José Gregorio Hernández, el pionero en la transformación de los estudios médicos

José Gregorio Hernández

José Gregorio Hernández murió un 29 de junio de 1919. Esa misma fecha, pero 31 años antes, había recibido con mención sobresaliente su título de médico, una profesión que ejerció con sentido de servicio al bien común y al país, pues fue el pionero de los estudios médicos.

Caracas. “Una vez mi hijo estaba muy enfermo. Yo escribía un guion y no podía concentrarme con la angustia. Me desesperé y lloré. Le reclamé muy fuerte a José Gregorio Hernández. Le pregunté qué pasaba, pues, que no metía sus manos. Recuerdo que lo hice muy fuerte y creo que me escuchó, porque mi niño esa noche fue sanando y luego no enfermó más. Es la segunda vez que recibo un favor suyo. También intercedió por mí cuando era pequeño, por eso mi mamá me llamó Omer José Gregorio.

Testimonios abundan de las veces que sanó una afección con solo tocar al paciente en su época. Luego de fallecido, la gente sueña con él, se lo imagina operándolos, sienten que los visita en el cuarto.

A “Goyo” le suscriben curaciones físicas, del alma, hasta el hecho de conseguir una casa, una familia, una pareja. Y de eso sabe Laura Zambrano, integrante de la Causa de Beatificación de José Gregorio Hernández, el Médico de los Pobres.

Nosotros escuchamos todas las historias, pues son testimonios que ayudan a la causa. Son favores”.

Los médicos se refieren a él como el eminente científico. Los pacientes con extrema devoción. En las camas del Hospital Vargas, donde se instaló su primer laboratorio, no falta una estampita con su imagen.

José Gregorio Hernández, el pionero

José Gregorio Hernández murió un 29 de junio de 1919. Esa misma fecha, pero 31 años antes, recibió con mención sobresaliente su título de médico, una profesión que ejerció con sentido de servicio al bien común y al país, pues fue el pionero de los estudios médicos.

¿Casual o no? Graduarse y morir en la misma fecha será tema para otro día. Aquí toca resaltar la vida científica con dedicación del Médico de los Pobres.

“Goyo”, como le dicen muchos venezolanos, estudió Medicina por recomendación de su padre. Aunque desde niño, tal como lo cita el doctor Miguel Pérez Yáber en su texto José Gregorio Hernández, hombre de Dios, siervo de los enfermos, tuvo atracción por la música. Desde joven recibió clases de piano, instrumento que llegó a dominar con facilidad.

Deseaba ser abogado, para administrar justicia, pero siguió las recomendaciones de su padre: ayuda a los que sufren.

En 1882 se graduó de bachiller en Filosofía. Ese mismo año ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para cursos estudios de Ciencias Médicas.

“Le prometo, papá, que seré médico”. Entró con ese firme propósito y a los 23 años de edad se graduó. Hablaba latín, francés, alemán e inglés.

De José Gregorio se dice que fue el primero que hizo los diagnósticos científicos. Su producción en ese campo incluye: lecciones de bacteriología y elementos de bacteriología; estudios de filosofía; de la doctrina de Laennec; investigación sobre la angina de pecho de naturaleza palúdica, sobre el número de glóbulos rojos. Simplemente, escribió Yáber, era un conocedor profundo de los medios de exploración y un experto en la interpretación de los exámenes de laboratorio.

En las extensas biografías se documenta que veía a los pacientes de pie y que se cruzaba los brazos sobre el pecho.

A él se le debe la llegada del primer laboratorio de Fisiología Experimental, con lo cual se crearon las cátedras de Histología Normal, Patología y Bacteriología, esta última la primera fundada en América Latina.

Su última lección en el Hospital Vargas fue sobre la lepra o enfermedad de Hansen, luego sus pasos se detuvieron en la esquina Amador, en la parroquia La Pastora.

Ese 29 de junio de 1919 se dirigía a comprar unas medicinas para un paciente y fue golpeado por un carro que conducía Fernando Bustamante, un mediano empresario próspero para la época que tenía una cadena de tiendas llamada Ópticas Bustamante.

El santo del pueblo

JGH fue reclamado por el pueblo y fue llamado santo por sus propios colegas, no solo por su personalidad científica, sino también por su ejemplar ciudadanía.

Por eso y muchos atributos, Luis Razetti lo escoge para “normar” la salud en Venezuela y se convierte así en uno de los 35 fundadores de la Academia Nacional de Medicina.

En 1908 renunció a su membresía para incorporarse a la Orden de los Cartujos.

“Era sumamente religioso, no era solo en la iglesia, también profesaba fuera de ella. Eso lo cultivó de su mamá, quien le inculcó humildad y quien hizo de su casa una verdadera iglesia doméstica”, dijo el Omer Quiaragua, licenciado en Letras, guionista y productor de cine y TV (fue guionista de la serie El Venerable).

Se incorporó a la vida religiosa formalmente. Quiso seguir cursos en el Seminario Metropolitano y así obtener las sagradas órdenes en 1909.

Al poco tiempo, el consejo del señor arzobispo era que José Gregorio continuara su vida ejemplar ciudadana. Así volvió a la vida seglar y retornó a la universidad, sin separarse de la fe en Dios, hasta el día de su muerte.

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