Este domingo 13 de mayo, Día de las Madres, los sentimientos estarán encontrados para muchas. La congoja, el resentimiento y la soledad, quizá sean el plato fuerte para ellas esta fecha. Recibir abrazos, besos y regalos virtuales, tal vez, las anime un poco.

Se trata de las mamás que fueron empujadas por la crisis económica a huir de sus terruños a otras latitudes. Aquí encontrará testimonios cortos, pero sensibles y cargados de emociones nada fáciles de digerir.

Caracas. Yo llegué a España y solo traía un gran vacío en mi pecho, como cuando el aire te falta y el pecho lo sientes oprimido y solo. Nada más hay ganas de llorar. Eso es lo que siente una madre al dejar a sus hijos.

Así describió Mayerling Meaño lo que sintió cuando dejó atrás a sus dos niñas de 3 y 12 años.

Soy maestra de Educación Inicial y ni con dos sueldos podía mantenerlas. Mi familia me apoyó. Soy madre soltera. Ellas se quedaron con su papá que las lleva al colegio. Es la primera vez, en mis 40 años, que me embarco en una situación como esa. Yo quiero que mis hijas tengan la misma educación, salud, la misma niñez que tuve. Ojalá no hubiese tenido que salir de Anzoátegui.

La tristeza de Mayerling se hizo más aguda cuando recibió de sus hijas el regalo que esta semana hicieron en el colegio motivado al Día de las Madres.

Sufre la familia

El Día de la Madres es un día especial lleno de alegrías para muchas, para otras, como Mayerling y Vanessa —testimonio que leerá en breve— es una fecha llena de recuerdos tristes, de pesares, por pérdidas, por soledad, por separaciones.

Esto último es algo nuevo en la sociedad venezolana. Madres que dejan a sus niños atrás, al cuidado de algún familiar y que este domingo 13 de mayo celebran el día con mucha congoja desde la distancia, solo contando con la tecnología para dar besos, abrazos y recibir regalos virtuales.

Se habla de los jóvenes que se van en busca de mejores horizontes, de los abuelos y padres que se quedan solos, de un país que se queda sin profesionales, sin la fuerza productiva.

Pero muy pocos se han detenido en ese pequeño de la casa que se queda sin su mamá. “Se queda en buenas manos, está con su abuela”. Son buenas manos, son las manos consentidoras, amorosas, las que crían, pero igual les faltan las manos de las madres formadoras, de esas que aman sin condición y perdonan.

La profesora Luisa Pernalette, directora regional de Fe y Alegría, y quien tiene un contacto permanente con las madres y con las escuelas para padres, dijo que este es un drama doble.

“Sufre el niño que se queda y la mamá que se va. Oír llorar a un hijo por hambre tiene que ser terrible. Así que tomar la decisión de irse para resolver ese drama tiene que ser muy difícil para ellas, para las que se van. Por eso no las penalizo, no las critico, lo que hago es promover grupos de apoyo mutuo: madres, padres y maestras, para acompañarse y darse ánimo”.

Pernalette contó que solo en una escuela de Maracaibo tenían en marzo de este año 108 niños sin sus madres. “Pienso en ellas y el grado de desesperación que las llevó a irse del país”.

Forzadas al “exilio”

El pasado 25 de abril, Gloria Perdomo, directora de la Fundación Luz y Vida, dijo que un estudio que realizaron en 21 escuelas sobre el aumento de la emigración, reveló que la mayor preocupación entre los profesores son los alumnos que se quedan solos o con sus vecinos, porque sus padres se fueron del país.

“Nunca me imaginé que estaría fuera de mi país empujada por una crisis. Pensé en salir, pero con mis hijos, de vacaciones. No así. Ahora no tengo fecha de regreso, qué les puedo ofrecer estando allá”.

Vanessa Carrillo, una joven comerciante y emprendedora, solo tuvo un mes para preparar su salida del país, empujada por la “severa crisis económica”.

Vanessa con su mamá y sus dos hijos.

Por su puesto, sus padres no entendían ni aprobaban su decisión. Sus hijos, de 3 y 8 años, mucho menos. Les costó aceptar la separación. Nadie está preparado para ello.

Son muy chiquitos y por más que les dijera las razones no entendían. Fue muy dura. Les dije que me iba para poder darles algo que aquí —en Venezuela— no podía.

Salió hace seis meses. Hizo un viaje por tierra de cinco días. Estuvo un día en Colombia, otro en Argentina, hasta que llegó a Lima (Perú).

Ahora habla todos los días con los niños, en la mañana y en la tarde. Esa es su religión, lo que le da fuerzas. Le preguntan que cuándo va a regresar. “Les digo que pronto”.

Poner el ojo en lo niños

En enero pasado, tras la anulación de los pasaportes de 80 niños que fueron retenidos en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía (Iaim), que iban a viajar en un vuelo privado rumbo a Perú —algunos para reencontrarse con sus padres y otros a buscar medicamentos— Fernando Misle escribió en su columna de opinión publicada en el portal Efecto Cocuyo, que esto revela un fenómeno que ha pasado inadvertido.

Unicef plantea la dificultad que representa no contar con estadísticas actualizadas en la región. Estima que en Ecuador, 218.000 niños tenían al menos a uno de sus progenitores viviendo en el exterior en 2005. En México, 17 % de los niños ve a uno de sus progenitores migrar al menos una vez durante su infancia, destacó.

No se dispone de datos sobre la cantidad de niños que fueron dejados atrás en Venezuela, pero no se puede desestimar, según Pereira, pues son niños que son dejados al cuidado de abuelos, familiares, amigos e incluso hermanos mayores.

Yo no conocí ese éxodo masivo ni en tiempos de la guerra centroamericana. De paso esto está ocurriendo en un país como Venezuela que no tiene centros de orientación para las familias, sin entidades de atención para los casos más graves. Es una verdadera tragedia, acotó Pernalette.

“Vale la pena dar a sus hijos una mejor seguridad, esto lo hacemos por el bien de ellos”, dijeron al final Mayerlin y Vanessa. Hasta el irse lejos, a miles de kilómetros de distancia. Las mamás tienen la valentía de hacer eso por sus hijos. A ellas, a todas las que están viviendo la misma travesía, a las que quedamos aquí luchando como ellas. ¡Feliz Día de las Madres!, de parte de Crónica.Uno.

Fotos: Cortesía


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