“Venezuela sigue siendo un país con pocas libertades económicas y el inversionista debe entender dónde se está metiendo”

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El corredor de títulos de valores y asesor de inversión, José Miguel Farías, considera que las economías siempre se reacomodan y que justo ahora la sociedad venezolana pasa por un proceso similar. Luego de siete años de recesión económica dice que el mercado venezolano sigue siendo riesgoso para invertir, pero con oportunidades a futuro.

Caracas. En siete años la economía venezolana perdió casi 80 % de su tamaño. Con la disminución de la actividad en sectores medulares, como el petrolero, el gobierno desde 2019 ha relajado los controles y relegado algunas obligaciones del Estado al sector privado. Por ejemplo, las fallas constantes de los servicios públicos han llevado a muchas industrias a autogenerar su electricidad o a cavar pozos para obtener agua. También la escasez de combustibles hace que los sectores productivos los adquieran en el mercado negro. Sin embargo, hoy las empresas se sostienen con sus propios recursos, pues ya no cuentan con créditos baratos, ni dependen del Estado. 

El cambio en algunas políticas gubernamentales y medidas económicas como el aumento del encaje legal, que dejaron a las empresas casi sin acceso a financiamiento por parte de la banca nacional, así como la hiperinflación, que este 2021 transita por su cuarto año, han generado más apetito en el mercado de valores. Los privados buscan financiamiento no solo para ganar algo de subsistencia, sino también para apalancar proyectos y sacar adelante los restos que aún quedan de la economía.

¿Pero por qué invertir en un país que arrastra siete años de contracción económica y que podría cerrar este 2021 con la inflación más alta del mundo? A juicio de José Miguel Farías, corredor de títulos de valores y asesor de inversión, el mercado venezolano “todavía es riesgoso” y la decisión de invertir en el país depende en gran medida del perfil de la persona que aspira a hacerlo.

“Los asesores no podemos simplemente promocionar la inversión en el mercado de valores  a diestra y siniestra, pues este sigue siendo un mercado riesgoso y la economía es sumamente pequeña comparada con 2012 o 2013. Invertir es una decisión 100 % personal. Entendemos que hay potencialidades a futuro, pero en el mercado de valores no hay nada escrito”, dice en conversación con Crónica.Uno.

“Uno puede apostar en Venezuela como las experiencias en Chile a través de la Bolsa de Valores de Santiago con la salida de Pinochet o en el caso de Perú con el primer gobierno de Fujimori, donde hubo privatización y fue positivo para la Bolsa de Lima. Ahorita la gente puede prever que hay un cambio parecido en Venezuela, si a futuro hay apertura y un crecimiento orgánico de la economía, sin duda las primeras empresas que se van a beneficiar son las que están en la Bolsa de Valores de Caracas. Pero al final Venezuela sigue siendo un país con pocas libertades económicas y el inversionista tiene que entender dónde se está metiendo para tener un horizonte a largo plazo”, subraya el asesor de inversión.

Farías considera que esta incipiente “liberalización” de la economía obedece a la disminución de la industria petrolera, pues el país dejó de ser uno de los mayores exportadores de crudo al cerrar el año pasado con una producción de apenas 500.000 barriles diarios. “Las economías siempre suelen reacomodarse y la sociedad venezolana en la actualidad se está reacomodando bajo la figura del privado. Es el privado el que está invirtiendo en el país y sacando la economía adelante. El Gobierno ha permitido que esto ocurra porque ya no tiene el poder económico de antes”, dice.

Pero en el camino otras decisiones han jugado a favor del sector bursátil. “El Estado tiene un encaje legal supra agresivo en torno al 70 % y eso ha hecho que el dinamismo venga por esa causa. Hay una confluencia de causas que han repercutido en temas positivos para la bolsa”, agrega. La falta de crédito en la banca luego de que el encaje se elevara en enero de 2019 ha hecho que las empresas y los inversionistas se muevan en otra dirección.

Las operaciones diarias en la Bolsa de Valores de Caracas pasaron de 109 en 2017 a entre 250 y 300 hasta mayo de 2021. Asimismo, hay más empresas emitiendo bonos privados, por ejemplo, en 2016 había unas tres empresas emitiendo deuda privada y hoy registran más de 42. El crecimiento también se evidencia en el número de accionistas que pasaron de 133 en 2017 a 1270 este año. Pero a pesar del desarrollo del sector, el asesor financiero José Miguel Farías considera que aún son muy pocos en el país  los que conocen que la bolsa existe y que es un espacio propicio para la inversión, en ese sentido, afirma que se requiere de una campaña comunicacional sólida para que más personas se interesen.

Antes se decía que la bolsa era un club sin piscina, quiere decir que era para gente de avanzada edad y que no había espacio para el pequeño inversionista. Eso ha cambiado un poco, hoy hay más interés, hay más jóvenes participando en el mercado y eso es muy positivo. No obstante, creo que se necesita de una campaña comunicacional para que la gente se entere de que la bolsa existe, que sepa cómo funciona y cuáles son las autoridades que la regulan. Por ejemplo, en la Caja Venezolana de Valores, el ente custodio de los títulos que se transan allí, no hay más de 45.000 cuentas abiertas: es decir no hay más de 45.000 venezolanos con cuentas en la Bolsa de Valores de Caracas; es difícil incentivar la inversión en el mercado si la gente no lo conoce.

¿Quiénes invierten en Venezuela en este momento? Farías recuerda que en febrero de 2019 hubo un boom tras la aparición del opositor Juan Guaidó al juramentarse como presidente encargado de la nación. Pequeños fondos de capital privado, manejados por venezolanos con activos en el exterior, mostraron interés en el país, “eso desapareció un tanto”, dice. No obstante, agrega que ven sobre todo fondos chilenos con apetito en empresas venezolanas, aunque es más palpable que la inversión que se está haciendo en este momento sea de parte de empresas venezolanas.

Venezuela históricamente nunca fue un país financieramente fuerte desde el punto de vista bursátil, porque se subsidiaba la economía. A medida que la bolsa gane más peso, los empresarios irán dándose cuenta de que esa es la forma más sana de financiarse, indica el corredor.

El especialista agrega que entre los sectores donde se evalúan más posibilidades figura el inmobiliario. Pues el metro cuadrado está en mínimos históricos y eso da una oportunidad de comprar activos con descuentos.

“Venezuela está pasando por un proceso parecido a los noventa, cuando el metro cuadrado llegó a estar en $1000, para el pequeño inversionista esas oportunidades de inversión están en el mercado de valores. La banca también es una de las más afectadas por la política restrictiva que ha llevado el Gobierno, la gente ya no usa los bolívares y no se le ha permitido un sistema de compensación en dólares, quizás este sector sea un lugar para invertir. El extranjero posiblemente lo hace en empresas roneras, porque estas tienen una gran ventaja competitiva”, explica.

Asimismo, señala que otro de los ramos que empieza a mostrar cierto valor es el sector de alimentos y cita el auge de negocios de hamburguesas que surgieron con la llegada de la pandemia y las entregas a domicilio. Algo que ha impactado en el cierre de las grandes de cadenas de comida rápida como Burger King o Wendys, donde cada vez  es más frecuente ver locales cerrados en la ciudad. Pero a su juicio estos cierres obedecen a las distorsiones de la economía y a que cada vez más profesionales deciden emprender, como una forma de elevar sus ingresos y han decidido abandonar el trabajo formal.

Farías menciona que una cadena de comida rápida un combo cuesta alrededor de $11, mientras que en otros negocios menos conocidos hay ofertas en $3 o $4. Los mismos microempresarios están generando una oferta interesante de productos, es mucha la competencia para las grandes cadenas y eso es algo que la distorsión creó, pero es algo positivo para el consumidor, apunta.

El fondo 3B1 Guacamaya Fund LP, donde participa Eduardo Cisneros, utilizó alrededor de $60 millones el año pasado para captar negocios venezolanos, como por ejemplo, una participación mayoritaria en el fabricante de pinturas que cotiza en bolsa Corimon C. A. Para el asesor es interesante que esto ocurra en Venezuela, pues señala que hace seis años había apenas unas pocas acciones listadas. “En los últimos años el dinamismo ha permitido que haya más acciones listadas, más emisión de renta fija o más fondos de inversión, ahora tenemos estas opciones. Hace cuatro años esas noticias no abundaban, hace falta que se hable de emisiones en multimonedas y de emisiones en divisas. Por ejemplo, el año pasado Ron Santa Teresa realizó una emisión en divisas por 300.000 dólares”, la primera emisión de papeles de deuda en dólares autorizada desde 2003.

Luego de más de 20 años de gobierno de Chávez-Maduro, donde el Estado llevó a cabo una política de expropiaciones y fue contra la empresa privada, todavía hay temor. Hoy algunos empresarios insisten en que se necesita seguridad jurídica para invertir y operar en el país. Las industrias, por ejemplo, se han reducido en los últimos años de forma dramática. En 1998 el sector industrial contaba con un parque de 12.600 fábricas, en 2019 la cifra se redujo a unas 2200 aproximadamente. 

El cierre de negocios tradicionales que no resistieron a la crisis genera algo de desconfianza por los negocios que surgen recientemente, en especial, por el concepto de los bodegones, que en menos de tres años ya suman más de 600 en todo el país. En el mercado de valores Farías dice que también se dan estas inquietudes, pero afirma que “no es un pensamiento que abunde”. 

“Hay quien pueda pensar que es un mercado para lavar capital, pero lo cierto es que muchas de las empresas que están listadas en bolsa hicieron su emisión de acciones hace 5, 15 o más de 20 años. No se puede entender el mercado como un ente para el lavado de capitales o corrupto, pues el mercado de valores es una de las mayores representaciones de libertades económicas para un país”, dice. “En el mercado hay empresas del Estado y no hay ningún problema en que estén allí, la bolsa es quizás el único lugar donde puedes tener acceso a empresas del Estado, por ejemplo, puedes ir a una casa de bolsa y decir: yo quiero comprar acciones de Cantv y lo puedes hacer tranquilamente”, añade.

Para Farías la mejor recomendación que puede darle a las personas que creen que ese pueda ser un mercado oscuro o corrupto, es que compren acciones en cualquiera de las empresas que cotizan en bolsa, pues pueden hacerlo con menos de 40 dólares. “Eso te da la potestad y el derecho de asistir a todas las asambleas de accionistas anuales, si quieres empaparte en la dinámica de la bolsa de valores, esa es la respuesta: invierte y conoce; porque puedes recibir los estados financieros y escuchar de primera mano lo que están haciendo esas empresas, así vas a tener una opinión más objetiva sobre lo que está ocurriendo en nuestro mercado”.

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