“Y para qué una constituyente si en los hospitales se nos mueren los pacientes”

Médicos, enfermeros, obreros y demás gremios de la salud protestaron este miércoles porque los hospitales están por el suelo. No los dejaron llegar hasta el ministerio rector, pero insistieron en que no dejarán las calles, pues no quieren más muertos por balas, pero tampoco por falta de insumos y medicinas.

Caracas. Los hospitales están en la calle. Ese era el sentir la mañana de este miércoles 17 de mayo, cuando trabajadores de la salud del Vargas, del J. M. de Los Ríos, de El Algodonal, de Los Magallanes de Catia, de la Maternidad Concepción Palacios y el Universitario decidieron salir con sus batas blancas para sensibilizar a la población y al nuevo ministro de Salud, Luis Salerfi López, para que ponga especial atención a la escasez de medicamentos.

A las 9:40 a. m. salieron más de 100 trabajadores del hospital José María Vargas, ubicado en Altagracia, caminaron por toda la avenida Panteón y a su paso, y dada la fuerza de las consignas: “No queremos balas, queremos insumos”, “Pueblo escucha, únete a la lucha”, “No queremos ser médicos exiliados”, fueron sumando más seguidores.

Los médicos dicen no más muertos, si más medicinas.

Aplausos y cacerolas se escuchaban en los balcones, mientras los peatones daban palmadas y soltaban vítores en apoyo a la concentración, que en ningún momento obstaculizó el paso vehicular.

Cuando llegaron a la avenida Vollmer de San Bernardino, un grupo más o menos similar de trabajadores de la salud de varios centros asistenciales esperaba en la entrada del J. M. de Los Ríos.

Pasadas las 11:00 a. m., los gremios y organizaciones defensoras de los Derechos Humanos encendían los motores, con documento en mano, para llevarlo al Ministerio para la Salud, ubicado en plaza Caracas, unas 11 cuadras hacia el centro de la ciudad.

Al frente de la concentración, haciendo cadena con los brazos, iban los representantes de la ONG Médicos de Venezuela por la Salud, Fefarven, Codevida, el exministro de Salud, Carlos Walter, médicos residentes y adjuntos, representantes de los colegios de enfermeros, de nutrición y de los obreros. Atrás toda una generación de profesionales que exigían medicinas.

“Y qué, y qué constituyente si en los hospitales se mueren los pacientes”, gritaban a todo pulmón.

Con la calle caliente, un grupo quería regresar a la avenida Urdaneta para cerrarla, acto que estaría seguido de represión, según cálculo de algunos médicos.

Marcharon por La Candelaria y solo les lanzaron limones.

Un día antes de la concentración en el hospital Vargas, en plena asamblea los médicos dijeron que estaban dispuestos a tragar  lacrimógenas y hasta dar sus vidas por el país y en defensa de la salud.

Y aunque la sangre no llegó al río, como dicen popularmente, en la corta caminata, los médicos dejaron claro que “esta lucha es por ti, paciente, y no por mí”, tal como repetían en las consignas.

“La crisis de la salud llegó alto”

Denunciaron que, por ejemplo, en el J.M de Los Ríos esta semana no contaban con kit para laparatomía. De hecho, el lunes llegó un niño de 11 años con el apéndice perforado, le dio una peritonitis, y lo operaron 24 horas después, precisamente porque no tenían esos insumos descartables.

En el hospital José Ignacio Baldó, conocido como El Algodonal, Mayerling Méndez, delegada sindical, contó que los jefes les dicen que los tapabocas pueden usarse hasta cuatro días, que los limpias mopas son muy costosos y que no los pueden comprar.

Además no les entregan desinfectantes ni cloro para la limpieza del centro asistencial. Se hace con agua, recurso que racionan domingo, lunes y martes. Eso sin contar que no tienen quirófanos para maternidad ni medicinas.

Hospitales de Carcas decidieron salir a la calle.

En el periférico de Catia hace un año los médicos protestaron porque ahí no había nada, solo las ganas de trabajar. “En esta oportunidad la situación empeoró. De seis quirófanos, funcionan dos, en la terapia hay solo dos camas disponibles”, señaló el doctor Daniel Bruce de Medicina Crítica.

Y en el José Gregorio de Los Magallanes de Catia desde el pasado jueves 11 de mayo no suministran alimentos a los pacientes porque hay un brote de aguas cloacales. Tampoco hay reactivos en el laboratorio.

“Estamos sobreviviendo”

Los pacientes también se sumaron a la acción. Un grupo de trasplantados, aún con sus dolencias y con la angustia que tienen de perder sus órganos, caminaron hasta donde fue retenida la manifestación.

Reynaldo Olivar, quien el mes próximo cumple un año de haber sido trasplantado, mostró preocupación porque desde hace dos meses no consigue Prosgraf, medicamento antirechazo. Con su rosto visiblemente afectado, dijo que sin el tratamiento le queda la cama, regresar a las diálisis o quizá, morir.

Ese fármaco debe dárselo la farmacia de alto costo del Seguro Social y desde hace dos meses no lo está entregando. En igual situación está la señora Cristina Lucena, quien en sus 22 años de trasplantada nunca había tenido recaída. Ahora tiene riesgo de morir porque no está tomando el inmunosupresor.

Pacientes trasplantados pasan las de Caín: dos meses sin medicinas.

Tampoco consiguen la línea de medicinas para otras patologías asociadas, como antibióticos. “Y si nos ataca una infección, nos embromamos. Yo estoy con mi segundo riñón que me lo donó mi hermana de 22 años, y perderlo es una tragedia. Pero no conseguimos el medicamento”, comentó Mayra Moreira.

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La escasez de insumos y medicamentos, según Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica de Venezuela, alcanza cifras extraordinarias.

“Han muerto 43 venezolanos de manera activa en las protestas, pero hay miles que fallecen porque en el país no hay insumos ni medicinas, como consecuencia del régimen cambiario. En cambio, hace poco llegó el fármaco quetiapina a 156.000 bolívares y el Losartán a 32.000 bolívares, quién puede pagar eso, nadie. ¿Entonces, que se mueran los pacientes con hipertensión arterial? Porque no pueden comprar. Aquí la escasez de medicinas supera 85 %. El Gobierno adeuda a las farmacéuticas y empresas de equipos médicos 5 millardos de dólares, y lo más insólito es que no hay muestras de llegar a un convenio de pago”.

El país enfermo

Si bien es cierto que la escasez de insumos y medicamentos marcó la pauta y la consigna era “no más bombas y balas, más insumos y medicinas”, las epidemias (como la malaria y la difteria), la desnutrición y la mortalidad infantil, así como la materna, fueron resaltados por los especialistas como parte de la crisis actual.

Hasta las bata para operarse las piden en el J.M de Los Ríos.

Se ampararon en el Boletín Epidemiológico Semana correspondiente a la semana epidemiológica 52, del 25 al 31 de diciembre de 2016, en el cual aparecen cifras alarmantes de mortalidad materna: 756. 65,8 % más que en 2015 cuando fallecieron 456 parturientas.

Comportamiento similar lo encontraron cuando examinaron lo ocurrido con la mortalidad infantil, “lo cual evidencia un grave deterioro de la calidad en la atención de salud y de las condiciones del estado nutricional de las madres y sus recién nacidos. “Esa ha sido la causa principal para el aumento desmedido del incremento de estas muertes”, comentó el doctor Carlos Walter, firmante del documento.

Y eso es tan cierto que representantes del servicio de pediatría del hospital Pérez Carreño, presentes en la marcha, admitieron un incremento en los casos de desnutrición, con el agravante de que en ese centro del Seguro Social, desde hace un mes no se realizan hematologías.

También están críticos los niños cardiópatas. Jorge Sanjinés, cirujano cardiovascular, denunció que quizás en todo el país hay solo 10 especialistas y que cada año nacen 5000 niños cardiópatas. En el Cardiológico Infantil, bandera de la revolución, dijo que solo están haciendo 600 operaciones al año. “¿Y el resto de los niños, se están muriendo?”, se preguntó.

Meta truncada

Mientras los médicos, enfermeros y obreros contaban las penurias y hablaban de que están haciendo medicina artesanal, a eso del mediodía estaban a una cuadra de la avenida México.

En ese punto los recibió un pelotón de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).

Los funcionarios decían que era para protegerlos de los “colectivos” y propusieron que organizaran una comisión en caso de que algún representante del MinSalud se acercara a la zona.

En la avenida México estaban dispuestas tarimas para una concentración oficialista. Se escuchaba música revolucionaria. Además, motorizados ajenos a la marcha de las batas, merodeaban la cuadra. Pero eso no intimidó a los trabajadores de la salud quienes pedían regresar a la avenida Urdaneta.

Médicos residentes, adjuntos y estudiantes encabezaron la protesta.

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Esperaron más de media hora mientras los vecinos caceroleaban y gritaban “asesinos, asesinos” a funcionarios de la Guardia Nacional que se acercaron a la protesta.

El equipo antimotín esperaba órdenes para lanzar las lacrimógenas, hasta que un policía de rango pidió que los que estaban desarmados se pusieran al frente y retiró a los dos que estaban empuñando las escopetas.

De repente, escoltado por Alexander Nebreda, concejal metropolitano de Caracas y miembro del Buró Político del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), llegó hasta la concentración Maiqui flores, viceministro de Salud. Habló con los voceros no más de siete minutos, recibió el documento, se comprometió a conformar mesas de trabajo y cuando empezaban a descargarle el rosario de penas dejó con la palabra en la boca a los manifestantes.

Mientras, en la plaza Morelos estaba el nuevo titular de la Salud, Luis López, quien señalaba que “todo el sector va a la Constituyente”.

Ya a la 1:00 p. m. las personas se retiraban del lugar. En el sitio, Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de la Federación Venezolana de la Salud (Fetrasalud), anunció que están preparando una gran asamblea nacional para hacerle frente a la crisis.

Minutos antes de los edificios lanzaron algunos limones. Pero no hubo sobresaltos en esta concentración que se suma a los 46 días de protestas que vive el país, en contra de las políticas gubernamentales. Solo en la mañana hubo conato de represión en los alrededores del Hospital Clínico Universitario a la hora de las salida de los médicos que pretendían participar en la protesta.

Fotos: Francisco Bruzco


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