“Salo” Rondón no pelaba una partida en el colegio Calasanz de Catia

El papá del goleador estrella de la Vinotinto cuenta cómo se inició en el fútbol cuando era un chamito y vivía en la parroquia Sucre

Cristóbal Naranjo/@cristobnaranjo

Caracas. Cuando cursaba segundo año de bachillerato en el colegio Calasanz, en Catia, José Salomón Rondón encaró a su papá Rafael para tener lo que él consideraba una conversación muy seria.

El segundo hijo del matrimonio Rondón-Giménez, detrás de Gerardo, de 29 años, y adelante de Onlymai, de 23, había tomado una decisión importante y debía comunicársela a la familia lo más pronto posible. “Me dijo que iba a dejar los estudios para dedicarse a jugar fútbol”, recordó su papá. desde un cómodo estudio de la quinta Clara Valentina, que a juzgar por el montón de trofeos, zapatos, afiches y motivos alusivos al balompié dejan en claro que aquel chamito se las arregló para poder cumplir ese deseo.

Y es que lejos de ser un capricho el gusto por el fútbol, del actual referente de la Vinotinto, pareció ser de esas cosas predestinadas, incluso antes de nacer. “Mi esposa cuando estaba en estado tenía la barriga muy grande y mi cuñada era admiradora de Maradona. Resulta que cada vez que veíamos un partido donde jugaba Diego, Salomón pateaba más en el vientre de su madre. Ella decía que iba a ser futbolista y acertó”, recordó su papá, quien como buen oriental tiene la picardía y el chiste ingenioso a flor de piel.

El terror de las ventanas

La insólita petición de “Salo” tuvo su origen a los cuatro años cuando un profesor del Calasanz le recomendó a su madre, Maitana Giménez, que lo metiera a practicar fútbol en las canchas de tierra del colegio. Así empezó a jugar en las tardes, en un principio solo como una actividad complementaria a los estudios, que siempre hacia bajo bajo la supervisión de sus papás.

Al seguir el consejo del docente la señora Maitana pasó más de un disgusto por la fiebre del muchacho, pues llegaba del colegio a darle rienda suelta a su nueva pasión. “La casa de Catia tenía una platabanda y Salomón después de las clases se ponía a jugar ahí con su hermano Gerardo. Más de una vez quebró una ventana con un balonazo y su mamá le decía que tenía que pagar los vidrios cuando llegara a profesional”.

El padre de “Salo” recordó que hizo más de un sacrificio para que a su hijo no le faltara la indumentaria deportiva necesaria. “En el colegio había una señora que vendía como los turcos de antes. Yo le pedía fiado los tacos de fútbol y se los pagaba por partes. Era increible lo rápido que los gastaba”.

José Rafael Rondón padre de José Salomón Rondón, delantero de la Vinotinto, dijo que desde la barriga su mamá decía que iba a ser futbolista. Crónica.Uno/Cortesía
José Rafael Rondón padre de José Salomón Rondón, delantero de la Vinotinto, dijo que desde la barriga su mamá decía que iba a ser futbolista. Crónica.Uno/Cortesía

Sabia decisión

Por supuesto, la respuesta a la decisión irrevocable del pichón de dejar los estudios para ser futbolista fue un rotundo “¿Te volviste loco?”, acompañado de un severo regaño de sus padres que lo hizo entrar en razón.

Salomón terminó el bachillerato y tras un pequeño tira y encoge con su mamá cumplió su sueño: vestir de vinotinto y establecerse en las ligas europeas.

Fuera del rectángulo de juego también mató la liga, pues está felizmente casado con Valeria Rosales, con quien tiene dos hijos: Rodrigo, de cuatro años, y Rafaela de 10 meses.


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