“En la USB estudiamos sin saber si vamos a terminar la carrera” (I)

La deserción de estudiantes, profesores y otra cantidad de problemas que enfrentan los alumnos de esa casa de estudios, les impiden tener certeza sobre su futuro académico. Cada trimestre, la dirigencia estudiantil hace denuncias para mejorar aspectos tan elementales como la escasez de alimentos en el comedor.

Caracas. La Universidad Simón Bolívar (USB) tuvo un verano académico inusual: pocos estudiantes optaron por adelantar materias esta temporada. Algunos se abstuvieron porque van al día con sus asignaturas, otros porque no cuentan con el dinero para cancelar las unidades de crédito que corresponde por cada una, de Bs. 5750. De modo que las aulas, comedor y paradas de transporte están colmadas por silencios y ausencias en esta oportunidad.

Esta casa de estudios, en su sede de Sartenejas, ofrece 19 carreras. En los últimos trimestres se han visto cada vez menos estudiantes, por distintas razones.

Aquí ha habido discusiones acerca de si de verdad se puede seguir ofreciendo la carrera de Electrónica, o de no ofrecer más cupos porque no hay profesores, dijo Gabriel Valdez, presidente adjunto de la Federación de Estudiantes de la USB y alumno de Ingeniería en Producción.

Gabriel Valdez, dirigente estudiantil de la Universidad Simón Bolívar.

Los problemas que enumeró son varios. Los más relevantes van orientados a que cada vez se van más profesores que son los titulares de una materia específica. No hay más nadie que dé esa materia, y aparte la cantidad de alumnos que abandonan la carrera porque se van del país, comentó.

Según Valdez, desde el año 2015, el Consejo Nacional de Universidades le negó a la USB hacer la prueba de admisión, y este ente asignó —hasta el año pasado— solo 45 cupos para la carrera de Ingeniería y 35 para los que se quieran graduar en Técnico Superior Universitario.

El estudiante también detalló que de más de 2000 plazas que asignó la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu), distribuidas entre las dos sedes que tiene la USB —Sartenejas y La Guaira— solo se inscribieron 1700 chamos, incluso cuando la casa de estudios extendió el plazo para la recepción de documentos no lograron incrementar la cantidad de alumnos.

“La Casita” así se le conoce al recinto donde la FCU de la USB realiza sus actividades y reuniones.

Ha habido denuncias importantes en el Departamento de Matemática porque no hay profesores. No hay docentes para cálculo, álgebra, matemáticas. Entonces recurren a que sean asistentes los que impartan las materias más importantes. Hay profesores que apuran algunas evaluaciones porque se van del país, y si un estudiante reprueba la materia, no tiene certeza de que el próximo trimestre vayan a ofrecer de nuevo la asignatura porque el profesor titular ya no está, detalló el joven estudiante desde la sede de la FCU de la USB.

Cuando Valdez habla de sus compañeros, de los alumnos, su rostro muestra un poco de tristeza. Recuerda a muchos de sus conocidos que decidieron irse del país. Amigos que incluso estuvieron con él en las protestas que iniciaron en abril y se mantuvieron por cuatro meses. Entiende las razones y no los juzga, pero dice que tiene la responsabilidad de estar aquí y continuar, porque queremos que vuelvan y queremos quedarnos. Aquí hay muchas cosas por hacer, enfatiza.

“La Simón”, como le dicen sus estudiantes, no solo ha visto como muchos alumnos ya no volvieron a sus salones, sino también muchos profesores que prefirieron buscar otros destinos. Los que aún hacen vida en la universidad, a diario extienden la lista de carencias que aumentan las dudas. Por ejemplo, la bandeja de alimentos que les ofrecían hace tres años en el comedor, tiene menos raciones en la actualidad.

Arroz y carne molida en porciones muy pequeñas, fue el almuerzo del martes 29 de agosto de 2017.

En el 2014, por ejemplo, la bandeja del almuerzo tenía hasta siete componentes. Carbohidrato, proteína, ensalada, pan, sopa, jugo y el postre. Hoy solo dan una de las tres comidas, y con dos porciones. Arroz y carne, dijo indignado.

Valdez acudió al único comedor abierto en verano, tomó su bandeja y una de las empleadas le dio su plato de comida. Dos porciones pequeñas, como si fueran para un niño. Arroz y carne molida. En menos de cinco minutos terminó su almuerzo.

Foto del año 2013. Así era un almuerzo para los alumnos en aquel momento.

Según un estudio nutricional que llevaron a cabo en la USB, un estudiante debe ingerir 2421 kilocalorías diarias, en las tres comidas, pero de acuerdo con el estudiante, el almuerzo que comió ese día solo representa unas 280 kilocalorías. Cuando es un trimestre normal, abren dos comedores, pero ambos ofrecen solo una comida. En ese período los alumnos han llegado a estar tres semanas sin recibir alimentos de los comedores.

He visto compañeros que han perdido mucho peso. Hay unos que dependen de la comida que aquí les ofrezcan. También he visto cómo hay amigos que le traen comida a otros. Aquí también nos pega el hambre, y hasta la inseguridad, aseguró.

En septiembre del año 2013, Valdez comenzó a estudiar en la USB. En ese momento, comentó que, para apartar su puesto en la fila del transporte, él y sus compañeros dejaban los bolsos en el lugar y se iban, sin el temor de volver y ya no tener sus cosas. Hoy la realidad es muy distinta. Las unidades de traslado, la inseguridad y la falta de recursos en diversas áreas, como los laboratorios, también ponen a prueba la resistencia de quienes insisten en graduarse en el Aula Magna de la tercera mejor universidad del país, en lugar de cruzar el mosaico multicolor de Cruz Diez en busca de otras oportunidades.

Entérese de más en nuestra entrega de este viernes.

Fotos: Luis Miguel Cáceres.


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