Este miércoles cada caraqueño salió a hacer lo suyo. Unos hacían colas para comprar comida, otros con su franela blanca y gorra tricolor marcharon hasta La Carlota. El oficialismo salió a marchar, pero con menos gente que los opositores.
Caracas. Las calles y principales avenidas de la capital del país amanecieron como si fuera domingo o un 1º de enero. El día comenzó con las vías citadinas un tanto solitarias ya que muchos caraqueños prefirieron no ir a trabajar o no mandar a sus hijos al colegio o liceo.
“No hubo clases hoy”, fue la respuesta de un niño que caminaba en dirección contraria a la escuela Domingo Faustino Sarmiento, ubicada en el sector Maripérez de la parroquia El Recreo. Todo lo contrario sucedía en el sector Buena Vista, a pocas cuadras de la avenida Francisco de Miranda, en el Municipio Sucre, donde incontables alumnos asistieron a clases en la Unidad Educativa Nacional Armando Castillo Plaza.
Este miércoles hubo dos y hasta tres tipos de caraqueños que salieron a las calles con distintos objetivos. Al ciudadano que salía a cumplir su jornada laboral lo tomó por sorpresa que el Metro de Caracas decidiera cerrar 10 estaciones, siete de ellas de la Línea 1 —Chacaíto, Chacao, Altamira, Miranda, Los Dos Caminos, Los Cortijos, La California.
En la salida de la estación Petare, a unos metros del terminal, la cola para abordar los autobuses que van hacia Guatire era más larga de lo normal. “Aquí nunca hay tanta gente a esta hora”, comento una señora que vende cigarrillos y café, a eso de las 9:20 a. m., ¿La razón? Una gandola fue atravesada en túneles de Guarenas para impedir el acceso de todo tipo de vehículos a Caracas.
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El otro tipo de caraqueño era el que marchaba con tranquilidad y al que no le importaba tener que caminar desde La California hasta la altura de La Carlota en la autopista Francisco Fajardo. Estos se identificaban con una franela blanca y una gorra tricolor.
“¿Caminar hasta La Carlota desde aquí de Los Cortijos? Eso es demasiado lejos. Yo no estoy para esos trotes vale”, comentó una señora de la tercera edad con un pote lleno de agua y su gorra tricolor, sentada en una acera en Los Cortijos. Aunque ella no se animó a caminar, había personas hasta en sillas de ruedas que llegaron a la autopista.
No todo el que iba a la movilización opositora acudió a los puntos de concentración que dispuso la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) —Avenida O’Higgins, El Paraíso, Avenida Libertador, Santa Mónica, Santa Fé, Caurimare, El Marqués y Parque Cristal. Sin embargo, la autopista Francisco Fajardo a la altura de La Carlota fue el punto de encuentro para los que no querían dar muchas vueltas e ir directo al grano.
En La California aún pasaban los autobuses repletos de personas. No se daban abasto, cuando un grupo de estudiantes de las universidades Monteávila, Metropolitana y Santa María —que se concentraba en el estacionamiento del Unicentro El Marqués— decidió salir a la calle. En ese centro comercial, cuatro funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) custodiaban la reja más cercana al Supermercado Unicasa, donde hoy estaban vendiendo pasta de dientes, jabón de baño y en polvo, y dos mantequillas por persona.
Los que hacían la cola veían en silencio cómo los estudiantes caminaban en la protesta y grababan vídeos con sus celulares de alta gama. Dos tipos de caraqueños en la misma calle. Unos partícipes de la marcha opositora y otros que desde muy temprano esperaban su turno para comprar los productos de higiene, limpieza y comida.
Más adelante, en Los Cortijos, un grupo de no más de 40 personas empezaron a movilizarse, encontrando un piquete de la Policía del Municipio Sucre en toda la avenida. Al final, terminaron caminando por las aceras dado lo bajo de su número.
En el este de la ciudad —donde más se activó la convocatoria hecha por la MUD— también había colas para comprar comida y hasta pan en algunas panaderías. “Yo voy a ir a la marcha, pero cuando salga de esta cola. En mi casa se acabó la harina de maíz y tenemos que resolver con pan, pero hasta para eso hay que hacer cola”, comentó Rosa García, quien vive en un edificio en Los Cortijos, y llevaba casi una hora haciendo la fila.
La masa de manifestantes más importante se apostó frente a Parque Cristal, desde ahí hasta la Plaza Altamira fue el mayor punto de concentración para los que iban a bajar a La Carlota. La avenida Francisco de Miranda tenía carros que circulaban y gente que marchó por las aceras. Debido a que todas las estaciones del Metro cercanas estaban cerradas, muchos marchistas tuvieron que caminar mínimo desde Sabana Grande para llegar hasta la Francisco Fajardo.
En Plaza Venezuela, a eso de las 11:00 a. m., Caracas se partía en dos. Aunque aún faltaba que llegara la concentración que marchaba desde El Paraíso. Después de que esos manifestantes desembocaron en La Carlota, el oeste de la ciudad tuvo el ambiente de siempre, aunque con mucho menos congestionamiento vehicular.
En la Plaza O’Leary había varios funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) con armas largas en mano. La mayoría de locales comerciales de El Silencio estaban cerrados, al igual que los que están ubicado en la avenida San Martín.
La avenida Sucre, al igual que en otros supermercados de la capital, tenía las acostumbradas colas que hacen los caraqueños según el terminal de su número de cédula para comprar comida.
En esa arteria vial, a la altura de Gato Negro, había unas inusuales formaciones de ciudadanos que esperaban los autobuses con dirección a La Guaira. “Llevo una hora aquí parada esperando el carrito. Me dice una tía que venía subiendo que hay cola porque atravesaron uno de los túneles con un camión. Quien sabe cuándo van a mover eso de ahí”, dijo Yusmania Borges, con su hijo de dos años en brazos.
Una concentración de personas afectas al oficialismo estaba en la Plaza Miranda, ubicada en la avenida Baralt, desde allí marcharon hasta Miraflores. En el 23 de enero, Catia y la avenida Bolívar, el que no tenía un teléfono inteligente, una radio o un televisor, no se enteraba de que en la autopista Francisco Fajardo, a la altura de La Carlota, había una manifestación que solo tranco la mitad —o menos— de la ciudad.
Fotos: Mariana Mendoza
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