Pensionados pasan días, semanas y hasta meses sin tomar sus medicamentos

Se debaten entre comer o cuidar la salud. La escasez de fármacos y la no disponibilidad de dinero para cubrir el costo de sus tratamientos, dejan a estos ciudadanos “a la buena de Dios”.

Caracas. La lista de medicamentos por encontrar es tan extensa como la cola que hicieron este viernes los pensionados para retirar entre 180 y 200 bolívares soberanos en efectivo, correspondientes al último pago de septiembre de 900 bolívares soberanos.

Mientras esperan, muchos debaten a qué le darán prioridad esta vez: alimentación o medicamentos. La mayoría de las veces sus tratamientos quedan en espera durante días, semanas y hasta meses.

Losartán, insulina, calcio, aspirinas, omeprazol son algunos de los medicamentos que los jubilados y pensionados esperan reponer este mes. Pero no depende de ellos que así sea.

Reyna Ibarra, de 63 años de edad, estuvo hospitalizada durante tres días: Se me subió el azúcar en 500 y la tensión llegó a 300. Tomo mis medicamentos solo cuando los tengo. También requiere desde hace dos meses unas ampollas para calmar el dolor en piernas y caderas —no precisó cuáles—. En ninguna farmacia hay remedios, seguimos a la buena de Dios.

Cuenta que cuando se acuesta a dormir no puede cambiarse de posición, los dolores la inmovilizan: Entonces me tengo que poner hielo. Pero en realidad, lo que más me preocupa son los medicamentos para la diábetes y la tensión.

En Venezuela 8 de cada 10 medicinas no están disponibles, según datos de la Federación Farmacéutica Venezolana. En medio de la restricción de fármacos y una inflación galopante que solo en agosto fue 223 %, Ibarra ha recurrido a unas pepitas marrones que consigue en las plazas. Esas las come la gente, son amargas y dicen que es para bajar la tensión.

A casi un mes de las medidas económicas que anunció el presidente Nicolás Maduro en cadena nacional, donde el bolívar fue devaluado en 96 %, no solo los supermercados han quedado vacíos tras las fiscalizaciones, las farmacias también. María Rojas, de 67 años, realizó un recorrido por 10 farmacias en busca de losartán y tampoco tuvo éxito. Desde hace 15 días dejé de tomar la dosis diaria para la tensión. Como no conseguí el losartán, entonces me gasté el dinerito en comida, dice

Luis Cano, coordinador del Frente Único en Defensa de los Pensionados, Jubilados y la Tercera Edad, señaló que el Gobierno está condenando a 5 millones de venezolanos a una muerte prematura. Afirma que ha recibido denuncias de abuelos que han muerto por falta de medicamentos, aunque no precisa la cantidad.

Tenemos dos compañeros de lucha que están condenados a una muerte prematura, uno es paciente de diabetes y otro oncológico. En ambos casos no se consiguen medicamentos, ni siquiera los hay en el país. Ese es el cargo de conciencia que se llevará Nicolás Maduro, expresó.

Dayana Torres, de 76 años, lleva tres meses sin tomar la pastilla para la tensión, el dinero que percibe lo gasta en alimentos: Ahorita que no la estoy tomando trato de no tener discusiones y llevar una vida tranquila. Uno camina y camina buscando las cosas y los precios elevados.

Y agrega: Tampoco hay seguro que le cubra a uno una enfermedad, eso me tiene muy nerviosa. Me enfermé y no fui a la clínica porque sabía que el seguro no me cubriría nada, y eso que tengo dos. Estamos desamparados.

Los pensionados continuarán en la calle la próxima semana. Desde el 29 de agosto iniciaron una serie de protestas para rechazar el uso del carnet de la Patria para el pago de las pensiones y para reclamar el retiro en efectivo de la pensión. Cano dijo que entre el 19 y el 21 de septiembre el Gobierno deberá abonar el mes de octubre.

Lo más grave ya no es el deterioro físico. Nos están sometiendo a un deterioro emocional, esto ha traído como consecuencia que muchos viejitos se hayan quitado la vida. Eso da tristeza. Cuando una persona visualiza una vejez, piensa que va a vivir sus últimos años disfrutando con sus nietos. Resulta que se anticipa su muerte porque el Gobierno psicológicamente nos golpea. No solo nos quiebra económicamente, sino emocionalmente, concluye Cano.

Fotos: Luis Morillo


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