Más de 20 familias exigen casas en la entrada del Ministerio para la Vivienda. Desde la semana pasada piden hablar con las autoridades de esta dependencia
Charlie Barrera/@charliegiuliano
Caracas. Casas dignas ya. Es lo único que piden 22 familias a las afueras del Ministerio del Poder Popular para Hábitat y Vivienda, ubicado en la avenida Francisco de Miranda en el municipio Chacao.
Desde hace nueve días habitantes de distintos sectores de Caracas y otros estados del país, pasan día y noche esperando una respuesta concreta por parte del algún vocero del ministerio.
Cartones y colchonetas son las camas improvisadas en las que por la noche algunos descansan y otros vigilan las limitadas pertenencias que aún poseen.
En su mayoría son mujeres y con ellas 40 menores de edad los que duermen a la intemperie, en esa transitada avenida caraqueña.
Catia, El Limón, La Vega, La Guaira, Catia La Mar y Caja Seca en el estado Zulia, son las zonas donde vivían estas familias. Algunas dijeron que estaban en zonas de alto riesgo, y otras que no podían seguir pagando alquileres.
Freddy Durán (33) era chofer de una línea de autobuses y está en situación de calle al igual que todas esas familias. Detalla que entre ellos hay embarazas, siete personas con diferentes discapacidades y adultos mayores.
“Estamos aquí arrimados, llevamos 9 días durmiendo en la calle. Nos vamos de aquí cuando nos reubiquen en casas dignas”, dijo Durán quien afirmó ser revolucionario, y detalló que todas las familias están inscritas en el registro de la Gran Misión Vivienda Venezuela, pero no han recibido respuesta ni de la Misión, ni del ministerio.
Del interior
“Yo vivía en Caja Seca con mi suegra en una casa alquilada. Pero el dueño vendió y nos tocó irnos”, cuenta Johanna Suárez, que tiene tres hijos, unas gemelas de ocho años y un varón de cinco, que carga en sus brazos.
Las gemelas de Suárez no están con ella en la calle. “Las tiene el papá. Él me dijo que cuando tenga dónde vivir me las devuelve”, comentó.
Zuleima Camacaro es la suegra de Johanna Suárez, quedó damnificada en la tragedia del estado Vargas en el año 1999, y también duerme en la acera. Pero afirma que podía volver a construir en un terreno en Marapa Piache, Catia La Mar.
No obstante, cuenta que cuando volvió al lugar la casa ya no estaba. “La tumbaron y las autoridades me dijeron que era una zona de alto riesgo, que ya no podía vivir allí”, dijo.
Comer las tres veces es un lujo
Ninguna de las estas personas tiene empleo. Algunos tenían trabajo pero por dedicarse de lleno a la protesta los abandonaron. Por ende no cuentan con ingresos para comer tres veces al día.
José María Tovar, otra de las afectadas y que tiene una discapacidad en una de sus piernas, comentó que reúnen dinero para comprar comida para todos, principalmente para los niños.
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