Aunque comerciantes y clientes quisieran contar con la vigilancia permanente de funcionarios policiales, temen que los mismos pidan “colaboraciones” a cambio de la seguridad

Caracas. “A la orden, a la orden”, es el grito frecuente de los vendedores informales que colmaron las aceras en La Hoyada, con juguetes y productos navideños. Debido a la aglomeración de personas transitando y preguntando precios, hay quienes buscan protegerse de los carteristas.

Tania Benítez es una de ellos. Lleva su morral al frente, protegiéndolo con sus manos. A pesar de que ha visto a funcionarios policiales, prefiere no fiarse mientras pregunta precios de puesto en puesto.

Vengo al centro porque las cosas son más baratas, pero me da miedo. Cualquiera te puede arrebatar lo que lleves encima, por eso solo traigo las tarjetas, ni el celular cargo, expresó.

Son más los que preguntan que los que compran. Algunos puestos solo aceptan efectivo, situación que le parece un riesgo a quienes van a hacer compras, por miedo a convertirse en víctimas del hampa. Así lo comentó Crisol Hernández, quien lleva el efectivo justo para pagar un juguete en la concurrida calle.

Ahorita es un peligro andar con efectivo encima. Lo traje porque necesito comprar varias cosas para los chamos, pero cualquiera piensa que traigo un dineral y no es así. Es solo lo justo. Eso sí, intento no venirme con los niños por si ocurre algo. Esta zona es muy fea y hay que estar como un ventilador: girando para todas partes. Hay mucha gente en la calle y no se sabe quién es quién, relató la señora.

Por su parte, los vendedores en las tiendas también deben estar pendientes de sus productos. En más de una ocasión han tenido que lidiar con el robo de mercancías por parte de los clientes, ya que pueden distraer a los vendedores para luego sacar los objetos de los ganchos.

Desde que comenzó la temporada navideña, Felipe Ayala trabaja en una tienda de ropa en el bulevar. En ocasiones, son tantas las personas que entran al local que tomaron la decisión de pedirle a los clientes que esperen su turno afuera.

Son más compradores que vendedores. Hay muchas cosas de las que se debe estar pendiente. Uno te pregunta el precio, el otro que si hay tal modelo, y de pregunta en pregunta a uno lo distraen. Porque los que se llevan mercancía trabajan en equipo. Mientras uno te pregunta, el otro va agarrando las cosas, explicó el muchacho.

Pocos policías

A pesar de la temporada, son pocos los policías que se dejan ver por las calles. Sin embargo, de acuerdo con los vendedores y compradores su función es mínima cuando recorren las calles: “Cuando se necesitan, no están. Uno anda por las calles a la buena de Dios. Yo solo vengo a comprar una regalitos, pero he visto gente que busca la manera de sacar carteras y celulares de los bolsos”, comentó una compradora en condición de anonimato.

No obstante, quienes hacen vida entre las calles de La Hoyada, consideran que si hubiese un módulo policial permanente, los delitos disminuirían un poco, pero temen que de tener a efectivos cerca de sus puestos de trabajo eso deba implicar pagarles “una ayuda” por la vigilancia.

Así que quedamos entre la espada y la pared. Porque si no te roba el malandro, sale el policía pidiendo una colaboración, sentenció una trabajadora.

Foto: Francisco Bruzco


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