religiosas y laicos. El próximo 21 de febrero tendrán una reunión con sacerdotes y religiosas que trabajan en colegios para que todos estén enterados de los avances en la conformación de la Diócesis.Queremos que la estructura humana tenga alma. Que no sean vacías o burocráticas, resaltó.

Foto: Gleybert Asencio

¿Cómo fomenta en su Diócesis una mayor participación de los laicos y cuál es el reto que tienen con los jóvenes?

—El sábado pasado (12 de febrero, Día de la Juventud) estuvimos en un encuentro con los distintos coordinadores de jóvenes que trabajan en las parroquias. Los jóvenes han tenido un trabajo bastante organizado en Petare y en algunos sectores de La California. No queremos hacer muchos eventos o campañas que no vayan en un proceso formativo y evangelizador. Entonces hay que empezar a entender a los jóvenes, valorar y favorecer lo que hacen, darle continuidad y articulación para que la Diócesis pueda tener un movimiento juvenil que dé el rostro. Me impresiona la cantidad de niños y jóvenes que participan activamente en actividades sociales, como en cantos, catequesis y formación cristiana.

Lo mismo ocurre con los laicos. En Petare hay muchas iglesias y capillas. La verdad es que somos muy pocos sacerdotes y religiosas para responder a la realidad de este pueblo. Por eso, la gran cantidad de laicos que están comprometidos y que trabajan día a día en la vida parroquial, catequesis, en programas sociales, Cáritas, evangelización y centros de formación. En ese sentido es donde los laicos quieren entregarse.

Mencionó que visitó distintos sectores de Petare ¿Podría compartir algunas experiencias con esta comunidad?

—Me impacta que cuando caminas por las calles y escaleras de Petare la gente está parada esperando que los saludes. Y cuando lo haces, cambia su rostro y su forma de relacionarse. Eso para mí es un reflejo de la sensibilidad religiosa de la gente porque, al final, lo que quieren es que los bendigas. Reconocer eso y verlo es una experiencia que me ayuda a entrar en contacto con las personas. No es lo mismo decir que soy el obispo a que la gente pueda ver al obispo. Además, me impresionan los lugares donde hay pobreza extrema y el trabajo que se hace.

Estaba el domingo (13 de febrero) en el barrio San Blas, en la parte más alta de Petare, y tienen una capilla que está hecha de cartón. Me impresionó que hay una pareja de jóvenes y, junto con otras personas, atienden la capilla, dan catequesis. Igual que las hermanas Misioneras de la Palabra, quienes le dan comida todos los días a 350 y 400 personas

Foto: Gleybert Asencio

El Papa Francisco habla de una “iglesia en salida”. Hace referencia a que los sacerdotes, laicos y congregaciones religiosas no esperen a que la gente vaya a la iglesia, sino adelantarse a ir a los sitios donde están las personas. En este sentido, ¿qué tiene previsto para Petare?

—No es solo una cosa del Papa, sino del evangelio. Jesús, al que uno ve en el evangelio y en el que creo, es alguien que nunca estuvo encerrado. Vivió y caminó en medio de la gente. Todos los bautizados estamos llamados a ser ese Jesús que camina, sale, busca y va. Estar en la iglesia encerrado es quedarse condenado a morir. En este primer tiempo yo no conocía nada. Todo los recorridos que dije los he hecho en un mes. Voy a donde vive la gente acompañado de los religiosos que también viven ahí. El mayor miedo que puedo tener es quedarme encerrado o paralizado en mí mismo. La gente en definitiva espera la cercanía del obispo.

Ahora que conoce gran parte de Petare y su buen gentilicio ¿Qué significa el aniversario de este sector popular para usted?

—Pensar que Petare tiene 401 años es una bendición. Saber que no somos un pueblo sin historia, sino que tenemos identidad. Petare es un lugar de alegría y esperanza que nos define como una buena noticia, que también está en el evangelio de Jesús. Pasar de los 400 años de historia demuestra la lucha de los pueblos por ser mejores y también reconocer la presencia de Dios durante esos años. Como dice el Papa Francisco, ‘Dios nos primerea’ y, antes de que se hiciera esta Diócesis, ya Dios estaba en Petare. Lo que nos toca es descubrir dónde está su paso.

¿Están previstas divisiones similares o nuevas Diócesis en otras zonas populares del país?

—La iglesia siempre hace estudios para saber cómo responder a realidades concretas. Lo de Petare fue un sueño que muchos construyeron y trabajaron desde hace años. Eso pasa por estudios que lleva la Conferencia Episcopal de Venezuela, la Nunciatura y Roma. La iglesia siempre tiene proyectos de hacer nuevas Diócesis pero, que yo sepa, en Caracas no hay otro proyecto, lo que no significa que no se piense o analice. Se hablaba mucho de crear una Diócesis en los Valles del Tuy, donde se necesita una estructura porque el pueblo creció.

Foto: Gleybert Asencio

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