“Poco se habla de la violencia de género y son muchas las mujeres que terminan en prisión”

La ONG Una Ventana a la Libertad especifíca que son muchas las venezolanas que caen en la revictimización, es decir, por actuar en defensa propia son castigadas. Además, luego en las prisiones son nuevamente objeto de maltratos para mantener su seguridad dentro de la cárcel.

Caracas. No alega violación, asegura que su hijo es producto de una relación sostenida con un guardia nacional, quien le intercambiaba comida y seguridad a cargo de favores sexuales. Al quedar embarazada, el convenio se rompió. Pero María decidió tener al niño. Desde entonces han pasado más de dos años. Espera ser beneficiada con una medida de libertad y no tener que ser separada de su bebé, este es uno de los testimonios de las 25 entrevistas que realizó la ONG Una Ventana a la Libertad (UVAL) en distintos Centros de Detención Preventivos  (CDP) en 15 estados del país, para documentar la situación de las mujeres privadas de libertad en Venezuela.

La profesora y coordinadora de esta investigación, Maggally Huggins Castañeda, asevera que uno de los elementos más lamentables que encontró en este trabajo es que las visiones tradicionales del hombre y la mujer que imperan en estos espacios limitan el desarrollo de la autoestima. 

Por ejemplo, explicó que el ejercicio del derecho a la sexualidad es solo privilegio masculino. Las mujeres no tienen visita conyugal. Las presas dicen que ellas mismas tienen que resolver. Se masturban y algunas tienen sexo entre ellas mismas, así le dijeron en una entrevista en el CDP de Polizamora, Guatire.  

“La gestión pública debe entender que mujeres y hombres tienen necesidades diferentes y específicas, además de los intereses comunes”, acotó la profesora. Además, explicó que la privativa de este derecho puede traer consecuencias más severas de los que muchos imaginan.

Intercambio de comida y seguridad por favores sexuales, ¿cómo llamaríamos este tipo de relaciones sexuales? ¿Estrategia de sobrevivencia? ¿Abuso de poder? La respuesta es violencia de género, pues solo por el poder de él, ella podía tener seguridad dentro de la prisión, lo cual es deber del Estado, expone en el informe.

El equipo de investigación encontró que los frecuentes embarazos no siempre son consensuales aún cuando no haya violencia física. El primer testimonio de la descripción de la relación de la joven con un guardia nacional corresponde al de una reclusa que se encuentra en el Anexo Femenino de la Cárcel de Tocorón, estado Aragua. Su historia es conocida por los funcionarios de la defensa pública del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, pero todos argumentan que fue un “romance aceptado por ella y que el funcionario no alega violación”.

No obstante, la ONG también ubicó casos de violaciones por prisioneros o efectivos de seguridad. Como es el caso de una exreclusa del Centro de Coordinación Policial-Instituto Autónomo Policía Municipal de San Francisco, Maracaibo, estado Zulia.

Los primeros tres meses en el calabozo fueron los peores. Me torturaron y hasta me violaron. Las compañeras de celda sabían y me dejaron sola para que el tipo se metiera y me violara. Me agarró en el baño, me tapó la boca, me bajó los pantalones, narró la exreclusa en una entrevista realizada en diciembre de 2018.

La principal causa de ingreso de mujeres a las prisiones es el tráfico o venta de drogas ilícitas. En segundo lugar, se encuentra la extorsión. Un punto que Huggins considera relevante, ya que se une la altra frecuencia de la violencia de género con los delitos de los cuales se les acusa a las mujeres. Muchas de las presas admiten ser mujeres inocentes inculpadas por sus parejas, quienes son los que delinquen y las acusan o utilizan sin ellas tener conocimiento.

“Sentía que él la había utilizado desde el principio para que sirviera de mula. Cree que nunca la amó. A los pocos días él salió de la cárcel y murió. Mientras, ella cumplió una condena de dos años y siete meses”, comentó una reclusa del Centro Penitenciario Femenino de la Región Insular de Nueva Esparta.

Para Huggins, muy poco se habla de la violencia de género. En otros casos, las mujeres caen presas para defenderse de hombres agresores. Así lo cuenta una exreclusa del anexo femenino de Tocorón, de 25 años, quien, cansada de los malos tratos recibidos por su esposo de 30 años, tomó un cuchillo y le propinó una puñalada que luego de 17 días le ocasionó su muerte. Esta había sido una mujer constantemente golpeada y a la que uno de esos episodios de agresión le ocasionó un aborto.

Se debe entender que la violencia física y verbal gasta la autoestima de una persona. La realidad es que vivimos en un país en el que no hay un acompañamiento legal para estos casos. No existe la defensa personal en este país, por lo que estas mujeres pasan a una revictimización. Fueron maltratadas y ellas asumen el castigo, agregó la profesora universitaria.

En el 2018, 425 mujeres fueron asesinadas en el país, de acuerdo con el monitoreo realizado por el equipo de Cotejo.info. Esta cifra representa un incremento de 5,19 % con respecto al año anterior, en el que se registraron 409 asesinatos. La violencia de género se impuso en ese año como el principal móvil en 19,76 % de los casos.

Por último, desde Una Ventana a la Libertad manifiestan su preocupación ante el poco cumplimiento del debido proceso y la violación al derecho del acceso a la justicia. Dicen que hay casos que tienen hasta más de tres años en proceso porque los fiscales son destituidos o porque difieren las audiencias preliminares sin motivos.

Igualmente, subrayan que hasta que las personas que dirigen las políticas penitenciarias no entiendan lo que significa la perspectiva de género y no sean capaces de hacerla “transversal” en todos los planes y programas para mujeres y hombres presos, las deficiencias seguirán siendo notorias. 

El informe de Una Ventana a la Libertad fue exclusivamente cualitativo, por lo que no ofrecieron cifras entre los distintos puntos de investigación.


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