“La gente se acostumbró a los tiroteos en El Cementerio”

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Una joven, de 21 años, contó que cuando los enfrentamientos la agarran en la parada de los jeeps, ve como los vecinos se quedan relajados tomando cervezas, esperando que todo pase para subir.

Yohana Marra/@yohanamarra
Shaylim Castro/@ShayC_

Caracas. Para los vecinos de El Cementerio se está haciendo normal cuando, cerro arriba, hay un tiroteo. Desde que el año pasado comenzó a ser zona de paz, ya es parte de la cotidianidad no poder subir a casa por culpa de una balacera.

Para muestra un botón: en la parada de los jeeps de la avenida Los Cármenes, desde donde salen las rutas hacia el barrio Murachí y Los Mangos, los vecinos se paran en una esquina para esperar que se calme la situación.

Los transportistas dejan de trabajar y si los vecinos corren con suerte, después de la balacera alguno podrá subirlos hasta el barrio. De lo contrario deberán llegar a casa a pie, con el riesgo de que les salga algún hampón desde los estrechos callejones llenos de escaleras que parecieran interminables.

Una estudiante, de 21 años, quien vive con su madre desde hace 10 años en el barrio Murachí, contó bajo anonimato, que el viernes 18 de marzo se encontraba en Plaza Venezuela y recibió un mensaje, a las 7:00 pm, con la noticia de que había un enfrentamiento.

Y efectivamente, cuando ambas llegaron a la avenida Los Cármenes vieron a la gente reunida, dos cuadras más atrás de la parada de los rústicos. Esta situación las puso muy nerviosas porque normalmente se ubican a una cuadra.

“Los tiros se escuchaban muy cerca porque el enfrentamiento era más abajo. Ver a la gente más alejada y pegada al celular, es señal de que en el barrio está pasando algo. Todo el mundo comienza a avisar porque es un problema subir después”, sostuvo.

Pero aunque madre e hija estaban muy asustadas y preocupadas por saber cómo llegarían hasta su casa si se hacía más tarde, y el transporte no retomaba el servicio, el resto de los vecinos la tomó con soda.

“La gente se acostumbró a los tiroteos en El Cementerio, se ponen a hablar con toda tranquilidad y otros hasta se echan sus cervecitas. Yo no me quiero acostumbrar a los tiroteos en mi barrio, no quiero seguir viviendo con violencia. Es impresionante ver como el resto está despreocupado por la situación”.

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Cuando hay tiroteos los jeep dejan de trabajar y a veces los vecinos tienen que subir caminando

Caminar por callejones traicioneros

Al caer las 9:00 pm los insistentes disparos no se oyeron más y no les quedó de otra que caminar porque no había jeep. Antes le pidieron el favor a una amiga que les guardara unas bolsas llenas de comida, para no llevar ese peso cerro arriba.

Junto con ellas más habitantes emprendieron su camino, entre los estrechos callejones y el sinfín de escaleras. Aunque la mayoría vive hacia el barrio Los Mangos, madre e hija prefieren subir por Los Totumos, unas cuadras más lejos, porque es relativamente más seguro.

“Cuando nos vamos por ahí subimos solas, sin un alma. Pero para mi mamá es mejor porque no hay tantas escaleras y en caso de que algo ocurra conocemos a gente que nos pueden ayudar”, comentó.

La preocupación más grande para la joven es su mamá, pues a la hora de un tiroteo no puede salir corriendo y dejarla. Temen que con el enfrentamiento fresquito quede algún antisocial las sorprenda disparando.

“Si fuera por mí, llego de una vez. Pero me tengo que detener cada cierto tiempo para esperar a mi mamá”, agregó.

El trayecto hasta casa lo hicieron en silencio y solas, atentas a cualquier paso que se escuche, como les sucedió. “Lo único que piensas en esos momentos es que son los malandros con las pistolas y no sabes si disparan de una vez”.

Ya al finalizar el callejón, para sorpresa de las dos, los pasos eran de una pareja que caminaba igual de asustadas que ellas, con su bebé en brazos.

“Gracias a Dios que pudimos llegar a casa sanas y salvas”, fue lo único que logró decir la madre de la muchacha, casi sin aliento, luego de 15 minutos de recorrido.

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Fotos: Cristian Hernández


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