Las nuevas generaciones muestran poco interés por preservar las tradiciones de la Colonia Tovar

Colonia Tovar

Desde la llegada en 1843 de los primeros 373 prusianos a tierras aragüeñas, unas cinco o seis generaciones de alemanes han seguido poblando ese pedacito de montaña al que, bajo engaño, llegaron hace 180 años. Las tradiciones y costumbres de sus primeros pobladores no despiertan mucho interés en las nuevas generaciones.

Maracay. El poco interés que muestran las nuevas generaciones de colonieros para preservar las tradiciones de sus antepasados alemanes llegados a la Colonia Tovar es evidente. De allí que los más viejos intenten e insistan en conservarlas.

“Les hago mucho hincapié en que debemos conservar nuestras tradiciones y nuestra arquitectura, porque el día en que perdamos esas costumbres, pasaremos a ser cualquier pueblo. Mientras se preserven estas tradiciones, seguiremos siendo un pequeño pueblo alemán en Venezuela”, enfatiza Ciro Enrique Breidenbach, cronista oficial de la Colonia Tovar.

Este 8 de abril se cumplen 180 años de la llegada de los primeros alemanes a Venezuela y específicamente al estado Aragua, cuando en 1843, provenientes del puerto de Le Havre, en Francia, 373 expedicionarios, en su mayoría prusianos provenientes de Endigen, arribaron al puerto de La Guaira a bordo de la fragata Le Clemence.

Este viaje formaba parte del proyecto de establecer colonias de europeos en Venezuela, propuesto por el presidente de la época, José Antonio Páez, y que le fue encomendado en 1841 al italiano Agustín Codazzi.

En esa larga y peligrosa expedición también venían 15 franceses y un italiano, quienes igualmente atraídos con las falsas promesas y luego de una extenuante travesía por Puerto Maya y Choroní, finalmente llegaron a unos terrenos pertenecientes a Martín Tovar y Ponte, en el que se establecieron definitivamente para conformar lo que hoy se conoce como La Colonia Tovar.

Unas cinco o seis generaciones han nacido desde entonces y aunque la arquitectura, la cultura, la música, la gastronomía y la otrora pujante actividad agrícola siguen siendo parte indisoluble de la idiosincrasia local, los más jóvenes no parecen estar muy motivados o interesados en conservarla.

Trato de mantener el uso de los trajes típicos y la música alemana. Pero para la juventud es complicado, porque no quieren bailar con uno y están apartados de las tradiciones”, dice con un dejo de tristeza Carmen Kanzler, una coloniera y cultora que insiste en difundir las tradiciones y costumbres de la Colonia Tovar.

Colonia Tovar
En las montañas del Parque Codazzi, se encuentra la Colonia Tovar. Foto Gregoria Diaz

Ella, al igual que muchos otros colonieros insisten y persisten en evitar que se pierdan las tradiciones y para ello se han adoptado algunas medidas.

“En los negocios se está exigiendo el uso del traje típico por parte de los empleados”, señala Breidenbach.

Lo curioso es que muy pocos de estos trabajadores, en su mayoría jóvenes, no saben ni siquiera cómo se llaman estas indumentarias, identificados como “tschooparok” y “cobijakttel y que fueron rescatados por una baronesa que se estableció en la Colonia Tovar en 1930.

Lo que sí se perdió en La Colonia Tovar es la tradición que data de 1885 y que consistía en que ningún coloniero se podía casar con una venezolana, porque de lo contrario perdía todos sus derechos y tenía que salir de la Colonia. Aproximadamente en la década de los años 40, esta costumbre fue desapareciendo.

El alemán coloniero

Morka (buenos días), N’oba (buenas tardes), Wia Kot Nåcht (¿cómo estás?) son algunas de las palabras más comunes que forman parte del “alemán coloniero”. Es un dialecto local con sus particularidades, pues conserva variaciones idiomáticas y entonaciones en desuso en Europa desde hace más de 100 años y que las nuevas generaciones poco hablan.

El alemán coloniero, patuá, es una mezcla de varios dialectos que se fusionaron y que se conoce también como “colonish”.

Carlos Urbina, un joven residente en la Colonia Tovar, recuerda cómo hace unos años era obligatorio cursar una materia sobre el alemán original en las escuelas locales. “Creo que ya no lo dan”, señala.

Su padre, director del único museo de historia (privado) de la Colonia Tovar, Carlos Urbina, lo certifica.

Ya no es una exigencia como tal y no es un idioma que a los muchachos les llame mucho la atención, tal vez por lo complicado”, refirieron.

Sin embargo, algunos descendientes han mostrado interés no solo por preservarlo, sino también por hablarlo.

Uno de ellos es Katty Kanzler, una joven de 33 años, reconocida influencer que, a través de sus redes sociales, se empeña en la tarea de dar a conocer y preservar distintas tradiciones de la Colonia Tovar, porque dice sentir un profundo arraigo por lo que es su ciudad, su pueblo, por lo que significa y por lo que son.

Me identifico mucho, aunque no lo hable con fluidez, con el alemán coloniero. Uso algunas palabras en mi cotidianidad y es muy divertido. Estoy tratando de conservarlo”, dice entusiasta esta joven madre de un pequeño coloniero, quien ya emula a su madre en el uso de algunas palabras.

Para Kanzler, el desconocimiento de este dialecto por las nuevas generaciones se debe a la poca enseñanza y difusión dentro de las propias familias.

Colonia Tovar
Antes de establecerse, los inmigrantes alemanes llegaron a Playa Grande de Choroní. Allí se ha develado una placa para recordar la fecha. Foto cortesía

“Bien sean las tradiciones de la Colonia Tovar o de cualquier pueblo, hay que cuidarlas, protegerlas, porque es lo que nos distingue del resto de Venezuela y nos hace especiales, sin decir con ello que somos mejores”, sostiene.

Los Jokilis

Pese al desdén o desinterés de algunos colonieros más jóvenes por las tradiciones, destaca el empeño que muchos otros imprimen para preservarlas y mostrarlas al resto del país.

Julio Carrillo, directivo de la Asociación de Arlequines de la Colonia Tovar fundada en 1976, habla de los Jókilis, esa pintoresca tradición que cada año, en Carnaval, llena las empinadas calles de la Colonia Tovar con una colorida manifestación cultural que llegó a esta localidad en 1974.

El jueves previo al Carnaval, vamos todos vestidos con batas blancas, haciendo ruido y despertando la alegría del carnaval. Luego sale el Jókili con su traje de arlequín”, explica Carrillo.

A los Jókilis se les suman los gorilas, una tradición en la que las personas se disfrazan con máscaras de gorila y una braga revestida con musgo de árboles.

Estas costumbres, como el típico plato alemán o la cerveza coloniera, la primera que se hizo en Venezuela, se suman a la centenaria tradición agrícola que sigue haciendo de la Colonia Tovar, pese a la crisis nacional, la referencia obligada en la producción y cosecha de frutas como el durazno, las fresas, las hortalizas y las flores.


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