Durante una asamblea celebrada en el hospital Luis Razetti de Barcelona, profesionales de la enfermería, personal obrero y dirigentes sindicales de Pdvsa, Corpoelec y de la Universidad de Oriente, acordaron irse a la calle a luchar no solo por los derechos laborales sino también para frenar la locura a la que está siendo sometido el pueblo venezolano tras las medidas gubernamentales de los últimos meses.

Barcelona. El tener tres semanas sin cobrar, unas condiciones de trabajo a nivel de esclavitud y el silencio del Gobierno, tanto nacional como regional, cuando se trata de ofrecer soluciones concretas a sus demandas, llevaron a las enfermeras de Anzoátegui a cambiar la tónica del conflicto que mantienen desde hace cinco meses en pro de mejoras económicas y laborales.

“Esto ya no es por salario o porque nos doten de insumos, esto va más allá, esto es una lucha por la vida y nuestras familias”, fueron las palabras utilizadas por la gerente del área de enfermería del hospital Luis Razetti de Barcelona, Mirna Laya, para definir la nueva fase del conflicto, durante una asamblea realizada en el área de consulta externa del principal centro de salud del estado.

La sensación de calor, que superaba los 40 grados en el área de reunión, en la que, además de los profesionales de la enfermería, intervino el personal obrero y administrativo del nosocomio y representantes sindicales de Corpoelec, Universidad de Oriente y Pdvsa, deja vislumbrar por donde se desarrollará la nueva etapa de la lucha.

Para la presidenta del colegio de enfermería de la entidad, Zuleida Cuibas, “la hora de dejar la pasividad ha llegado y esta lucha se tiene que dar definitivamente en la calle”.

“Tenemos deudas contractuales, pero esto ya es una lucha de vida o muerte. Las camareras están en riesgo por no contar con los implementos básicos para trabajar, lo que representa no solo un peligro para ellas sino también para sus familias. Aquí está la prueba fehaciente de cómo está el sector salud. Los pacientes vienen a la consulta, pero no hay nada para atenderlos. No podemos seguir siendo pasivos, tenemos tres hospitales (oncológico, de niños y adultos) y esto está peor que una guerra, esto se está cayendo. Yo decidí quedarme en Venezuela, pero no para obedecer a Maduro (Nicolás) sino para ayudar a construir un mejor país, que es lo que todos queremos”, sostuvo Cuibas.

Las camareras ya no cuentan con implementos óptimos para hacer el aseo del centro asistencial

Laya llamó a la reflexión a todos sus colegas y no solo los del área de enfermería, a quienes exhortó a “cambiarse el chip de la quejadera”, y salir a la calle a luchar por sus derechos.

Ya basta, está situación es insostenible. Tenemos que decirle al Gobierno que eso que estamos peleando ahora son nuestros derechos y nos lo hemos ganado. Además de trabajar acá, yo soy enfermera jubilada del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales y mi prestaciones, luego de 30 años de servicio en el Seguro Social de Guaraguao, fueron Bs. S. 4.800. ¡Qué grosería y falta de respeto a uno como profesional! En 22 años aquí en el Razetti primera vez que un gerente de Enfermería apoya una protesta, y yo la apoyo así venga el Sebin, el Dgcim o quien sea a llevarme. Quieren mi cargo, pues se los dejo, pero yo sigo en esta lucha, tenemos que ver más allá”, refirió Laya.

Edison Hernández, quien es delegado de prevención del hospital Razetti, afirma que pareciera que tanto el Gobierno central como el regional les estuviesen mandando una especie de mensaje en el que la palabra progreso es una aberración y nombrarla equivale a una herejía.

“Con esa imposición de tablas salariales que nos hizo el Gobierno, nos mandó el mensaje de que aquí no se requiere de estudios ni nada. Prácticamente nos dice que no mandemos a nuestros muchachos a superarse académicamente porque eso es contrario con su filosofía. No conforme con que nos colocaron a todos a ganar Bs. S. 1.800, ya tenemos tres semanas que no nos pagan, y ayer (lunes) nos dijeron que estaba en proceso de pago apenas una de esas tres semanas y las utilidades que nos dieron fueron una miseria, no alcanzan para nada, lo único que el Gobierno ha medio reconocido de los contratos colectivos es la prima de asistencia, que es de Bs. S. 180 y la prima de profesionalización, que, máximo, es 40 % y para acceder a ella hay que tener como tres postgrados. Ante todo esto yo digo ya basta, es momento de parar esta locura y estar en la calle defendiendo lo nuestro”, dijo Hernández.

Más que una asamblea, el cónclave efectuado este jueves en el hospital Luis Razetti se asemejó a esas arengas que suelen dar los entrenadores deportivos para que sus dirigidos despierten y corrijan los errores que han cometido durante un partido y, al final del juego, consigan la victoria.

Las palabras dadas por la jefa de enfermería del hospital de Niños Rafael Tobías Guevara, Ana Zuniaga, corroboraron esa situación al abrir su intervención con la siguiente exclamación: “El hospital Luis Razetti es un depósito donde se desechan seres humanos”.

“Hasta que a las enfermeras de este hospital no les toque la desgracia no van a ser felices. Aquí nosotras no solo estamos en riesgo biológico sino también en riesgo jurídico, tenemos que dejar de decir: ‘Yo voy a hacer lo que pueda por el paciente’, no, esto es inaceptable a nosotros no nos enseñaron a trabajar así. A Dios le pido que nos dé fortaleza y, luego, que nos proporcione ovarios y testículos porque esta lucha es contra el Gobierno, es una lucha por nuestras familias y futuro”, sentenció.

Y el discurso surtió efecto, camilleros, camareras, enfermeras, médicos, trabajadores petroleros, de Corpoelec entre otros, decidieron irse a la calle y este jueves realizarán la primera actividad, previa a una gran concentración nacional que tendrá su marcha en el estado el próximo jueves 22 de noviembre, para emprender lo que ellos denominaron “La lucha por el futuro”.

Fotos: José Camacho


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