Falta de insumos, agua y aires acompañada de una fuerte inseguridad, obligan a los trabajadores a atender solo cinco horas en el ambulatorio.

Maracaibo. Los habitantes del barrio Los Pinos, ubicado en la parroquia Manuel Dagnino en Maracaibo, le tienen terror a enfermarse. Y es que aparte de la escasez de medicinas que se presenta en todo el país, la atención en el ambulatorio de la comunidad se reduce únicamente a cinco horas.

Los empleados se las arreglan y piden constantemente a sus pacientes que traigan sus propios insumos, una tarea complicada en una nación donde la falta de medicamentos supera 75 %,  de acuerdo con la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven).

“La dotación es infernalmente insuficiente”, introduce William Sánchez, residente de la zona, “no hay ni para bajar la fiebre, ni ningún tipo de control”. El laboratorio está prácticamente inoperativo desde enero y las funciones generales de los dos turnos de la institución se ejercen en menos de cinco horas al día, aun cuando Francisco Arias Cárdenas, gobernador del estado Zulia, prometió que se trabajaría las 24 horas del día, al momento de su remodelación en 2014.

Los trabajadores se encargan de llevar sus propios implementos de limpieza, pero la carencia de herramientas básicas —como guantes— les afecta. “Estuve suspendida porque me dio una deshidrosis en las manos, una infección. Se quejan de que no hacemos nada, pero ¿quién trabaja en estas condiciones?”, afirma una enfermera que prefirió no identificarse.

Las fallas alcanzan los servicios básicos. No cuentan con aires acondicionados desde hace dos años, pues aún no se recuperan del hurto de siete unidades. A pesar de tener un tanque, casi nunca tienen agua, por lo que los baños no funcionan.

La inseguridad es el principal motivo por el que los empleados no cumplen el horario completo del centro asistencial. “Si vienes como paciente, estás dispuesto a que te atraquen”, destaca Sánchez. La enfermera lo corrobora y agrega que en dos ocasiones, ladrones han ingresado a la infraestructura para amarrarlos y despojarlos de sus pertenencias.

Reportan que desde hace unas semanas el miedo se incrementa, puesto que despidieron al vigilante por falta de recursos. Una comisión de la Policía Nacional está encargada de resguardar el ambulatorio, pero según la enfermera “nunca están, se duermen y hacen lo que quieren”.

En la fachada pegaron pancartas exigiendo a Richard Hill, secretario de Salud de la gobernación, la atención necesaria. La trabajadora extrae una carpeta y muestra un abanico de aproximadamente 14 hojas: “estas son las notificaciones que el director del ambulatorio le ha enviado a la Gobernación y no nos prestan atención”, concluyó.

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