Antes de la pandemia ya los hospitales dependientes de Corposalud Aragua y los centros asistenciales adscritos al IVSS presentaban graves deficiencias en la atención de pacientes con trastorno o patología mental. Los servicios públicos de psiquiatría ya no atienden emergencias y es escasa la atención en consultas, mientras que, paralelamente, se agudizan las condiciones sociales, hostiles y negativas del país, que impactan severamente en la salud mental del ciudadano.

Maracay. Cuando Josefina (*) llegó al centro de Maracay eran casi las 7 de la mañana y la cola frente a la Clínica Psiquiátrica adscrita a Corposalud Aragua ya era larga. Por suerte, el sol aún no arreciaba. Después de horas de espera a cielo abierto, un enfermero salió y advirtió con voz altisonante: “No estamos dando citas por situación pandemia, hasta nuevo aviso”.

La paciente persistió. Pero detrás de una taquilla envejecida, una mujer le dijo: “Solo atendemos estrictas emergencias.

Josefina tiene 43 años de edad y es madre de dos adolescentes. Trabajaba como aseadora en una panadería en Cagua, pero quedó desempleada durante la pandemia. Sin sustento y sin apoyo, la abrumó la tristeza.

Supo de la Clínica Psiquiátrica y una amiga le dio dinero prestado para el pasaje hasta Maracay. Son unos 25 kilómetros de distancia que en autobús pueden recorrerse en más de una hora.

Ante la negativa de la mujer en taquilla, Josefina se sentó en la acera con la mirada perdida y el rostro entre las manos. Entonces, le escucha decir a alguien que en el Hospital Central de Maracay ofrecen consultas en el servicio de psiquiatría.

Como Josefina, son muchos los pacientes que acuden a la Clínica Psiquiátrica de Maracay. Pero en este centro especializado, “solo están recibiendo pacientes que ya tienen historia clínica o que lleguen al menos con una referencia del Hospital Central. Reciben algún tratamiento y retornan a sus hogares”, explica una fuente vinculada al sector salud en la entidad.

En este momento no están ofreciendo ni siquiera las llamadas consultas inmediatas”, refiere una fuente interna del HCM.

Con la tristeza que hace meses lleva a cuestas, Josefina regresó a su casa.

La Clínica Psiquiátrica de Maracay fue fundada en 1959. Es una clínica de atención médica tipo III, para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades psiquiátricas o mentales. En sus inicios contaba con 30 camas presupuestadas para hospitalizaciones diurnas, mas no de internamiento.

Este centro de salud mental también ofrece atención psicológica. Allí acude Carlos (*), un joven de 16 años de edad, a quien le fue diagnosticado depresión y ansiedad cuando apenas tenía 12 años.

Al principio, sus padres pudieron llevarlo a consultas privadas, pero el costo de las mismas ya les resulta casi imposible de cancelar. Los montos oscilan entre los $30 y los $40. Hace un año aproximadamente, sus padres consiguieron un cupo en la clínica psiquiátrica de Maracay para su evaluación y control.

Carlos hizo cola al igual que Josefina y, por fortuna, recibió su tratamiento. Reconoce que ha tenido suerte en ser atendido y siente que ha evolucionado, aunque no tan rápido como sus padres y él mismo quieren.

Aquí vienen muchas personas con problemas más graves que yo, y a veces deben regresar a sus casas sin nada. Las colas también son adentro y la mayoría de las personas deben llegar de madrugada”, dice con una especie de remordimiento.

Mientras espera turno, cuenta que los médicos son cursantes del posgrado y que el trato es bueno y amable, incluso mejor que el que dice haber recibido de otros psicólogos que lo atendieron en consultas privadas.

Sin embargo, destaca el mal estado en que se encuentran las instalaciones.

Hay muchas filtraciones y moho. No es nada agradable llegar a la terapia y ver como el techo se está cayendo. El ambiente es muy importante”, cuenta Carlos.

La salud pública sin atención

Los pacientes con patologías o trastornos mentales no encuentran en el sistema de salud público la atención necesaria para el control de sus enfermedades, incluyendo los medicamentos.

En febrero de 2020, el doctor Julio Castro, coordinador de salud de la Asamblea Nacional 2016-2020, informó que 80 % de los hospitales estaban desabastecidos de medicamentos orales para tratar problemas de ansiedad y pánico; así como de 60 % de escasez de antipsicóticos orales y de 50 % de los hospitales que no contaban con benzodiacepina intravenosa ni medicamentos antipsicóticos.

“Para diciembre de 2020, los antidepresivos escaseaban en 69,4 % en el ámbito nacional, al tiempo que la depresión y convulsiones (65 %) fueron las causas de morbilidad con los más elevados índices de escasez de medicamentos, a escala nacional, durante el mes de diciembre”, refiere el informe de la Asociación Civil Convite.

Sobre el alto costo de los medicamentos, particularmente los que ayudan a mantener la salud mental,  Convite refiere que, en diciembre, la Sertralina registró un precio promedio que supera el monto de un salario mínimo o una pensión de vejez.

En Aragua, el escenario no es distinto, aunque en el 2017, el diario oficialista Ciudad Maracay publicaba un reporte en el que el presidente de Corposalud Aragua, Juan Dávila, daba cuenta de un programa de dotación de medicamentos en la red pública regional en materia de salud mental.

“El programa constantemente realiza la dotación de medicamentos al Hospital Central de Maracay, Clínica Psiquiátrica de Maracay y Hospital José María Benítez”, refería entonces el portal.

Pero en la red pública de salud en Aragua persiste el déficit de medicamentos. Una fuente vinculada al sector salud del estado contó a Crónica.Uno que en los servicios de psiquiatría apenas llegan medicamentos como Quetiapina, Ácido Valpróico y Bromazepan, en cantidades insuficientes para el volumen de pacientes que los requieren.

De 30 % de productos y medicamentos que apenas tengo en stock en la farmacia no hay ningún tipo de antidepresivos, ni antipsicóticos. Son prácticamente inaccesibles pues la mayoría son importados y sus precios inalcanzables para el paciente”, refiere una farmaceuta maracayera.

La red pública de salud mental no atiende emergencias

De acuerdo con una nota de prensa publicada en Ciudad Maracay el 9 de octubre de 2017, la red de salud pública en Aragua está integrada por 15 servicios de salud mental, 28 psicólogos y 14 psiquiatras que brindan consultas de psiquiatría, psicología y orientación familiar, en el Hospital Central de Maracay, Ambulatorio 23 de Enero, Clínica Psiquiátrica de Maracay, Hospital José María Benítez de La Victoria, Hospital Los Samanes, Sager, Ambulatorio Guasimal, Escuela Padre Antonio Leith, Hospital del Mar en Costa de Oro, Ambulatorio Palo Negro, Hospital doctor José María Vargas, Centro Clínico Santa Cruz, Hospital José Rangel en Zamora, Unidad de Toxicología del Hospital Civil y en el Ambulatorio Santa Cruz.

Pero en la actualidad, y debido a la pandemia por COVID-19, las consultas y la atención a los pacientes con enfermedades mentales han mermado drásticamente en estos centros asistenciales.

El servicio de psiquiatría del Hospital Central de Maracay, por ejemplo, no está atendiendo emergencias y solo hay tres psiquiatras que se rotan durante la semana.

Por la pandemia, el volumen de pacientes psiquiátricos ha disminuido y aún así solo se atienden consultas de control”, señala una fuente interna del HCM.

La situación es similar en el Hospital José María Benítez en La Victoria, municipio Ribas, donde apenas dos psiquiatras deben atender el gran volumen de pacientes del eje este del estado Aragua y cuyo servicio en el 2020 redujo a la mitad las 12 camas de hospitalización con las que contaba.

Así lo informó hace un año el psiquiatra Edgar Capriles, exjefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Central de Maracay, que advertía el abandono en que se encuentran los pacientes psiquiátricos frente a las deficiencias de recursos, insumos, medicamentos y personal en los centros asistenciales públicos.

“En Aragua no hay centros de hospitalización psiquiátrica ni para pacientes agudos ni crónicos. Apenas existe una unidad privada con costos muy elevados y que tampoco se da abasto. En la región hay déficit de camas psiquiátricas y los pacientes tampoco reciben el tratamiento que pudiera evitar sus crisis”.

Por ello, Capriles sostiene que muchos son abandonados por sus familias o deambulan buscando una ayuda que no encuentran.

En el 2020, la Casa familiar de los Hermanos Franciscanos Monseñor Feliciano González, en Maracay, albergaba a 28 jóvenes y adultos con enfermedades neurológicas y psiquiátricas, de los cuales 23 fueron encontrados en situación de calle.

Servicios de psiquiatría del IVSS con poco personal

En Aragua son tres los servicios de psiquiatría del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en los que la falta de personal y la diáspora de médicos especialistas también ha hecho mella en la salud mental de los ciudadanos.

De acuerdo con información extraoficial aportada por fuentes internas del Hospital doctor José María Carabaño Tosta, en Maracay, allí solo laboran dos psiquiatras para los turnos de la mañana y tarde. En su servicio de psiquiatría no se atienden pacientes que van por primera vez ni por emergencias. Solo se gestionan los récipes o reposos médicos.

Mientras que en el Hospital José Antonio Vargas, o Seguro Social de La Ovallera en Palo Negro, existe una sola especialista que labora los días lunes y, mayoritariamente, la atención es para el personal de la propia institución.

En ambos centros solo se atiende a pacientes sucesivos o de control; mientras que el área de Psiquiatría del Centro Ambulatorio doctor Luis Richard Díaz en La Victoria, también adscrito al IVSS, era atendida por un solo especialista. Extraoficialmente, se supo que este servicio habría sido desincorporado.

Así que en Aragua, la única institución pública para la atención de salud mental medianamente operativa es la Clínica Psiquiátrica de Maracay, adscrita a Corposalud, en la que laboran tres especialistas y ya no se brinda hospitalización diurna como antes.

Aquí al menos te dan cierta orientación psicológica y algunos medicamentos”, dice Carlos.

El trauma psicosocial

La incertidumbre, la crisis económica, el desempleo, la deficiencia en los servicios públicos, la inseguridad, son solo algunas de las condiciones sociales nocivas, hostiles y negativas que están impactando severamente en la salud mental del venezolano.

En Psicología, este proceso es conocido como trauma psicosocial: un impacto dañino que los entornos propios de una guerra o una crisis económica severa como la de Venezuela dejan en las personas y que además originan efectos duraderos y difíciles de superar.

Berta (*) quedó sola después de un divorcio y luego de que su único hijo decidiera irse del país. Antes de migrar, Diego (*) había llevado a casa un perro salchicha, con el que su madre terminó encariñándose.

Cuando me separé y mi hijo se fue a Chile, Yogüi fue mi única compañía. Era mi amigo, mi familia”, dice llorando.

Hace 6 meses lo llevó al veterinario para que lo vacunaran. La inyección, aparentemente vencida, le habría generado una infección dolorosa y mortal. Berta debió autorizar su muerte.

Estas pérdidas le provocaron una profunda depresión, que la obligaron a buscar ayuda emocional. Desde hace tres meses acude a consulta psiquiátrica para superar sus pérdidas: el divorcio, la migración de su hijo y la muerte de su perro.

“En mi familia no comprenden el porqué la muerte de mi perro me tiene tan triste. Decidí buscar ayuda”. Por suerte para Berta, de 67 años de edad y profesora universitaria jubilada, su hijo le envía algún dinero con el que puede pagar las consultas al psiquiatra.

Las patologías más frecuentes por las que un paciente recurre a nuestras consultas —dice la psiquiatra Yamajaira Alvarez— son la ansiedad y los cuadros depresivos en primera instancia; y luego, las crisis de pánico, el trastorno de estrés postraumático y algunas fobias específicas.

La pandemia de la depresión y la ansiedad

Durante el inicio de la pandemia, se produjo un incremento considerable en la demanda de los servicios de salud mental privados y los especialistas debieron recurrir a la Telemedicina. No obstante, para finales de 2020 a la fecha, las consultas presenciales han aumentado en 80 %, con las debidas medidas de bioseguridad, de acuerdo con la propia experiencia narrada por la especialista aragüeña.

El confinamiento, sumado a las rupturas familiares por la migración, ha originado alteraciones psicológicas peligrosas en las personas.

Nos preocupan los casos de suicidio que estamos viendo, particularmente en adolescentes y personas de la tercera edad”, refiere Álvarez.

Su preocupación es la misma que manifestó su colega, Edgar Capriles, cuando a finales del 2020 alertó sobre las consecuencias de la falta de atención médica especializada y la escasez de medicamentos.

El aislamiento y el caos social en el que vivimos —explicaba Capriles— está ocasionando mayor agresividad, ansiedad y depresión, por lo que las probabilidades de que las personas atenten contra su vida han aumentado, pues no reciben el tratamiento y mucho menos la medicación prescrita, en algunos casos, de por vida.

Para finales de noviembre de 2020, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) estudió 271 casos de presuntos suicidios en todo el país, de los cuales 21,8 % ocurrieron antes del decreto de cuarentena por la COVID-19.

Pero al finalizar el 2020 se tuvo registro de un promedio de 3 suicidios al día, que ubican a Venezuela con 1150 casos: los más altos del continente.

De estos casos de suicidios, 22 ocurrieron en Aragua, la misma cantidad que se registró en el ámbito nacional en una sola semana del 2020.

“Se han agravado los síntomas y se han acentuado las dificultades para identificar y atender trastornos y afecciones de la salud mental. A muchos pacientes ya diagnosticados no fue posible ofrecerles la atención especializada requerida, ni la medicación necesaria para su tratamiento”, refiere el informe del OVV de 2020.

Muchos temen, con razón —sentencia la psiquiatra Yamajaira Alvarez— que sus cuadros se agudicen, pues tampoco encuentran la debida atención en los centros públicos asistenciales.

(*) Se han cambiado sus nombres por respeto a su intimidad.

Foto principal: Gregoria Díaz.


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