Firmar un acuerdo maltrecho en Dominicana hundiría más la oposición (II)

Firmar un acuerdo maltrecho en Dominicana hundiría más la oposición (II)

El analista Félix Seijas recomienda a la unidad reestructurarse urgentemente a lo interno para afrontar con posibilidades de éxito los escenarios por venir. A un mes de las negociaciones Crónica.Uno preparó un seriado para revisar el proceso en perspectiva.

Caracas. Nueve semanas, cinco rondas de negociación, 74 horas de trabajo en 10 días de reuniones, 6 cancilleres como garantes, un presidente y un expresidente como mediadores, 4 delegados del Gobierno y 15 de la oposición, 6 puntos de agenda, consensos parciales en 4 puntos y nudos gordianos en los otros dos. Son los números que resumen el trabajo de la mesa de diálogo entre Gobierno y oposición instalada en República Dominicana.

El analista político y director de la encuestadora Delphos, Félix Seijas, considera que pasado un mes del inicio del proceso, no debe sorprender a nadie la falta de resultados, porque las posiciones de cada sector “eran obvias” desde el comienzo.

El Gobierno, dice, fue con dos objetivos: seguir golpeando la imagen de la oposición a lo interno y “obtener la legitimidad que no ha encontrado para la ANC”. Además, claro, de tratar de frenar las sanciones internacionales para destrabar sus operaciones financieras de las cuales depende su gran sistema clientelar.

Mientras que la Unidad se sentó “porque esa mesa con participación internacional es una instancia a la que no se le podía dar la espalda”.

Seijas sostiene que el Gobierno es el más apurado en firmar “algo” en Dominicana, porque “cualquier acuerdo maltrecho terminaría de hundir a la oposición”. Lo anterior se evidenció en la actitud mostrada el lunes por Jorge Rodríguez y la inmediata respuesta del aparato comunicacional del Estado, anunciando la existencia de un preacuerdo que en realidad no existe.

Un acuerdo perfecto para la oposición no es factible porque ninguno de los dos bandos cederá en sus posiciones. Un buen acuerdo es poco probable. Bajo estas circunstancias, el éxito de Dominicana es que sin alcanzar un acuerdo, queden las bases para que la comunidad internacional desconozca unas presidenciales convocadas sin condiciones, afirma.

Destaca que una ganancia parcial para la oposición y una pérdida sensible para el Gobierno sería que la comunidad internacional admita que el mecanismo de diálogo no funcionó por la intransigencia del Gobierno y que no reconozca las elecciones.

El Gobierno se sentó ahí con cierto reconocimiento, Maduro es reconocido como presidente. Pero al pararse o al realizar las elecciones a como dé lugar, perderá no solo el reconocimiento de las elecciones, sino el reconocimiento al gobierno y a él mismo por parte de la comunidad internacional, asegura.

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La unidad como urgencia

Una de las críticas que se ha formulado al desempeño de la delegación de la oposición en este mes de conversaciones tiene que ver con el aspecto comunicacional. Aunque en noviembre cuando la Mesa de la Unidad anunció que se sentaría con el Gobierno sus voceros prometieron una comunicación coordinada y permanente con la sociedad, en la práctica se limitaron a emitir dos comunicados y a la declaración posterior a cada ronda de negociaciones.

Sin embargo, Seijas considera que el problema de la oposición es mucho más grave que solo lo comunicacional: “Es que la unidad no está funcionando como unidad desde hace tiempo”.

Aunque reconoce que la oposición fue esta vez al diálogo mucho mejor preparada que 2014 y 2016, advierte que “una unidad sin unidad” tiene pocas oportunidades de éxito.

El G4 no se reúne, no hay estructura para acuerdos. ¿Cómo comunicas un mensaje unitario si no tienes unidad? Cualquier cosa que se vaya a hacer debe pasar por la unidad. La unidad tiene que apresurarse en reconstruir la unidad. Para la gente, dentro y fuera de Venezuela tiene que estar claro quién habla en nombre de la unidad y quién no. Ir o no a la elección tiene que ser parte de una estrategia global que marche hacia una transición. Para que la estrategia funcione tienen que tener el respaldo de la gente; para que los respalden, la gente tiene que confiar en ellos y para que confíen tiene que haber unidad, expone.

La misma lógica aplica para la comunidad internacional: Si no está claro quién es el vocero internacional, quién es el encargado de la parte jurídica, quién habla sobre derechos humanos, la comunidad internacional pierde confianza en la oposición porque el pensamiento lógico será ‘¿si a lo interno no te pones de acuerdo, cómo te ayudo desde afuera?’.

Más presión

Pero además, considera indispensable que la oposición también logre “coordinarse muy bien con la comunidad internacional”. En su opinión, en el último año ha quedado claro que el gobierno de Maduro reacciona a la presión, por un lado las protestas de calle y por el otro las sanciones extranjeras.

La oposición tiene que lograr que el Gobierno sienta aún más esa presión. La comunidad internacional es vital en esto sobre todo en el escenario de elecciones. Mi opinión es que no se debería ir toda vez que tienes a un bloque internacional diciendo que no reconocerá esos resultados. Eso pondría al Gobierno en la posición de ir a la elección solo, a pesar de todo, o verse obligado a suspenderlas, vaticina.

Pero afirma que si la decisión es participar en ese proceso, ello también tienen que darse con el respaldo de la comunidad internacional y sobre todo con el respaldo de la sociedad venezolana: Si eso no se logra, será un desastre porque la comunidad internacional dirá que no trabaja más con la oposición y la comunidad interna terminará de divorciarse de la oposición.

Seijas resume las tareas de cara a las próximas horas y días: Uno, unidad. Dos, definir liderazgos internos. Tres, definir qué se va a hacer frente a la convocatoria a elecciones. Cuatro, montar una estructura de comunicaciones. Si la oposición decide no participar, el día después de la elección tiene que haber una reacción interna concertada, tiene que haber presión, la oposición debe moverse en diferentes frentes, siempre dentro del mismo tablero que es Venezuela.

Foto: cortesía @mirexrd


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