Esta semana fue intensa para la salud: En el Clínico reciben las estrictas emergencias, en el J.M de Los Ríos protestaron todos días, en El Algodonal se quedaron sin luz y en Los Magallanes la escasez llegó al techo.

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. “Llegué con dolores de parto, pero me dijeron que me pusiera a caminar y que cuando ya esté a punto suba a la sala de partos. Pero ya no aguanto más las contracciones”.

Con su bata y unas cholas negras la joven casi se arrastraba caminando de un lado para otro. Su esposo, otro joven, era su bastón y quien le daba ánimos para continuar con la recomendación de la enfermera. Ambos no pasaban delos 25 años edad, pero sus rostros mostraban cansancio y angustia.

Lo que hacían era ver el reloj, hacer llamadas a través de un celular pequeño y sujetar a cada rato muy bien el morral que cargaban con la ropa de la muchacha.

Por momentos se sentaban en una de las rampas laterales del Hospital Clínico de Caracas (HCU). Pero el sufrimiento era una sensación que a simple vista se dejaba correr.

“Ya, vamos otra vez le dijo”. Ambos sujetados uno al otro subieron hasta el piso 10. Antes hicieron una cola como de 5 minutos y mientras estaban en el encierro del elevador lo que hacía la futura mamá era sujetarse el vientre y apretarse los labios.

¿Estás botando líquido le preguntaron? Y el muchacho respondió: “No, está sangrando”.

Aún así del control de vigilantes que está en la el pasillo no la dejó pasar y le dijeron que se fuera a la maternidad Santa Ana.

Su rostro se desfiguró del dolor y se sujetó al escritorio, pero no había más nada qué hacer.

Con la misma se dieron vuelta y con los ojos (ambos) desorbitados empezaron de nuevo a llamar por el teléfono.

A esa hora ninguno había comido y no estaban preparados para tantas informaciones negativas. “Nos dijeron que no la podían dejar, que no hay espacio, que no hay insumos…No sé”, alcanzó a decir el joven.

En el piso 10 otras barrigonas caminaban de un lado a otro mientras les tocaba el turno.

En este servicio solo están disponibles ocho camas para partos naturales. Lo máximo que duran ahí las mujeres son 24 horas. “Es necesario, si están bien, darlas de alta para que ingresen otras. Aquí el número de parturientas es alto. Vienen de todos lados casi 100 al día”, comentó una enfermera, quien además dijo que ni siquiera hay batas, guantes y tapabocas para atenderlas.

Según el informe 2015 presentado por Naciones Unidas, Venezuela encabeza la lista de los países de Latinoamérica y el Caribe con más tasa de embarazo adolescente. Entre 1999 y 2014 el índice fue de 101 por cada mil muchachas entre 15 y 19 años. Un porcentaje importante de las que llega al HCU está entre esas edades.

Pero esa es solo una de las calamidades por las que pasa este centro de salud tipo IV. Según los mismos trabajadores, que por presiones y porque son víctimas de agresiones no dieron sus nombres, dan un presupuesto para 1.530 camas y solo están ocupadas 280. “¿En dónde está ese dinero entonces”, se preguntaron.

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En el HCU hay servicios inoperativos, pese a la demanda de pacientes.

Y lo que dicen no está alejado de la realidad, pues en todos los servicio hay salas enteras con camas vacías. Basta con recorrer hospitalización de Cirugía 1, 2, 3 y 4; Oftalmología y Neurocirugía para ver lo desasistido que está el hospital, donde hay pasillos sin bombillos, baños cerrados por falta de agua o porque están dañados, camas viejas y pisos con la mugre pegadas.

“Es que solo se está limpiando con agua. Aquí no hay cloro ni desinfectante”, dijo un obrero en voz baja.

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En cuartos con losas caídas y sin mantenimiento están recluidos pacientes crónicos.

Salud a medias

Los trabajadores ya están cansados de la situación pero no desisten en su lucha. Tampoco los del J.M de Los Ríos, donde durante los cinco días de la semana se fueron a la calle, junto con los médicos, pacientes y familiares.

Reclamaron dotación de insumos y  medicinas, pero lo que originó que se calentaran los ánimos fue el cierre del comedor por falta de pagos al proveedor. Luego la directora, Mayra Oviedo, atendió a una comitiva y los emplazó a formar mesas de trabajo.

“Más de lo mismo dijeron”, las madres que reclamaron medicinas para las áreas críticas y mejor servicio de nutrición porque los menús se basan en plátano sancochado. Se quejaron además por las deficiencia en la infraestructura y porque  no han fumigado el centro hospitalario.

Tampoco en Los Magallanes de Catia han fumigado. Las chiripas se pasean como Pedro por su casa en la emergencia de Pediatría. Ahí no hay servicio de neonatología infantil. Por tanto a las embarazadas que presentan alguna complicación las refieren a otros puestos asistenciales, violándose el artículo el 76 de la Constitución Nacional que contempla la obligación del Estado de garantizar asistencia y protección integral a la maternidad desde la concepción, durante el embarazo y el parto.

La crisis también golpea con fuerza el complejo José Ignacio Baldó, El Algodonal, en donde ahora los cortes eléctricos de esta semana obligaron a la suspensión de cerca de 30 operaciones electivas. Los médicos denunciaron que tuvieron que terminar algunas intervenciones usando la luz de sus celulares.

Ante este panorama Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana, indicó que enviaron al presidente de la República, Nicolás Maduro, una comunicación en donde le informan que tome los correctivos en corto plazo para atender la grave situación de la salud. Señaló que a los hospitales le queda 5% de insumos y que las medicinas se están racionando.

Fotos: Cheché Díaz


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