Un disco homenajea esa relación que hay entre las personas y la labor que se realiza a través de distintos ritmos. El arte como expresión, pero también como plan de impulsar proyectos en comunidades

Caracas. La guitarra advierte el comienzo, la antesala a la poderosa voz de Betsayda Machado. Ella canta sobre el lucero, ese que anuncia el comienzo del día, de la vida que se avecina cuando se abren los ojos en la mañana, mientras se rememora ese amor que se va, y cuando no hay dolor más amargo. 

Es la bienvenida que da el disco Venezuela: música y trabajo, una grabación ecuménica que reúne distintos cantantes y músicos del país para homenajear y recordar los cantos de faena, esos que se enarbolan durante el trabajo, y que parecieran estar desapareciendo.

Durante la celebración de los 50 años de carrera de Simón Díaz, este contó en el Teatro Teresa Carreño que cuando llegó a Caracas trabajó en un banco. En uno de esos días de oficina, le contaron que la producción de leche sería automatizada, para así poder cubrir la demanda creciente en la población. 

El compositor entonces se preocupó por el futuro de la tonada. Si una máquina se convertiría en la encargada del ordeño, ¿quién cantaría? Así fue como se propuso grabar tonadas, para que quedaran en la posteridad. 

Venezuela: música y trabajo
El disco forma parte de un proyecto que prevé expandirse a distintas comunidades

Y en esa línea de metas está la obra titulada Venezuela: música y trabajo, un proyecto impulsado por la asociación civil Trabajo y Persona, y que está disponible en plataformas como Youtube, Spotify, Apple Music, Tidal y Deezer. En sus intenciones, la organización indica: “proponer una forma más humana y armónica de vivir la relación entre la persona y su entorno a través del trabajo”.

Con la asesoría del guitarrista y compositor Aquiles Báez, se logró reunir para esta grabación a artistas como el Ensamble B11 de la Fundación Bigott, José Delgado, Rafa Pino, Horacio Blanco, Jorge Torres, JhoaBeat, Andrea Paola, Pepperland y Atapaima, además de Betsayda Machado, quien recibe a los oyentes de esta obra que le canta al ordeño, al arreo, que rememora a las lavanderas, así como la cosecha de café y cacao y los cantos de pilón. Además, cada canción es acorde a distintos momentos del día: madrugada, amanecer, mañana, mediodía, tarde y noche. 

Esa combinación de momentos del día, innegable también en el estado de ánimo de quien lo transcurre, se nota en los sonidos del disco, en los que guitarra, mandolina, percusión, clarinete, bajo y hasta beatboxing reúnen la mayor cantidad de registro de existencia a través de la música. 

El canto une, y es poderoso. Disney logró una escena icónica con los enanitos en Blancanieves cuando van a la mina, con pico en mano, y amenizan la faena con su canto. Es una necesidad de expresión universal entre los humanos, que en Venezuela tiene sus sonidos propios, y que con el tiempo, ha transmutado también en la ciudad, como se advierte en Venezuela: música y trabajo, en la que hay cabida para los pregones del amolador y de los vendedores de chupi chupi, café y pistachos. 

Venezuela: música y trabajo
El álbum reúne a cantantes que se han caracterizado por ser exponentes de distintos géneros

El álbum destaca también por la composición musical para cada uno de los cantos, los arreglos de cada pieza, en el que claramente la guitarra es contundente en buena parte. En la obra, hay composiciones de Aquiles Báez, Otilio Galindez, José Delgado y Cruz Felipe Iriarte.

Alejandro Marius es el presidente de Trabajo y Persona, organización que tiene como misión promover el valor del trabajo en la sociedad venezolana. Entre sus programas están la capacitación de personas en oficios relacionados con el chocolate, la belleza y la mecánica automotriz, pero desde su fundación en 2009, una de las líneas de acción ha sido difundir la cultura.

“Uno de los sectores que hemos trabajado mucho ha sido el del cacao, en la educación de mujeres de sectores populares para que emprendan en el área chocolatera. En varias actividades coincidimos con Aquiles Báez, quien una vez me habló sobre la tradición de canto de las cosechas”, comenta Alejandro Marius. 

La idea quedó y se fue convirtiendo en deuda hasta que en 2019, por el décimo aniversario de la asociación civil, empezó a concretarse. “Ver cómo la música inspira el trabajo, ver cómo en Venezuela hay una tradición muy rica y única presente en todas las faenas desde el llano hasta la costa. Cantos que acompañan cada labor hasta traducirse a lo urbano, como los cantos del amolador o los que se escuchan en los mercados o en los camiones de vendedores de fruta. Hay toda una sonoridad conectada al trabajo”. 

Con Venezuela: música y trabajo también se piensa en los venezolanos de la diáspora, todas esas personas que quieren conectarse con la tradición venezolana, que buscan maneras de volver a vincularse con el país. “No solo aquellos que sufren la nostalgia, sino también los estigmatizados en muchos países. Quisimos rendir tributo a la venezolanidad trabajadora, esa que se conecta con una tradición de cantos”. 

Los cambios

Pero también hay observaciones, Alejandro Marius cuenta que antes de la pandemia eran constantes los viajes a distintas regiones venezolanas, y han confirmado que no solo en las urbes, sino también en el campo, se ha perdido cierta tradición. “Hemos visto que las personas cantan otras cosas mientras trabajan. No se percibe esa relación entre el ambiente y las personas que realizan una misma labor, como ocurre con las lavanderas. La gente escucha música foránea o la tararea. En la ciudad ves a muchos con audífonos. Se ha perdido esa conectividad del canto, que sirve para inspirar, y se ha ido quedando un fenómeno más individual”. 

Venezuela: música y trabajo
Betsayda y Nereida Machado forman parte del proyecto que empezó se concretó en 2019

Entonces, uno de los propósitos de Venezuela: música y trabajo es rescatar esa relación, pero no desde un punto de vista que remarque las maneras más ortodoxas del canto de trabajo, sino también con la justa dosis de contemporaneidad en la sonoridad. Que se sienta más cercano, y no solo un guiño a reminiscencias del pasado. 

Por eso, no hay negación a los cambios, especialmente en los contextos urbanos. Alejandro Marius habla del interés por descubrir el sonido de los colectores de los carritos por puesto o de los vendedores de tostones en los terminales. 

Hay cantos que resisten en la urbe, como un grito del ser humano que desea conectarse con algo más sublime. Es un punto importante para profundizar”, relata.

El plan era realizar una gira de conciertos en 2020, pero se pospuso por la pandemia. También está en la agenda ampliar el catálogo de canciones, así como llegar a los cultores y hacer del proyecto actividades en las comunidades. “Que los cantos sirvan para incentivar procesos educativos en distintas áreas”, afirma Alejandro Marius sobre Venezuela: música y trabajo, que también cuenta con el apoyo de Fundación Bigott y la firma Antequera Parilli & Rodríguez.


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