Venezuela conmemora el Día Mundial de la Malaria con el sistema de salud pública debilitado (II)

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Diez instituciones fundamentales para la salud de los venezolanos fueron desmanteladas o abandonadas entre 2009 y 2018. Entre ellas la División de Malariología. Con ello se fue perdiendo el talento humano que ubicó al país entre los primeros en América Latina. Especialistas abogan por la reactivación, como Barrio Adentro. En enero y febrero pasado, se contabilizaron 2.796 casos de malaria.

Caracas. Este lunes 25 de abril se conmemora el Día Mundial de la Malaria, pero la salud pública en Venezuela no está de plácemes. En junio próximo se cumplirían 86 años de la creación de la Dirección Especial de Malariología del MSAS, convertida luego en División, por el sanitarista Arnoldo Gabaldón Carrillo. La dependencia que combatió casi todo el siglo XX la enfermedad potencialmente mortal, transmitida por la picadura de un zancudo infectado (anopheles), fue desmantelada en 2009, durante el gobierno de Hugo Chávez.

Con la eliminación de esta institución se debilitaron programas como el de Salud Materno Infantil, y también desapareció la Escuela de Malariología. Este era el centro de formación de más de 1.000 técnicos y especialistas provenientes de al menos 50 países.

Desde que reapareció con fuerza la malaria en 2017, los esfuerzos sanitarios no han logrado detenerla. Ese año se alcanzaron 319.765 casos, la cifra más alta en la historia del país, en la semana epidemiológica 42.

Cuadro de malaria

En 2021, la OMS señaló que Venezuela concentraba en su territorio 73% de las muertes por malaria o paludismo ocurridas en América Latina, y más de la mitad de los casos diagnosticados. Esto debido a la falta de control de los mosquitos y de condiciones sanitarias.

A comienzos de 2022, el país contabilizó en total 2.796 casos, reportó OCHA, la Oficina de la ONU para la coordinación de asuntos humanitarios. Y los municipios con mayor cantidad de casos se ubican en el estado Bolívar, activo en minería ilegal: Sifontes (1.113), Angostura (378), Caroní (453) y Piar (248).

Solo en el estado Sucre, otra entidad afectada, hay reportes de que la malaria disminuyó en un 80% de los casos, en este año. Y ocurrió luego de más de dos años de atención primaria y secundaria de Médicos Sin Frontera, de la mano del Instituto de Salud Ambiental de la región.

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Salud pública sin defensas

Esta División y la Escuela son dos de las 10 instituciones fundamentales en Venezuela, que fueron abandonadas o desmanteladas en ocho años. Y esto debilitó profundamente el sistema de salud pública. Para médicos especialistas, la crisis de la atención hospitalaria es reflejo de la desinstitucionalización en el sector que se dió por etapas. Mientras, Barrio Adentro avanzaba, alentado por los gobiernos de Chávez y luego de Nicolás Maduro, partiendo el sistema en dos.

En 2007, la Dirección General de Epidemiología quedó prácticamente abandonada, y faltó la información necesaria para diagnosticar la situación en el país. El Boletín Epidemiológico Semanal, considerado el más antiguo del continente, dejó de publicarse en mayo de 2017. También, las estadísticas en salud como el Anuario de Mortalidad que lleva al menos 9 años sin publicar, así como el Anuario de Morbilidad.

“Nuevamente, toda la información epidemiológica fue suspendida y censurada desde hace 9 meses y no han sido diseminados datos de 2017”,  alertó la Alianza Venezolana por la Salud, en un comunicado en el que denunció la Emergencia Humanitaria Compleja, el 15 de febrero de 2018. “Esta conducta ha sido una barrera para el ejercicio pleno y efectivo del derecho a acceso a la información de fuentes oficiales y del derecho a la salud y deteriora aún más, la calidad de los servicios públicos de salud y su capacidad de respuesta”.

Sin inmunizaciones

Con la inoperancia también se debilitó el Programa Nacional Ampliado de Inmunizaciones. Esto causó, por ejemplo, que en el país aparecieran centenares de personas con difteria, después de más de 20 años sin registrarse un solo caso. Hoy la población solo cuenta con jornadas irregulares de vacunación, y las escasas son impulsadas por la OPS/OMS. En su último boletín semanal de abril de 2022, Venezuela no reportó casos de difteria, pero sí 103 sospechosos de sarampión, y ninguno confirmado hasta la fecha. En febrero pasado, tuvo ocupó el lugar 12 con 26 casos, después de Colombia y precedido por Chile.

Por si fuera poco, se detuvo la planta de vacunas Espromed Bio, construida a un alto costo, luego de paralizarse la producción de vacunas de INHRR que producía 7,5 millones de dosis de vacunas en 1998, de acuerdo con reportes médicos.

A la lista de programas suspendidos se sumó el de Iodación de la sal para el consumo humano, “por lo cual hay evidencia de la aparición de bocio endémico”, indicaron entonces voceros de la Sociedad. También se paralizó el  Programa Nacional de Control de la Tuberculosis y enfermedades respiratorias; el del Control de Enfermedades de transmisión sexual y VIH-Sida; y el Nacional del Cáncer, entre los más importantes. Las cifras anuales dan fe de la nefasta repercusión.

Más opacidad, menos salud

Luego, el 7 de agosto de 2018 se conoció el cierre del Centro Venezolano de Clasificación de Enfermedades (Cevece) y el Centro Cooperador de la OPS-OMS, adscrito al ministerio para la Salud, que dejó al país sin estadísticas confiables.

El Centro Cooperador funcionaría “en estrecha colaboración” con los otros dos Centros de la OMS: en la Región-el de Sao Paulo y el situado en Washington, D.C”, según el acuerdo suscrito entre el gobierno de Venezuela y la OMS, en 1979, y dentro de “los principios de la cooperación técnica entre países en desarrollo”. El pacto cesó.

Se pierden 63 años de actividad ininterrumpida en la evaluación de la calidad de información en salud, dijo la Sociedad Venezolana de Salud Pública y la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, al  denunciar el acto. “El Min Salud pierde la capacidad de elaborar datos confiables de mortalidad, natalidad, morbilidad y de indicadores de salud indispensables para planificar políticas sanitarias y la atención de enfermedades emergentes y re emergentes”.

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El proceso de desmontaje del sistema de salud continuó. Se desatendieron también las operaciones constantes de Quibiotec que produjo hasta 2015 hemoderivamos: hoy no se consigue albúmina humana, ni gammaglobulina para uso intravenoso. Y la-Dirección de Salud Ambiental, del ministerio de Salud, con lo cual dejaron de hacer rociamientos con insecticidas, entre otras medidas de control. Hasta 2016 publicó su boletín semanal.

Descuido de la formación del personal hospitalario

Otra entidad abandonada fue la Dirección de Hospitales, que quedó cubierta de opacidad oficial pero dejó evidencias. No hay indicadores de gestión ni de calidad de servicios, ni de ocupación y eficiencia en hospitales, en la actualidad, advierten médicos. El resultado ha sido la falta de formación de personal calificado para la administración y dirección hospitalaria.

La mayoría de directores, jefes de los 301 hospitales y directores regionales de salud carecen del perfil académico técnico y profesional para desempeñar los cargos. “Son nombrados a dedo por la línea de mando del ministerio para la Salud y afín al PSUV”, señala un ex empleado de un centro de salud del Estado, que pide omitir su nombre.

“Esto ha tenido su costo administrativo”, señala Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de Fetrasalud y con 45 años en el sector hospitalario. Explica que en la década de los 80, los centros de salud tenían su propio cuentadante, el director y el administrador. Manejaban el 75% de la partida presupuestaria, su propia nómina y pagaban los salarios. “Solo las compras de alto nivel estaban en manos del ministerio. Esto cambió finalizando el gobierno de Rafael Caldera y comenzando el gobierno de Hugo Chávez”.

“Trajo problemas en el ámbito laboral. Cada trabajador  tenía que dirigirse a la dirección regional de cada entidad, pero finalizando el año 2010 comenzó la centralización total y eso ocasionó el deterioro rápido de los hospitales”. Y precisa: “Aún en el gobierno de Chávez se mantuvieron cosas vitales, como la alimentación del paciente según su patología; las cocinas y los servicios funcionaban, a pesar del deterioro. Pero cambió con el gobierno de Maduro. Y en ocho años la debacle ha sido total”.

La salud pública en estado crítico

La pérdida progresiva de médicos profesionales y especializados que estaban dedicados a la asistencia pública, ha sido  consecuencia del desmontaje del sistema, durante los últimos años.

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Foto: Archivo

“Estamos en un escenario muy complejo. El recurso humano que ha migrado por todas las circunstancias pone en un punto muy crítico para los próximos años”, señala el médico internista José Félix Oletta, ex ministro de Sanidad. “Este talento humano no se puede reponer de la noche a la mañana, pues hay que formarlo adecuadamente en centros calificados con competencias demostradas. Y eso cuesta muchísimo tiempo”.

Advierte que la desinstitucionalización ha impactado fuertemente a la salud. Y del desmontaje seguirán viéndose consecuencias. “La destrucción completa de las instituciones del sistema de salud, la pérdida de la institucionalidad, es lo más dramático. Lo que representaba toda la organización del sistema de salud, aún dentro del caos que pudiera tener, ellos la segmentaron y fragmentaron más la prestación del servicio”.

La creación de un sistema de salud que supere la fragmentación y segmentación de los servicios actualmente existentes, mediante el fortalecimiento institucional, con el esfuerzo de todos, fue planteada como una de las curas, por la Alianza en 2018.  La salud pública sigue en espera.

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