En dos años han abordado a 10 mujeres y reincorporado en la sociedad a 3. Es un trabajo de hormiguitas, un emprendimiento social que hacen con pocos recursos pero con la idea de lograr una mejor sociedad

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. Cuatro hermanas de las Congregación Religiosas Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la caridad recorren las plazas Miranda, Alí Primera y varios prostíbulos de La Hoyada, no solo para llevar la palabra de Dios, sino para de, alguna forma, rescatar a las mujeres “de la mala vida”, como suelen llamarlas popularmente.

Desde hace dos años las hermanas, sin ningún tapujo, salen con sus hábitos bajo la tutela de Dios a buscar a esas chicas en situación de prostitución.

La hermana Teresa Díaz contó que van a las plazas Miranda, Alí Primera, a los prostíbulos de la aveida Lecuna y de La Hoyada y al centro ITS de Propatria.

Empiezan sus recorridos luego del mediodía. Incluso a los prostíbulos entran de 2:00 pm a 3:00 pm, y abordan mujeres entre los 25 y 60 años.

“Nos les aercamos primero hablándoles la fe. Al principio hay un cierto rechazo, pero nosotras siempre les decimos que ellas merecen una mejor calidad de vida. Les entregamos una estampita y les ofreemos que vengan a nuestra casa de abrigo. No es fácil, pero se logran algunas cosas”.

La religiosa dijo que para sentarse en las plazas con estas personas el hábito no era una barrera. “Pero sí para estar en los prostíbulos, por eso decidí quitármerlo para poder entrar a estos locales. Hemos encontrado receptividad aunque de parte de los hombres pasa otra cosa, a veces dicen comentarios como: hermana evangelíceme a mí y frases así. Pero nuestro fin es lograr la aceptación de esas mujeres vulnerables”.

El trabajo de la congregación es hacer contacto con las trabajadoras sexuales, hacer que ellas reconozcan las dificultades y reciban la ayuda.

Un proceso largo

“Una vez hecho ese primer paso las llevamos a la casa abrigo que está en Los Dos Caminos. Las sometermos a un proceso de desintoxicación con un equipo de especialistas como psicólogos y psiquiatras. Aquí pasan un buen tiempo hasta que estén en condiciones de reincorporarse no solo a sus hogares, sino a la sociedad. Pueden ser unos tres años y luego se les hace seguimiento”.

hermana teresa 3
Principalmente los recorridos los hacen en las tardes

En este lapso de tiempo han podido abordar a 10 mujeres, la mayoría de avanzada edad. De esas tres ya fueron recuperadas. El resto permanece en la casa abrigo, donde reciben talleres de cocina, de computación y otros oficios manuales.

También reciben apoyo para sus hijos menores de edad, los cuales incluso pueden pernoctar con ellas en la casa.

“Este es un problema que se ha invisibilizado, que no es atendido por la autoridades. Recuerdo que hace poco fuimos a una institución del Gobierno que se creó a propósito del tema de la trata de personas y solo nos dijeron que nos podía poner un policía para que nos cuidara, cuando en realidad estábamos buscando una articulación social para buscarle una solución al problema de la prostitución que está cada día agarrando más auge, incluso en los hombres”, expresó.

Las hermanitas financian este proyecto con donaciones, con el pago que recibe alguna por dar clases en el colegio Santa María Micaela y por aportes de la iglesia.

“Pero en fin con muchos o pocos recursos lo que queremos es rescatar a esas mujeres y a sus hijos, generarles una mejor calidad de vida y propiciarles una transformación social. Al principio yo veía esto como buscar una aguja en un pajal, por eso me gustaría que la sociedad en general se sensibilice con este tema que está ligado a problemas sociales, a la violencia intrafamiliar, al desempleo, al consumo de drogas y a la falta de valores”.

En su andar la hermana Teresa conoció de cuatro mujeres que frecuentaban las plazas que fueron asesinadas brutalmente. Eso fue en 2014. Una de ellas era una joven de 25 años que incluso estaba en la calle con un niño en los brazos. “En esos días le había dicho que se viniera con nosotras y que trajera al pequeño, pero no quiso. Esa muerte sí me pegó, porque esa joven estaba pasando mucho trabajo y dormía en la calle”.

También vio morir a otra mujer a quien ayudaba mucho. “Recuerdo que la acompañé una vez al hospital. Tenía tuberculosis y recibió un trato tan despectivo. En su funeral me enteré que tenía Sida. Y si cuento esto es porque esa población está expuesta a tantas cosas malas y no hay quien les extienda una mano”.

Como una muestra de nunca falta Dios, están pues estas cuatro religiosas que se van con unas estampitas y con la fe de que serán aceptadas por personas envueltas en un mundo de antivalores, con poca autoestima y abandonadas por la sociedad.

Este proyecto emprendedor de la congregación lo llaman Mujer en Camino, y no es para ganar dinero, sino para ganar una mejor sociedad.


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