En esta parroquia lo buscan para todo tipo de cosas. Eso no le molesta, pues dice que desde que tiene uso de razón le gusta trabajar por y para los vecinos.

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. No tiene un cargo político, no es comerciante, tampoco actor ni fue el pelotero del barrio… Pero sin tener encima esos títulos que hacen a la gente famosa, Jesús Landaeta, es uno de los hombres más conocidos de la parroquia Macarao, ubicada al oeste capitalino.

Conocido porque desde muy joven se metió a las lides comunitarias: Fue presidente de la junta vecinal y en 1989 quedó electo dentro de la Junta Parroquial.

Esos han sido los dos cargos con votos de los que se siente orgulloso haber desempeñado. Pero más allá de ello, Landaeta sin tener un escritorio lleno de papeles, conoce al pelo todo lo que pase en esta parroquia donde viven cerca de 70 mil personas distribuidas en 23 sectores, aunque dice que esa cuenta varía con las invasiones y con la docena de bloques de la Misión Vivienda.

“Aquí hay aproximadamente 80 consejos comunales y dos comunas creadas. Cada uno ha formado sus mesas de trabajo y busca realizar sus planes, por ejemplo en La Sosa tienen un proyecto socio productivo. Pero también sucede que si uno no tiene los mismos ideales queda por fuera. A mí me pasó en el sector donde vivo, Corral de Piedra. Me metí en el consejo y cuando se enteraron de mi filiación política, se llevaron el consejo y lo registraron por otro lado. Pero igual digo que la gente debe participar, esa es la única forma de lograr los cambios y para que nuestras voces se escuchen”.

Landaeta no es que ahora esté viendo los toros desde la talanquera. Sí está afuera de la organización comunal, pero igual patea la calle. “Trabajo mucho por el problema que representa para Macarao el servicio del transporte. Eso le compete a la Alcaldía de Caracas, pero mientras ellos se ponen de acuerdo uno debe buscar soluciones. Entonces me reúno con los conductores y los vecinos y llegamos a acuerdos”.

A Landaeta le tocan la puerta de su casa por todo: para pedirle alguna ayuda o para contarle algún problema.

Eso no le molesta porque desde que recuerda está al servicio de la comunidad. No sabe la fecha exacta, “pero son muchos años sudando la gota gorda”, dijo.

No solo al transporte le mete el pecho. Anda en camionetica, en el metro, a pie y en moto si se le da la oportunidad. Pero llega a la cancha si requieren su apoyo con alguna actividad deportiva, al barrio si colapsa un colector. En estos momentos anda averiguando el estado de la represa de Macarao.

“En esta parroquia la gente está tomando agua contaminada. Hace mucho tiempo que no nos dejan entrar a la represa. Esa es una instalación militar ahora. Y nosotros queremos saber en qué condiciones está. Y si da el caso que Macarao no se surte de esa represa, entonces que igual investiguen por qué el servicio va de mal en peor”, dijo.

Comunidad
Landaeta dice que le dedida mucho tiempo al problema del transporte. Cristian Hernández

Este servidor es un hombre humilde, que solo viste traje cuando la ocasión lo amerita. De resto anda con su camisa manga corta y su maletín lleno de documentos, presto para atender cualquier denuncia, proyecto o sugerencia en pro de esta parroquia.

“Una de las huellas que he dejado por mi comunidad son las bases para la construcción de un gran tanque de agua. Lo estábamos haciendo cuando cambió el Gobierno y para que no se perdiera esa obra decidí donársela a la comunidad para que allí construyeran un módulo de Barrio Adentro. Por lo menos le dieron ese uso, pero por lo general uno no anda haciendo cosas y obras para luego enumerarlas. A mí me nombran aquí para bien o para mal, pero todos me conocen como un luchador”.

Eso le costó sudor y lágrimas en su hogar. Muchas veces recriminación por parte de la familia por estar más tiempo resolviendo problemas de otros, como cuando pasó casi una semana durmiendo en la calle acompañando a unas familias víctimas de un deslizamiento de tierra. De sus tres hijos ninguno, por ahora, tiene esta espinita de líder comunitario en las venas.

“A veces me acompañan a alguna actividad pero no están metidos de lleno en esto. Eso lo hago yo porque siempre lo he hecho y es mi forma de vida”, destacó este servidor que haciendo un trabajo de hormiguita lucha también por preservar el casco histórico de Macarao, donde viven 1.200 personas, y por el que han hecho que cinco casas de bahareque sean parte del patrimonio cultural de la ciudad.

Fotos: Cheché Díaz


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